La cartas desde el exilio de la familia De los Ríos se recogen en un libro
Reconstruir el exilio en Nueva York a través de la voz de los que lo vivieron en primera persona, de la familia De los Ríos Urruti, es lo que la periodista Ritama Muñoz Rojas ha hecho en el
Reconstruir el exilio en Nueva York a través de la voz de los que lo vivieron en primera persona, de la familia De los Ríos Urruti, es lo que la periodista Ritama Muñoz Rojas ha hecho en el libro 'Poco a poco os hablaré de todo', a partir de las cartas que su abuela le legó.
La abuela de la autora era sobrina del ministro de la República Fernando de los Ríos, y fue uno de los familiares en España con los que el ex-ministro, y su madre, mujer e hija, se cartearon con asiduidad durante más de 20 años desde América.
La autora se ha mostrado 'emocionada' de presentar el libro en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo -junto con su rector, Salvador Ordóñez; el director del Instituto Cervantes en Nueva York, Eduardo Lago, y el catedrático de la Universidad de Cantabria, Manuel Suárez- ya que su abuela acompañó a su tío, Fernando de los Ríos, hace 75 años en una de sus visitas a esta universidad.
'Fue aquí cuando mi abuela reconoció en su tío al ministro de Instrucción Pública que era entonces', ha apostillado.
Cuando las cartas llegaron a sus manos, Muñoz Rojas se fue sola a un pueblo de Avila, donde lo único que le rodeaba en cuatro kilómetros a la redonda eran 'dos pastores que no hablaban entre sí', y allí leyó todas las cartas, las seleccionó y construyó el relato sobre el exilio en Nueva York que se había propuesto.
Muñoz Rojas ha explicado que la cartas comienzan en el verano de 1936, cuando estalló la Guerra Civil, y Fernando de los Ríos daba cuenta de lo que pasaba en la capital a su familia en Ronda (Málaga), y desde entonces 'fueron las cartas las que mantuvieron unida a la familia'.
Fruto del dolor que provoca estar lejos de la familia, Eduardo Lago ha extraído las palabras 'alma y olvido' como los elementos puente de todas las cartas, ya que en todas ellas aparecen expresiones como 'hermano de mi alma', 'inolvidable hijo' o 'queridísimos de mi alma'.
Lago ha destacado el papel de Fernanda Urruti, madre de Fernando de los Ríos, quien con su escritura reflejaba 'el dolor y la esperanza' de vivir en el exilio y la que mantuvo unida a toda la familia mediante sus cartas, hasta el punto de que, para Lago, la carta que anuncia su muerte sugiere para el lector las mismas emociones que el final de 'Cien años de soledad', de Gabriel García Márquez.
El catedrático de la Universidad de Cantabria Manuel Suárez, ha considerado que este epistolar obliga a 'una nueva lectura' de la historia intelectual de Fernando de los Ríos porque ofrece el contexto necesario para entender su obra desde el exilio y nos descubre su 'talla moral' y sus 'esfuerzos ímprobos' para mantener a su familia.
Pero para Suárez, lo más llamativo del libro es que Fernando de los Ríos tuvo siempre entre sus prioridades seguir, entender y analizar la situación política de España, para lo que se esforzó por pensar con las categorías sociales, morales e intelectuales de su país natal, 'pese a estar a 8.000 kilómetros de distancia'.
Por su parte, el rector de la UIMP ha hecho hincapié en la labor de Fernando de los Ríos como ministro de Instrucción Pública y se ha referido a la 'maravillosa' Ley de Reforma Universitaria, 'en la que impulsaba una universidad en la que impartían conocimientos sin necesidad de exámenes', y al decreto ley de creación de la Universidad Menéndez Pelayo en 1932, bajo su mandato como ministro.
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