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RESIDENCIA SANTA MARÍA
La Residencia Santa María se ha vestido de fiesta para celebrar sus 35 años de trayectoria, un tiempo en el que “ha experimentado una notable evolución, adaptándose constantemente a las necesidades de nuestros usuarios y a los avances en el ámbito del cuidado y la atención a personas con discapacidad”. Esta evolución a la que se refieren desde la dirección del centro se adscriben tanto al propio servicio como a las instalaciones, situadas en el entorno de A Farixa.
“Todo ello con el objetivo de ofrecer una mejor calidad de vida y un entorno cálido y seguro para quienes confían en nosotros”. Así lo explica la directora del centro, María Isabel Oliveira, junto a sus compañeros Artemia Taboada, auxiliar clínica con más de 35 años de experiencia; Orentino Jesús Ruiz, fisioterapeuta, y las educadoras sociales Patricia Parente y Leticia Domínguez.
Para conmemorar estas tres décadas y media de andadura, la residencia acogió una gran fiesta de aniversario con la participación de todos los trabajadores y usuarios, acompañados por sus familias. Música y teatro pusieron la nota artística a una jornada que tuvo como acto central una comida de convivencia.
En el tiempo compartido durante la celebración, todos los asistentes pudieron hacer memoria de cómo ha crecido el centro en estos años, destacando especialmente el reto de “adaptarnos a las cambiantes necesidades de nuestros residentes y a los nuevos estándares en la atención sociosanitaria”, la obtención de certificaciones de calidad, la mejora constante en la atención centrada en la persona y el fortalecimiento de una comunidad basada en el respeto y la inclusión.
Estas certificaciones de calidad, que respaldan el compromiso de la Residencia Santa María y de la Fundación San Rosendo con la excelencia en el servicio, repercuten directamente en los usuarios. “Estos reconocimientos garantizan que nuestros servicios cumplen con los más altos estándares de calidad, lo que se traduce en una atención más eficaz y personalizada. Además, nos permite responder de manera más eficiente a las necesidades individuales de cada residente, asegurando su bienestar bio-psico-social”, explican desde la dirección.
Respeto, dignidad, atención personalizada, inclusión y compromiso con la mejora continua son los pilares que fundamentan el funcionamiento de la Residencia Santa María, un lugar en el que el día a día está “marcado por la cercanía, el acompañamiento y el respeto. Desde el desayuno hasta las actividades recreativas y terapéuticas, cada momento está diseñado para promover la autonomía y el disfrute de los residentes. Nuestro equipo trabaja con dedicación para que cada persona se sienta como en casa”, precisan.
Desde el equipo directivo del centro consideran que “nuestro mayor aporte es brindarles una vida digna y plena, en la que se sientan seguros, atendidos y felices. Nos esforzamos por fomentar su autonomía, fortalecer sus relaciones sociales y garantizar su bienestar en un entorno de confianza y respeto”. En este sentido, recuerdan con gran cariño a todos los usuarios que en estos 35 años han pasado por allí, que les han brindado “experiencias inolvidables” y de quienes reciben un cariño diario a través de “pequeños gestos llenos de significado”.
Siguiendo la estela de todo lo vivido hasta la fecha, la Residencia Santa María sigue avanzando en su mejora continua, trabajando en la incorporación de nuevos modelos de atención para “llegar a todos los usuarios de una manera personalizada y fomentar la socialización y el bienestar de los residentes”. Al mismo tiempo, continúan con la formación del personal para garantizar que estamos a la vanguardia en metodologías de atención especializada.
Mención destacada merece el enfoque de la fisioterapia, que ha pasado de ser principalmente asistencial a ser mucho más integral y personalizado. “Antes, nos centramos en mantener funciones motoras básicas, pero hoy aplicamos estrategias basadas en el ejercicio terapéutico, promoviendo la autonomía y la inclusión de cada residente en actividades diarias”. Desde la dirección recuerdan que su trabajo es “clave para mejorar la movilidad, reducir el dolor, prevenir complicaciones y favorecer autonomía. Esto se traduce en una mayor participación en actividades recreativas, sociales y laborales, lo que mejora su bienestar físico y emocional”.
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