La notable colección privada de instrumentos de escritura, dibujo y pintura de Daniel Salaverría

REPORTAJE

La colección de Salaverría, de origen vaco, incluye el mayor conjunto de plumas de inmersión caligráficas de la Argentina

Daniel Salaverria pintando en su Taller Museo de Buenos Aires
Daniel Salaverria pintando en su Taller Museo de Buenos Aires | Daniel Salaverria

El compromiso de dar a conocer actividades relacionadas con la preservación cultural nos llevó al formidable centro de materiales de instrumentos de escritura, dibujo y pintura de Daniel Salaverría. Este preciado bastión cultural caracterizado por poseer la mayor colección de plumas de inmersión caligráficas de escritura de la Argentina y uno de los más importantes a nivel mundial se encuentra ubicado en la planta baja de un edificio del barrio deBalvanera, en la ciudad de Buenos Aires, sobre la emblemática y céntrica avenida Corrientes.

Hacia allí fuimos a visitar al artífice y poseedor de esta colección particular resultado de una profunda vocación, pasión y esfuerzo personal. En el devenir de la conversación este maestro mayor de obras y artista plástico de 57 años nos revela algunos datos familiares que nos conectan con una historia muy argentina, país signado por varias oleadas inmigratorias que se caracteriza por la diversidad de una sociedad cosmopolita. En este sentido, nuestro anfitrión, nacido en Buenos Aires, desciende por vía paterna de vascos: su abuelo, Simón Salaverria, nació en 1900 en el ambiente campestre de Ezkio (Guipúzcoa), España, era el menor de siete hermanos: cinco varones y dos mujeres; a los 14 años movilizado por los sucesos dramáticos acaecidos con la Primera Guerra Mundial, decidió partir junto a su madre y dos hermanos a la Argentina. Amerita mencionar que si bien el conflicto bélico le aportó a la neutralidad española iniciales beneficios económicos, se generaron tensiones financieras y políticas. La irrupción de movimientos sociales y laborales que reclamaban mejores condiciones y derechos agregaron polémicas y controversias, inflación y desigualdades sociales a la que no fueron ajenos la familia Salaverria que finalmente decidió emigrar de la península.

Durante el período 1914-1918 emigraron a la Argentina unos 300 mil españoles; en torno a estas circunstancias, Simón, el abuelo de nuestro entrevistado contrajo matrimonio en 1925 con una argentina, Manuela Mauro. La pareja tuvo tres hijos, el mayor Ernesto, nacido en Buenos Aires en 1926, quien contrajo matrimonio con Antonia Franco, una joven italiana oriunda de Salerno. De esta unión nacieron tres hijos, Daniel Salaverría y dos hermanas.

De Izquierda a derecha, Simón Salaverria, Antonia Franco y Ernesto Salaverria (abuelo, madre y padre de Daniel Salaverria
De Izquierda a derecha, Simón Salaverria, Antonia Franco y Ernesto Salaverria (abuelo, madre y padre de Daniel Salaverria | Daniel Salaverría

“De chico era complejo, inquieto con problemas de atención y conducta en la escuela. Pero tendría unos 6 años cuando conocí a un vecino, José Fraga, un español oriundo de Galicia, mozo y carpintero y con el tiempo llegó a jefe de carpintería del ´Diario La Prensa´. Yo le ayudaba en su taller barrial y de él aprendí a valorar el uso y cuidado metódico de las herramientas y el empleo de los materiales. Fue un referente importante entre mis 6 y 20 años, aproximadamente”. El experto, reconoce que de este vínculo deriva su amor por los objetos y el concepto de “preservación y colección”que marcaría sus futuras actividades.

Sobre el proceso que lo inclinó hacia el dibujo y la pintura, explica que "esa fue la influencia de un tío que era arquitecto, Enrique Marquina. Yo tendría 12 ó 13 años, cuando me regalo un juego de Instrumentos que pasaron a remplazar los viejos tiralíneas que utilizaba para dibujar con tinta hasta ese momento y con eso empecé a dibujar incansablemente autos de F1”.

Al evocar aquellos primeros años, confiesa que fue tomando conciencia de su habilidad para dibujar y así obtuvo la atención de sus compañeros en el colegio, se podía diferenciar, destacar de los demás, y reconoce que se favoreció en el servicio militar porque su superior admiraba sus dibujos, a tal punto que asegura haber sido el motivo por el que obtuvo el alta tiempo antes de lo que le correspondía.

Asimismo, con nostalgia recuerda aromas que lo remiten a momentos especiales de su pasado: los olores que lo transportan a aquella etapa en que se fue instruyendo y formando sus gustos: “me encantaba el olor de la carpintería del español cuando cepillaba tablas de madera de cedro y también cuando entraba al estudio de mi tío el arquitecto y percibía con placer la mezcla del humo del tabaco que fumaba mi pariente con el del papel calco que usaban los proyectistas)”.

Al referirse a los factores que marcaron sus elecciones vocacionales, nos señala que no asistió a conservatorios pero cursó muchos talleres para perfeccionarse y que, además, ha sido un lector obsesivo de libros acordes a las especialidades que lo motivaban.

"No, no utilizaría la palabra autodidacta para definirme; soy el resultado del aprendizaje asistemático de la instrucción y vivencias durante el trabajo con el carpintero gallego, las experiencias y observaciones en el estudio de mi tío arquitecto, los talleres a los que asistí (que en total posiblemente no alcanzan a sumar un año) y mi fruición por la lectura". Redondea la idea refiriéndose a una época caracterizada por la búsqueda, pruebas y ensayos y comenta (con una sonrisa) para orientarnos sobre sus comienzos que a la puerta de su primer taller le colocó la palabra “LABORATORIO”. Todo esto me llevó al cuidado de las herramientas, el empleo de los materiales, ese amor hacia el objetos. Uno primero lo que trata fundamentalmente es explorar, experimentar, fui sistematizando un método de trabajo de muy chiquito. Me sirvió para mi vida, para el coleccionismo, para pintar acuarelas.

Evidentemente todo tiene un porqué. Se entiende que fue incorporando materiales y orientándose de acuerdo a sus propios intereses. Una inclinación natural, como una pulsión. "Mirá, debía tener unos 10 años y había en mi casa una caja de bombones, de aquellas bombonerías de antes, una cajita de un cuarto kilo y ahí ya había empezado a poner mis primeros lápices negros. Comencé con una colección de lápices solamente de grafito negro y se fueron sumando otras cosas".

DEL COLECCIONISMO AL MUSEO

A medida que avanzamos en el reportaje recorremos la génesis y actualidad de su voluminoso y admirable conjunto de herramientas, utensilios, mecanismos y dispositivos relacionados con la escritura, y nos sumerge en ese mundo de invenciones y progresos que desde hace unos 5.000 años marcaron la evolución cultural y el desarrollo de las sociedades, el modo como desde la prehistoria, en distintas etapas se fueron utilizando diferentes soportes: la piedra,tablillas de arcilla, metales, papiro, pergamino, etc, hasta llegar al papel. Fue sobre estos medios como se fueron expresando las ideas y conceptos, plasmando esos pensamientos y emociones en palabras y éstas se convirtieron gradualmente en escritura, ampliando el universo de la comunicación.

Portaplumas con virola de alpaca y bronce niquelado o latón
Portaplumas con virola de alpaca y bronce niquelado o latón | Colección Salaverría

Y continúa desarrollando estos hitos: “de este modo –gradualmente- se pasó del uso de los calamos en la antigüedad, a las plumas de ave, luego los lápices, que tendrían su versión mas tarde mecánica,las plumas metálicas, (o plumillas como se las conoce en España. Más tarde serán las estilográficas con su propio deposito que ya no dependerán del tintero, para mediados del siglo XX, la llegada de los bolígrafos revolucionaran la escritura y rotuladores”.

En tanto recorre todos estos anclajes históricos que lo conectan con su vocación, Salaverria afirma con satisfacción: “Tengo aproximadamente unos 2500 tipos de plumas caligráficas de inmersión repartidas en unas 300 cajaspara distintos tipos de letras de escritura, redonda, itálica, gótica y hasta para pentagramas musicales”.

Referente a la metodología qué sigue en la búsqueda y organización de esta gran cantidad de piezas alude: “Mi objetivo siempre fue estudiar ¿qué sucedía con esos materiales, cómo se fabricaban, quién los había manufacturado, cómo se usaban? El estudio de cualquier elemento te va llevando a un pariente…, los lápices llevaron a las plumas, los pasteles, y cómo fueron evolucionado los materiales empleados”.

En este sumario, desde luego, ocupa un rol preponderante la tinta, de uso antiquísimo, tanto en China como en el Antiguo Egipto. A este respecto comenta: “Te vas interesando por los tinteros o por las botellas que contenían la tinta… hay distintos tamaños de tinteros: el mayor llamados ´tinteros maestros´, eran los que se usaban en las universidades, colegios, instituciones y escuelas, se vertía la tinta en estos tinteros que venían colocados en los pupitres… y el portero, el maestro o el monitor era el que se encargaba de preparar los tinteros que se iban a usar en ese día”.

Exhibidor de tinteros de gres cerámicos. Terresos, esmaltados a la sal. Proceso de fabricación que se abandonó hacia principio del siglo XX por el peligro que representaba la salud para los que trabajaban en los hornos de esmaltado
Exhibidor de tinteros de gres cerámicos. Terresos, esmaltados a la sal. Proceso de fabricación que se abandonó hacia principio del siglo XX por el peligro que representaba la salud para los que trabajaban en los hornos de esmaltado | Colección Salaverria

Subraya lo diverso y abarcador de ese universo y nos muestra piezas precisamente registradas y en estuches con atractivos diseños en los que se presentaban las plumas o lápices:“encontrás cajas de estilo art noveau o de pronto aparece el futurismo en las cajas italianas…, en otras palabras se le añade el contenido artístico que tienen muchas de los envases o embalajes”.

HACIA LA MATERIALIZACCIÓN DE UN ANTIGUO PROYECTO

Esta colección, por su valor cultural amerita su preservación y estudio a largo plazo. Es de enorme interés por su importancia para especialistas como para el público en general. Desde ya es un verdadero paraíso para Investigadores, vendedores de instrumentos de escritura, grafólogos, peritos calígrafos, escritores, ingenieros o diseñadores que se especializan en la creación de plumas estilográficas, bolígrafos y otros técnicos en dispositivos y mecanismos que se enfocan en la escritura desde la tecnología, los materiales, la ergonomía, etc.

En sus cajas y vitrinas observamos una disciplina para mantener clasificado y preservado tanto plumas de pavo, faisán o ganso, antecesoras de las plumas de acero como una enorme variedad de lápices, sobre los que comenta: “Staedtler, la prestigiosa marca alemana que es uno de los mayores fabricantes a nivel mundial de lápices de madera y portaminas, y su color institucional es azul oscuro. En cambio Faber-Castell, también de origen alemán, una de las empresas más antiguas, fundada en 1761, se caracteriza por tener como color institucional el verde.

Cuando buceamos un poco en la historia de la escritura -describe con minuciosidad- encontraremos que luego de la Revolución Industrial, los primeros fabricantes de Birmingham, en Inglaterra, producían plumas con la ayuda de maquinaria a vapor en una escala nunca imaginada, este adelanto contribuirá a todos los países de Europa a alfabetizar gran parte de su población… esta ciudad fue la cuna de un objeto relacionado con la dureza y la escritura: el acero y la pluma caligráfica de inmersión”.

Sobre las fábricas más relevantes y competitivas, recuerda que "una de las firmas canónicas como Perry & Co-, marca fundada en Manchester, llegaba a tener un catálogo de unas 2000 ´plumas de época´, y otras fábricas inglesas, como William Mitchell, Josep Guillot & Sons o Sommerville, entre otras. Más tardíamente se crearon fábricas en Italia y España, llegando a nuestro país alrededor de 1870”.

De pronto -como por arte de magia- de este circuito de piezas nos muestra unos sellos de lacre: “son unos distintivos que se utilizaron en general para hacer que las cartas se pudiesen saber exactamente si habían sido violadas o no”. Y de una esquina asoma una caja con una colección de lápices mecánicos sobre los que especifica: “estos se utilizaban en todas las oficinas, tenían los dos colores, y en este caso lo notable es que todavía no tenían incorporado los plásticos ni las baquelitas, tienen cuerpo de madera, por ejemplo, este era un lápiz y aparte era una lapicera, es decir, tenía las dos funciones… Y de este otro, por ejemplo, uno podía sacar de un lado la lapicera y del otro lado la mina con el lápiz… pero ya es ´una pieza de lujo´ perteneciente a la época victoriana porque incorpora brillantes, esto sí ya estaba pensado como para un ´elemento suntuario´, aunque los había más sencillos”.

Desde su reducto del barrio de Balvanera Salaverria llevó en septiembre de 2024 parte de su colección a la17° edición de la Feria del Libro Antiguo de Buenos Aires en el “Palacio Libertad” (Edificio emblemático de la Ciudad de Buenos Aires, antiguo Palacio de Correos y Telégrafos).El asombro de los visitantes que se agolparon ante los materiales fue mayúsculo. Observaron con gran interés la serie de vitrinas que mostraban un breve anticipo de su Museo de Instrumentos de la Escritura en decenas de objetos que despertaron atracción e intensa curiosidad. En ese evento se lanzo la versión virtual del Museo de Instrumentos de Escritura.

“Seguir el rastro o conseguir las piezas no es cosa sencilla, porque no es tanto por vía de Internet sino que más bien de boca en boca, gente que viaja, o en los lugares menos pensados venden, por ejemplo he comprado lotes de 5 mil pluma", asegura. "Otra vez un colega compró una librería y encontró dos cajones repletos de caligráficas, era mucho dinero pero se las compré todas. En esto, hay momentos en que las oportunidades no se pueden dejar pasar. Recuerdo que un día mandé a un colaborador por seis envases de tinta antigua a un lugar que ignoraba a qué se dedicaban… y cuando regresó me enteré sorprendido que era una cárcel. Otro ejemplo es el de Barcelona, en una feria que era un estacionamiento muy grande de autos, lugar también impensado, conseguí varias cajas de plumas. En este rubro vienen y te comentan, y hay que estar atentos, o seguir el rastro de un dato, también influye la suerte de llegar a lo que te interesa.- Es decir que hay muchas vías para ir consiguiendo las herramientas”.

Nos agrega una idea muy específica sobre aspectos poco conocidos de esta actividad que trasciende el beneficio económico o comercial: “El que colecciona muchas veces piensa más en el interés y placer por lo que compra que el precio que tiene que pagar por ello. El problema no es tanto cuánto vale, sino encontrar lo que se busca”.

Reflexiona nuevamente a la hora de definirse, y agrega: “creo que primero soy pintor y a partir de eso soy coleccionista porque lo que me interesa no es sólo investigar y saber más de la historia de lo que hizo el hombre sobre los materiales que sirvieron para construir historias por ejemplo las herramientas que se usaban para dibujar o para escribir, Y me importa también que esto vaya interesando a otras personas y que lo vayan estudiando”.

Para tener un perfil más amplio de Daniel Salaverría debemos considerar que como artista plástico desde 1990 se encuentra abocado al estudio de la arquitectura de la Ciudad de Buenos Aires, plasmándola en una extensa serie de acuarelas unidas a la investigación histórica. A partir del año 2000 se ha dedicado a la colección y estudio de los “Ex libris” (etiqueta o estampa que se coloca en el reverso de la portada de un libro para indicar quién es el dueño) y cuyos detalles precisos y en extenso sobre este tópico lo podemos encontrar en https://ex-libris-argentina.blogspot.com/.

Una de las tantas cajas expositoras y organizadoras de plumas estilográficas metálicas antiguas de la Colección de Daniel Salaverria, en cajas originales, de fabricantes ingleses, argentinos, franceses, norteamericanos, españoles
Una de las tantas cajas expositoras y organizadoras de plumas estilográficas metálicas antiguas de la Colección de Daniel Salaverria, en cajas originales, de fabricantes ingleses, argentinos, franceses, norteamericanos, españoles | Daniel Salaverría

Además, parte de su labor artística es la creación de imágenes que han sido utilizadas en diversas publicaciones sobre arquitectura, para emisiones de estampillas del Correo Argentino, emisiones de Billetes de Lotería Nacional, como también para ilustrar los Planos de los Barrios de Buenos Aires del “Programa Patrimonio de los Barrios” del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las piezas reunidas por Daniel Salaverria se encuentran -físicamente- en su colección personal, fichadas, organizadas, rotuladas de acuerdo a sus investigaciones sobre su origen, uso y período en el que fueron empleadas. Ahora bien, este acervo patrimonial se plasma en El Museo Virtual que también cuenta con objetos pertenecientes a coleccionistas y expertos muy destacados en el ámbito internacional, cuyo aporte resulta esencial para la comprensión de particularidades que pasarían desapercibidas por tratarse de instrumentos de uso cotidiano.

Abel Alexander, gran referente en fotografía antigua, fue quien en su primer contacto con la colección le manifestó la necesidad de difundir y resaltar la importancia del material reunido. Para esta tarea, se convocó a especialistas en distintas disciplinas como el coleccionismo, la curaduría, el arte, la restauración, la educación y la pedagogía, el diseño gráfico, el diseño web y las redes sociales, todo ello vinculado a la difusión de valores culturales.

El resultado de estas conceptos e ideas se concretaron en su magnífico sitio web y en su Museo de Instrumentos de Escritura: materiales y herramientas que comprende objetos utilizadosen los últimos dos siglos, divididos en tres sectores o puertas de ingreso: escritura, caligrafía, dibujo técnico y artístico y pintura y grabado.

Daniel Salaverría con sus más de 30 años de análisis exhaustivo y laboriosa investigación ha conseguido realizar un verdadero homenaje a la escritura divulgando por ahora los contenidos de su colección de manera virtual con un verdadero sentido docente y didáctico.

Si bien, el experto afirma con satisfacción el logro de exhibir en su sitio web parte de la colección, tiene un proyecto a más largo plazo, erigir en un ámbito adecuado, un Museo “real”, es decir, pasar de la exposición virtual a un Museo físico, o dicho de otro modo de la visualización digital a la observación directa de las piezas en un sitio con áreas de exposición permanente, con ramas temáticas de exhibición en las que los visitantes pueden interactuar con las herramientas de escritura y experimentar directamente con las mismas.

Por las razones mencionadas, este paso fundamental -que desde luego no es sencillo- requiere del coleccionista una compleja planificación integral que implica múltiples acciones, entre otras la adquisición de una sede permanente, la gestión de funciones museológicas, el montaje de las exposiciones, y un gran esfuerzo de organización.

En virtud de su relevancia histórica y pedagógica la colección de Daniel Salaverría merece se respaldada por sponsors e Instituciones que faciliten las gestiones para crear un museo emblemático, vital e indispensable, para el contacto directo de un público ávido de conocimientos sobre instrumentos de escritura, dibujo y pintura, consolidando de este modo un lugar de actividades, difusión y preservación de un valioso patrimonio cultural.

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