Juan José Jiménez Díaz: “Estamos ante un desierto demográfico que acrecienta la soledad no deseada”
El ponente insistió en diferenciar la soledad no deseada de la solitud, que definió como “la soledad que se produce por una decisión personal del individuo”
La segunda parte de la mañana de la segunda jornada del III Congreso Internacional de Centros Castellanos y Leoneses en el Exterior giró en torno a un fenómeno tan actual como silenciado: la soledad no deseada. En el Salón de Congresos del Fórum Evolución de Burgos, el especialista en orientación y mediación familiar comunitaria Juan José Jiménez Díaz pronunció la conferencia “Soledad no deseada. Un antídoto: Los centros regionales”, una intervención que combinó el análisis profesional con una mirada profundamente humana sobre este fenómeno creciente.
“El fenómeno de la soledad como situación no deseada, una experiencia que puede resultar traumática, exige una aproximación rigurosa y profesional”, afirmó Jiménez Díaz en el arranque de su intervención. En un contexto de despoblación y envejecimiento, al que se refirió como “un desierto demográfico”, advirtió que estas circunstancias “acrecientan este tipo de experiencias, muchas de las veces producidas porque las personas construyen muros en lugar de puentes”.
El ponente insistió en diferenciar la soledad no deseada de la solitud, que definió como “la soledad que se produce por una decisión personal del individuo”, una elección que no necesariamente implica sufrimiento. La soledad que preocupa, explicó, es aquella que aparece a pesar de la compañía: “Una de las peores sensaciones de soledad son las que se producen cuando una persona se siente sola a pesar de estar rodeada de gente, en muchos casos incluso de su propia familia”.
Entre los factores que conducen a esta situación, Jiménez Díaz identificó estilos de vida que refuerzan el aislamiento y elementos como la precariedad económica, que puede derivar en problemas de salud física y emocional. “Una mala alimentación favorece e incrementa los riesgos de accidentes cardiovasculares. Por ello, el factor económico tiene una gran influencia en el tema de la soledad”, puntualizó.
El especialista abordó también casos extremos como el síndrome de Diógenes, el duelo no resuelto o la depresión, alertando sobre sus manifestaciones más preocupantes. “Cuando ya no se disfruta con nada de lo que antes era motivo de disfrute y placer, no estamos ante un malestar puntual, sino ante un estadio superior”, afirmó.
En su exposición destacó la necesidad de entender la salud de forma integral, “como una mezcla biológica, social, mental y espiritual”. “Una persona puede parecer sana, biológicamente, pero no estarlo a nivel emocional”, subrayó, invitando a repensar los modelos de bienestar.
Jiménez Díaz también dedicó parte de su intervención a reflexionar sobre el final de la vida, haciendo alusión a temas delicados como la sedación paliativa o la eutanasia. En este sentido, insistió en la importancia del testamento vital como herramienta de decisión autónoma y prevención del sufrimiento.
Como hilo conductor de la ponencia, destacó el papel de los centros regionales en el exterior como espacios de encuentro, contención y comunidad: “Los centros castellanos y leoneses pueden ser un antídoto frente a la soledad, porque ayudan a construir puentes, a sentirse parte de algo”.
Su intervención dejó un mensaje claro: frente a una sociedad cada vez más individualista, los vínculos comunitarios y el acompañamiento mutuo pueden convertirse en una medicina de valor incalculable.
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