Al portavoz de la Conferencia Episcopal el Pacto de Migración y Asilo de la UE le suena "a mercantilismo"
Francisco César García Magán, ha afirmado que el Pacto que permite a un gobierno rechazar la acogida de migrantes a cambio de una penalización de 20.000 euros por persona "suena un poco a mercantilismo".
A la Iglesia española tampoco le convence el Pacto de Migración y Asilo de UE. El portavoz de la Conferencia Episcopal, Francisco César García Magán, ha sido crítico al afirmar que el acuerdo, que permite a un país rechazar la acogida de migrantes a cambio de una penalización económica de 20.000 euros, le suena un poco a mercantilismo.
En una entrevista con Europa Press, García Magán manifestó que todo lo relativo a la migración es "sumamente delicado, ya que afecta a derechos fundamentales como una vida digna, seguridad, acceso a lo básico para la subsistencia, alimentación, vivienda, atención médica y educación".
Magán abogó por combatir las redes de tráfico humano y la trata de personas. Las duras realidades que enfrentan muchos inmigrantes, incluyendo abusos y peligros en sus travesías. Echando mano de las palabras del Papa, mencionó que el Mediterráneo "se ha convertido en una tragedia colectiva".
Asimismo, destacó la necesidad de que la Unión Europea reconozca el problema migratorio como global y promueva una implicación conjunta, solidaria y comprometida entre los estados miembros, alejándose de la perspectiva de que es solo una preocupación de las naciones ribereñas del Mediterráneo.
En línea con estas reflexiones, la Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad humana expresó su desilusión por el Pacto, que consideran una oportunidad perdida. También criticaron la falta de una visión integral centrada en la persona y el bien común, viendo el acuerdo más como un control y una externalización de las fronteras.
Finalmente, señalaron aspectos preocupantes del documento que se acaba de aprobar, como la detención de menores, la aceleración de los procesos de asilo en detrimento de su análisis profundo, la solidaridad selectiva entre países y el refuerzo de sistemas de identificación con datos biométricos. Lamentaron, igualmente, la ausencia de un enfoque riguroso en la UE sobre las alternativas que promuevan el desarrollo y la paz en las poblaciones locales como una medida preventiva contra la migración forzada.
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