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Un centenar de familiares y amigos de las 12 víctimas mortales del accidente de tren ocurrido el pasado 23 de junio en la estación barcelonesa de Castelldefels pasaron ayer por la capilla ardiente que se instaló por la tarde en el polideportivo de Can Vinader de esta ciudad. Los cuerpos de las víctimas llegaron a este equipamiento municipal -16 días después del accidente- desde el tanatorio de Gavà, a donde se trasladaron desde la Ciudad de la Justicia una vez identificados. Las pequeñas dimensiones del tanatorio de Gavà, con cuatro salas de vela, hacían inviable organizar allí una capilla conjunta, por lo que el Ayuntamiento de Castelldefels cedió el polideportivo de Can Vinader. Los féretros llegaron minutos antes de las 16,00 horas en tres furgonetas fúnebres. En una de ellas también viajaban las escasas flores que ayer ser vieron en la capilla ardiente. Algunos de los familiares viajaron hasta el polideportivo por sus propios medios y otros en un autocar en el que también viajaba Freddy Arellano, cónsul general de Ecuador, el país originario de la mayor parte de las víctimas del mortal accidente.
La policía local de Castelldefels impidió el acceso a la decena de medios de comunicación que se concentraban en las puertas del polideportivo y pidió intimidad para las familias. A pesar de ello, desde el exterior se podían oír los gritos ante los féretros.
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