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Biografía|Manuel Celso Garrido Rodríguez: poeta de la “saudade”

Celso Garrido fue miembro de las Hermandades Gallegas fundadas por Castelao en 1940, en Buenos Aires. Las Hermandades se organizan posteriormente en otros países de América. Eran la expresión política de los galeguistas en el exilio, y con la creación del Consejo de Galicia, el 15 de noviembre de 1944 en Montevideo, Celso Garrido es nombrado delegado de este organismo en el país

Lois Pérez Leira - loisperezleira@hotmail.com

Publicado: 13 may 2025 - 06:43

Manuel Celso Garrido Rodríguez: poeta de la “saudade”|Archivo: Lois P. Leira
Manuel Celso Garrido Rodríguez: poeta de la “saudade”|Archivo: Lois P. Leira

Manuel Celso Garrido Rodríguez nació en A Merca, (Ourense), el 4 de noviembre de 1915. Fueron sus padres Xosé Garrido Mouriño y Aurora Rodríguez Rodríguez. En la capital de la provincia estudio magisterio: "mostró desde niño una despierta inteligencia y ánimos de luchador. Cursó estudios con brillantez, terminando la carrera de maestro a una edad muy temprana". (Opinión Gallega).

Con la llegada de la República, Celso como otros jóvenes de la época, se entusiasman con el proceso político, afiliándose al partido Izquierda Republicana, cuyo líder en Galicia era Casares Quiroga. Manuel Celso durante el día trabajaba como maestro y por la tarde recorría las distintas aldeas de Celanova y Bande alentando a los labradores para que defendieran sus derechos y la República. Celso había ganado una plaza en San Guñedo y con ilusión comenzara su vida como maestro. Cuando podía se acercaba a Ourense capital, donde se encontraba con la gente de su partido. Con el historiador Alberto Vilanova tenía una gran amistad. Formaban parte del mencionado partido y estaban enrolados en las corrientes del librepensamiento.

Celso, con su mujer y familia en Chile |Archivo: Lois P. Leira
Celso, con su mujer y familia en Chile |Archivo: Lois P. Leira

La mayoría de los dirigentes de aquel partido pertenecían a la masonería; en Ourense esta organización tenía una fuerte implantación entre los sectores intelectuales progresistas. El 18 de julio de 1936 las fuerzas reaccionarias desatan la guerra civil. Ourense cae en manos de los militares sublevados. En 1937 con la implacable persecución de la falange a todos los militantes del Frente Popular, Celso pierde su puesto de docente, es detenido y encadenado durante dos años: "Cáseque, de seguida, caiu sobor de Galiza a témera traxedia da insurrección militar falanxista que asulagou en sangue e bágoas, e o xove mestre Garrido, que como a maioría da súa promoción, estaba enrolado nas fileiras dos patriotas galegos e republicáns, sofriu as persecucións da barbarie totalitaria. No cárcere de Ourense soportou unha tempada de peche e de vexámens. Mais, como non lle poideron probar nengún delito, foi liberado da cadea. Tivo esa sorte singular, pois milleiros de galeguistas e republicáns que, como a él, tampouco lle poideron probar delito, seguiron anos no cárcere, cando non foron "paseados" ou fusilados". (Opinión Galega).

Años después Garrido recordará esta etapa: "Yo era casi un niño. Tenía 19 años. Pero sentiré siempre el orgullo de encontrarme en aquellos primeros años de mi juventud, entre rejas, como hombres que nos daban ejemplo a vida valientemente por un ideal: la patria y la libertad". Según relata Garrido, cuando fue detenido es llevado por los falangistas a la calle Progreso nº 27 de la ciudad de Ourense. En aquel centro de detención estaban otros patriotas como él: el ginecólogo Manuel Peña Rey, el profesor Sueiro, los Fábregas, a Meixengo, Alberto Vilanova y Pratcha.

Exiliados gallegos en Chile entre los que aparecen Celso Garrido y el Diputado Ramón Suárez Picallo|Archivo: Lois P. Leira
Exiliados gallegos en Chile entre los que aparecen Celso Garrido y el Diputado Ramón Suárez Picallo|Archivo: Lois P. Leira

Cuando es puesto en libertad lo enrolan por la fuerza y es enviado a Oviedo; allí conoce la otro paisano de Ourense, Manuel Fernández Borrajo, con el que hará una gran amistad. Por la misma época otro destacado galeguista de Celanova, Xosé Velo Mosquera intentaba organizar la resistencia al régimen falangista; también como Garrido sufrió las penurias de la cadena, las torturas y el destierro. Al rematar su situación militar como movilizado, decide coger el camino del exilio.

La falta de permiso para dejar la España franquista, el control al cual estaba sometido, dificultaba su salida de Galicia. La manera más fácil era Portugal, pero si era descubierto en este país sería nuevamente devuelto y a su regreso corría el riesgo de ser paseado o que le dieran una larga condena. Con la ayuda de su amigo Fernández Borrajo, con el que vivió durante algunos días en su casa de Ourense, consiguen un pasaporte, al que le cambiarán la foto, adquiriendo Celso una nueva identidad. También falsifican certificados del alcalde y del juez. Garrido pasó a llamarse José Félix Carpio y con esta nueva identidad consigue pasar la frontera. Es así como se traslada hasta Lisboa y desde allí a Buenos Aires, donde llega en un barco cargado de emigrantes portugueses, que paraba en todos los puertos del Brasil.

Liberado de la cadena física, no pudo soportar la cadena moral a la que estaba sometido todo el pueblo gallego y prefirió exiliarse, en la búsqueda de ambientes de libertad. En la Argentina está un breve tiempo, colaborando con la Federación de Sociedades Gallegas y con su periódico "Galicia", donde escribió numerosos artículos, tanto en castellano como en gallego. Celso Garrido se trasladó posteriormente a Chile, donde ya residía su compañero de partido Germán Vidal y el diputado galleguista Ramón Suárez Picallo. En Chile se destacó cómo escritor y periodista, trabajó en La Hora de Santiago de Chile y colaboró en la audición de radio que tenían Vidal y Picallo. A través de sus vínculos con la masonería se relaciona con esta organización en Chile, la cual disfrutaba de gran prestigio e influencias tanto en el Partido Radical, como en el Socialista de Salvador Allende, el cuál fue miembro de esta organización. A través de esta relación tuvo una gran amistad con el presidente de Chile Gabriel González Videla e ingresó a trabajar en el periódico La Hora, órgano oficial del Partido Radical.

Con directivos del Lar Gallego en Chile. Entre ellos Celso Garrido y Ramón Suárez Picallo|Archivo: Lois P. Leira
Con directivos del Lar Gallego en Chile. Entre ellos Celso Garrido y Ramón Suárez Picallo|Archivo: Lois P. Leira

Celso Garrido fue miembro de las Hermandades Gallegas fundadas por Castelao en 1940, en Buenos Aires. Estas Hermandades se organizan posteriormente en otros países de América Latina. Las mismas eran la expresión política de los galeguistas en el exilio. Con la creación del Consejo de Galicia el 15 de noviembre de 1944 en Montevideo, Celso Garrido es nombrado delegado de este organismo en el país.

Ese mismo año en el mes de noviembre, Ramón Suárez Picallo es homenajeado por la colectividad gallega, catalana y vasca al cumplir su cincuenta aniversario. En esta oportunidad Celso Garrido, como secretario de propaganda de Galeuzca, después de un emotivo discurso, le entregó al homenajeado una bandera gallega como obsequio.

A finales de 1944, Rodolfo Prada, colaborador directo de Castelao, realizó una gira por Latinoamérica con el propósito de organizar las Hermandades Gallegas y potenciar a los Grupos Galeuzca. Su primera escala fue Santiago de Chile, donde le esperaban Celso Garrido, Germán Vidal y Ramón Suárez Picallo. Por la noche, Prada fue homenajeado en el Centro Catalán, donde compartió mesa, con Pedro de Arretxabala, delegado del Gobierno Vasco, Antón Blavia representante catalán y el grupo galleguista. Durante la cena, se acordó constituir oficialmente Galeuzca en Chile, después de haberse fundado recién en Buenos Aires. El grupo galleguista de Chile, junto a los exiliados españoles residentes en la capital andina, convirtiéndose en los anfitriones de la visita de la Embajada Oficial, del Gobierno Republicano en el exilio.

La comitiva republicana se trasladó en 1946 a la asunción del nuevo presidente de este país, Gabriel González Videla, perteneciente al Partido Radical. La delegación estaba encabezada por ex ministro Manuel Blasco Garzón, el diputado gallego Elpidio Villaverde, el representante vasco Ramón Aldasoro, el catalán Pelaio Sala y el general Martínez Monje. A esta embajada oficial se sumaría Suárez Picallo, el diputado Vicente Sol, y el Dr. Cumilleras, mientras que a Celso Garrido, cómo delegado del Consejo de Galicia le tocó acompañar los días de estadía a tan destacada comitiva oficial. En aquella visita de la representación republicana el gobierno chileno los nombra "huéspedes oficiales", poniéndoles coches a su disposición, con la bandera republicana y un edecán para su atención. El Presidente electo, era un hombre progresista, muy amigo de la República. Durante la ceremonia de asunción, la delegación recibió el aplauso y la solidaridad de la multitud presente. Por lo contrario la delegación franquista tuvo que soportar fuertes gritos y chillidos.

Celso estaba eufórico por éxito obtenido, y tanto Picallo como Vidal pensaban como él: este reconocimiento de Chile al gobierno republicano en el exilio es una dura derrota para Franco y su política exterior-, decíase para adentro, mientras se desvivía por atender a la comitiva y presentarles a sus amigos del gobierno Radical. Al finalizar los actos protocolares oficiales, la delegación republicana obsequió con un “xantar” a las delegaciones extranjeras amigas. El acto se realizó en los salones del Centro Republicano Español, contando con una asistencia de 500 personas. El gran poeta chileno Pablo Neruda, presente en la comida, dijo unas palabras de solidaridad, cerrando el acto Germán Vidal, presidente del Centro.

En los días siguientes continuaron los actos siendo los más destacados el homenaje a Bernardo O' Higgins, patriota chileno, y la recepción en la Embajada Rusa, festejando el aniversario de la revolución socialista. “Todo salió de maravilla”, repetía Celso, para luego aseverar: "Tenemos que seguir aislando al dictador". A pesar de sus deseos, la dictadura no caía y los aliados no estaban dispuestos a mover ninguna ficha contra Franco.

A medida que pasaba el tiempo, Celso comenzaba a sufrir la melancolía del destierro. Al pasar los años conoció a una joven chilena de origen gallego, (Lugo), Olga Elena Bouzo Vidal, con la que se casó el 20 de noviembre de 1951. A finales de aquel año viajó a Buenos Aires, (presumiblemente con su mujer en viaje de bodas), aprovechando su estadía en esta ciudad, para contactar con el Consejo de Galicia.

Portada de Saudade|Archivo: Lois P. Leira
Portada de Saudade|Archivo: Lois P. Leira

El periódico de las Hermandades Gallegas " A Nosa Terra", señalaba la noticia de su paso por la capital argentina: "Este benquerido hermano está haciendo una gran laboura galleguista en la ciudad mencionada, (Santiago de Chile), donde, aunque no hay la masa de gallegos que existen en esta capital, la colectividad de nuestra tierra se encuentra, en general, en buena posición económica y puede, por lo tanto, realizar una obra meritoria. Celso Garrido, que, en unión del consejero Suárez Picallo, trabaja intensamente a favor de nuestra causa, cifra muchas esperanzas en el resultado satisfactorio de nuestra tarea".

"Este benquerido irmán está facendo unha gran laboura galeguista na cidade mencionada (Santiago de Chile), onde, aínda que non hai a masa de galegos que existen nesta capital, a colectividade da nosa terra atópase, en xeral, en boa posición económica e pode, polo tanto, realizar unha obra meritoria. Celso Garrido, que, en unión do conselleiro Suárez Picallo, traballa intensamente a prol da nosa causa, cifra moitas esperanzas no resultado satisfactorio da nosa tarefa".

Celso Garrido en los primeros tiempos ejerció la profesión de periodista en La Hora, junto a Ramón Suárez Picallo. Luego se dedicó al ramo de las panaderías, y pudo conseguir una posición económica cómoda. Con su mujer tuvo una hija de nombre Aurora Elena, a quien le llamaba cariñosamente Ruliña. En los momentos libres se dedicó a la poesía editando en distintas revistas y periódicos gallegos su obra lírica. Publicó en 1953 su libro "Saudade" que, según Alberto Vilanova, fue cariñosamente tratado por la crítica. El libro mencionado contenía ilustraciones realizadas por pintor catalán Emilio Piera. Para Garrido la Saudade era "unha forza soave e permanente, implacabel e doce –a saudade–, turra por nós arreo cara ós nosos lares, sen darnos acougo".

Ramón Suárez Picallo, Eduardo Blanco Amor y Celso Garrido en Chile|Archivo: Lois P. Leira
Ramón Suárez Picallo, Eduardo Blanco Amor y Celso Garrido en Chile|Archivo: Lois P. Leira

En uno de sus poemas dedicados a sus compañeros de exilio, bajo el título de ¡Salud, Hermanos!, dice:

Saúde, Irmáns, a carón da garimosa terra nosa, Pol-a céltiga Galiza inmorrente, non laiemos máis: ¡Bruemos bariles agora!. ¡Pol-a nosa caste, por Ella, camiñemos avante!. Coa nosa aición e rexa vontade O GALEGO a de ser avante lema d-estimazón, I-a-nosa Patrea será nosa, queirámolo todos!, i-abafemos a quen se opoña a súa redención. Irmáns: Un berro antergo e sagro (os acomplexados fuxan da nosa veira: só nos interesa do mundo un anaco, só Galiza):¡Viva nosa Terra meiga!. ¿Queredes máis, homes e mulleres das mariñas, do agro e da cibdade?. Eí vos vai o berro angurioso i-eterno: ¡Viva Galiza Ceibe!.

A pesar de conformar una familia y tener una sólida posición económica, Garrido no pudo superar la melancolía del exilio. En 1961 como bien señaló Vilanova, puso fin voluntariamente a su vida. El periódico “Opinión Gallega” de Buenos Aires señaló sobre su muerte: "Con Manuel Celso Garrido perdió el galleguismo un firme luchador y Galicia un hijo fiel. La noticia de su muerte produjo honda pesadume en los hermanos galleguistas de Chile y de la Argentina".

Lois Perez Leira

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