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Dignatarios de todo el mundo acudieron ayer a París para celebrar la reapertura de la catedral de Notre Dame, cinco años y siete meses después de una gran obra de restauración tras el incendio de 2019, en la que participaron cerca de 2.000 trabajadores y 250 empresas. Tanto la Casa Real como el Ministerio de Cultura español habrían declinado la invitación oficial del gobierno francés.
El arzobispo de París, Laurent Ulrich, fue el encargado de abrir las puertas de la catedral a todos los asistentes. “Hermanos y hermanas: entremos ahora en Notre Dame. Abrid vuestras puertas para reunir con alegría a los hijos de Dios”, proclamó, ataviado con una colorida casulla diseñada por el estilista Jean-Charles de Castelbajac, antes de golpear el portón con su báculo.
Terminado el ritual, las campanas de la catedral comenzaron a repicar acompañadas del coro catedralicio, que ejerció de fondo a la entrada de los invitados.
“El mundo nos mira”
La ceremonia se desarrolló en tres partes. En primer lugar, el “despertar” del gran órgano, el más grande de Francia, con 8.000 tubos y 115 registros. En segundo lugar, tuvo lugar el llamado “canto del Oficio”, una serie de salmos y oraciones, incluido el Padrenuestro. A continuación, el arzobispo impartió la bendición final y el coro cantó el “Te Deum”.
“Estamos aquí”, escribió el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en los momentos previos a la apertura de las puertas. “El mundo nos está mirando”.
Ya durante el comienzo de la ceremonia, el mandatario galo expresó a los bomberos –grandes homenajeados al inicio, con un desfile de 160 integrantes de las unidades que combatieron las llamas– y a los empleados en la reconstrucción la “gratitud de la nación francesa”. “Hemos redescubierto lo que las grandes naciones eran capaces de hacer: lograr lo imposible y, para conseguirlo, exhibir una fraternidad sin precedentes”, añadió.
Tras el devastador incendio, las autoridades lograron reunir unos 850 millones de euros en donaciones realizadas por cerca de 340.000 donantes en 150 países, quienes contribuyeron significativamente a la considerada por muchos como “obra del siglo”.
Después de que la catedral se prendiera fuego ante la horrorizada mirada de los parisinos, Macron prometió no solo reconstruirla en un periodo de cinco años sino “hacerla aún más hermosa”. Ahora, desde el Elíseo, aseguran que se trata de un “objetivo cumplido”.
Construida 600 años antes que la Torre Eiffel, la catedral es uno de los edificios más visitados de toda Europa y recibe aproximadamente unos 13 millones de visitantes al año. La archidiócesis de París estima que unos 40.000 peregrinos, entre ellos 8.000 escolares, asistirán al templo durante la próxima semana para realizar una visita de unos 30 minutos.
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