La bailaora Rocío Molina considera el flamenco 'un arte revolucionario'

La bailaora Rocío Molina, que cerrará en Beirut una gira que le ha llevado también a Jordania y Siria, considera el flamenco 'un arte revolucionario', según explicó en una entrevista.

La bailaora Rocío Molina.
La bailaora Rocío Molina.

La bailaora Rocío Molina, que cerrará en Beirut una gira que le ha llevado también a Jordania y Siria, considera el flamenco 'un arte revolucionario', según explicó en una entrevista. 'El flamenco no deja de ser un arte joven, que va muy rápido, adaptándose donde lo están llevando, que es el teatro y festivales contemporáneos y encuentros', afirmó Molina, que actuará mañana en el teatro de la UNESCO en Beirut con su espectáculo 'Almario'.

La artista cree que 'el flamenco siempre ha sido un arte revolucionario, no solo ahora, sino también hace 30 y 40 años', y cita a este respecto al cantaor Vicente Escudero y al guitarrista Ramón Montoya, 'siempre lo será y seguirá siendo'.

Preguntada por el hecho de ser considerada una de las mejores bailaoras del mundo, Molina respondió que no vive pensando en eso, ya que, si lo hiciera no sería una persona normal en el día a día.

'Está claro que en el escenario me siento una de las más grandes y es así como tiene que ser. Cada persona que se sube allí tiene que dar lo mejor de sí misma', aseguró.

Tan impresionado quedó con su arte el bailarín y coreógrafo letón Mikhail Baryshnikov, una de las más grandes leyendas vivas de la danza, que se arrodilló ante ella, tras ver su espectáculo en Nueva York (EEUU).

'No me lo esperaba -recordó Molina-. Quería levantarlo y arrodillarme yo ante él. Se trata de una de esas personas que uno tiene como dioses'.

'Nunca lo olvidaré. Fue algo inolvidable y un regalo de la vida. Lo que me sorprendió fue su humanidad y lo sencillo y natural que es', rememora la bailarina española, que ahora se enfrenta al público del mundo árabe, invitada por el Instituto Cervantes.

En ese sentido, confesó sentirse 'impresionada' por la acogida recibida en los países árabes:

'Es la primera vez que vengo y me ha impresionado mucho el respeto de la gente por el arte. Es muy acogedora y el público se entrega y es muy agradecido. Mi experiencia está siendo muy bonita y me ha gustado mucho', indicó.

Molina, que comenzó a bailar a los tres años, afirmó que 'en ningún momento' de su vida se ha sentido 'triste', a pesar de haber sido una niña prodigio.

'Acelera el tiempo, de alguna forma uno crece más rápido, eres mayor de la edad que te corresponde -explicó la artista-. A los siete años tenía las ideas muy claras, lo que es un poco extraño, ya que muchas veces chavales de 18 ó 20 años no saben qué hacer con sus vidas'.

Molina, de 26 años, comenzó sus estudios de baile en el Conservatorio de Málaga a los siete años y se graduó en el Conservatorio de Danza de Madrid en el 2002, y compagina la labor de bailarina y coreógrafa.

Para ella, bailar y coreografiar son 'uña y carne', ya que cuando la misma persona hace su coreografía, 'exprime su propia forma de expresión y sale solo y de modo fácil'.

'Necesito coreografiar y bailar luego', agregó Molina, que recordó que desde los nueve años lo ha hecho así, aunque sus profesores se enojaban con ella porque cambiaba todo su trabajo.

La bailaora se declaró 'exigente' consigo misma, porque siempre trata de dar lo mejor, de hecho, dedica muchas horas a su pasión, el baile, ya que para ella hacer 'un buen trabajo es un buen desahogo'.

Su vida dedicada al arte no le deja mucho tiempo para los amigos porque 'la amistad hay que alimentarla' y ella siempre está trabajando y de gira, aunque con su familia intentar estar presente.

Molina desea tener 'una vida plena y feliz', además de poder trasmitir en el escenario lo que siente en momentos determinados.

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