Fallece Antonio Trevín, el político que lo fue todo y llevó siempre a la emigración asturiana en el corazón

Antonio Trevín Lombán, expresidente del Principado de Asturias, ha fallecido este miércoles a los 69 años, a las 9 menos cuarto de la noche, en los brazos de su esposa Luisa Fernanda Lledías, y rodeado del calor de sus amigos de juventud y de su otra familia: la socialista. Víctima de un cáncer de páncreas contra el que luchaba desde hace meses, este maestro de vocación y servidor público durante cuatro décadas, deja un enorme vacío, no solo en la política asturiana, sino también en la Asturias exterior. “La Asturias emigrante ha dejado en mí una huella indeleble”, reconocía emocionado en 2018 al recibir la Manzana de Oro del Centro Asturiano de Madrid.

Ese sentimiento fue una constante en su trayectoria política y personal. A lo largo de los años, Trevín mantuvo un vínculo estrecho con la diáspora asturiana. Los viajes institucionales, las visitas a centros asturianos repartidos por Iberoamérica o su cercanía con asociaciones de emigrantes como presidente del Consejo de Comunidades Asturianas, revelaban una sensibilidad poco común hacía los que un día tuvieron que irse en busca de un sueño.

Compromiso más allá de las fronteras

Trevín solía recordar a los “asturianos que tuvieron que buscar una vida digna a lo largo y ancho de la piel de toro y los que lo hicieron por el resto del mundo”. En cada encuentro con emigrantes o comunidades en el exterior, insistía en destacar su capacidad de adaptación: “Cuando nos trasplantamos, nos adaptamos bien”, decía, orgulloso de los asturianos que emigraron.

Ese compromiso quedó reflejado en 2018 cuando, ya fuera de la política activa, recibió emocionado la Manzana de Oro del Centro Asturiano de Madrid. Arropado por compañeros, amigos y su inseparable Luisa, recordó con sentido del humor cómo años atrás, el entonces presidente del centro, Cosme Sordo, le había pedido que dejase la política “un par de meses” para poder concederle el galardón, dado que los estatutos lo impedían a cargos en ejercicio. Aquel reconocimiento no fue solo simbólico: fue el reflejo de un cariño mutuo.

Una vida al servicio de lo público

Antonio Trevín, aunque nació en Avilés en 1956, comenzó su carrera como maestro en las escuelas llaniscas de Hontoria y Purón. Sud inquietudes y compromiso con la comunidad lo llevó a la política municipal, resultando elegido alcalde de Llanes por primera vez en 1987. A lo largo de los años desempeñó cargos de gran responsabilidad: presidente del Principado (1993-1995), delegado del Gobierno en Asturias (2004-2011), diputado en el Congreso y portavoz socialista en el Ayuntamiento de Llanes hasta hace pocas semanas.

Su partida, aunque tristemente esperada, no ha dejado indiferente a nadie. El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha decretado tres días de luto oficial y ha anunciado que la capilla ardiente se instalará en la sede de la Presidencia. “Trevin recibirá todos los honores que le corresponden como expresidente. El pasado abril, el Gobierno autonómico acordó concederle la Medalla de Asturias “por su entrega vital al servicio público”, un reconocimiento que no podrá recoger, pero pocos días antes de su fallecimiento, el propio Barbón le mostró e incluso se la pudo poner en la solapa. Medalla que esperaba con ilusión, y que el próximo mes de septiembre recogerá su compañera de vida.

La voz de los que partieron

La emigración asturiana pierde a uno de sus mejores aliados. No fue un emigrante, pero entendió el desarraigo. No nació fuera, pero supo mirar con ternura hacia quienes construyeron un pedazo de Asturias en América. Aquel día de 2018, cuando cerraba su intervención al recibir la Manzana de Oro, dijo: “Esta distinción me permite hablar de la Asturias emigrante, un colectivo que ha dejado en mí una huella indeleble”.

Hoy, esa Asturias dispersa por el mundo despide a uno de los suyos. Porque Antonio Trevín no solo gobernó para los que se quedaron, también pensó siempre en los que partieron.