El calvario del transporte público entre Vigo-Ourense: "No tiene ningún sentido"

AUGE DE BLABLACAR

Las carencias del transporte habilitado entre Vigo y Ourense conducen al uso del coche compartido entre los viajeros

Las largas colas que se forman para coger el bus a Vigo.
Las largas colas que se forman para coger el bus a Vigo. | Lucía Otero

Moverse entre Vigo y Ourense es demasiado complejo. Son dos ciudades que comparten universidad, lazos históricos profundos e intercambio constante de habitantes. Sin embargo, la realidad es que desplazarse en transporte público entre los 95 kilómetros que los separan es dificultoso: pocas frecuencias, trayectos lentos y precios poco competitivos que no se ajustan a las necesidades de los habitantes de ambas ciudades.

La línea de autobuses que une Vigo con Ourense mantiene únicamente cinco servicios diarios en días laborables, número que desciende a cuatro durante los fines de semana.

Los trayectos directos tardan alrededor de una hora y cuarto, mientras que aquellos con paradas intermedias pueden prolongarse hasta una hora y cuarenta minutos. En la práctica, los retrasos son frecuentes y la falta de puntualidad resta fiabilidad a un servicio que debería ser la base del transporte interurbano en la zona.

Mensaje en la estación de bus sobre la línea.
Mensaje en la estación de bus sobre la línea. | Lucía Otero

La estación, especialmente los viernes y los domingos -debido al traslado de estudiantes y trabajadores itinerantes-, se convierte en un hervidero. Es complicado circular en coche por las inmediaciones, no hay aparcamiento y la afluencia de personas es tan grande como las colas que se forman, donde decenas de viajeros se agolpan alrededor de los vehículos.

Existe señalización específica en la estación referente únicamente a la línea Ourense–Vigo debido a su alta demanda. Los usuarios con billete o con abono que han hecho una reserva previa pueden ir directamente al autobús, pero se indica de forma explícita que quienes, aun teniendo bono, no hayan reservado o aparezcan sin billete, deben adquirirlo en taquilla.

Bryan Domínguez, estudiante y usuario habitual de la línea, cuenta que se ha quedado fuera del autobús varias veces que ha querido viajar. “Al final, aprendes la lección y acabas reservando con antelación, pero he tenido que molestar a mis padres varias veces”. Por su parte, Paula González critica desde la cola del bus que su única motivación para sacarse el carnet de conducir es que “está harta de este autobús que nunca cumple los horarios”.

Un tren insuficiente

La conexión ferroviaria tampoco logra ofrecer una alternativa sólida. Aunque se ha introducido el servicio de alta velocidad entre las principales ciudades gallegas, Vigo y Ourense continúan sin un enlace directo, rápido y asequible.

El trayecto más corto, que pasa por Santiago, dura alrededor de una hora y media, aunque en la mayoría de opciones es necesario hacer transbordo, lo que eleva el tiempo total a más de dos horas y el precio a más de 20 euros. Trenes directos entre Ourense y Vigo solo hay seis al día, que se reducen a cinco durante el fin de semana.

Claudia Míguez, una turista madrileña que ha pasado la noche en Ourense visitando a un familiar, explica en los aledaños de la estación de tren que únicamente está allí porque se ha quedado sin billete para el autobús. “Esto no tiene ningún sentido. Voy a coger un transporte más lento”.

BlaBlaCar

Ante esta falta de opciones eficaces, BlaBlaCar ha ocupado el espacio que dejan los servicios públicos, cuadno no directamente se usa el vehículo privado de manera individual. La plataforma de coche compartido ofrece decenas de trayectos diarios, especialmente los viernes y domingos, cuando la demanda se dispara. En fines de semana, el número de plazas ofertadas puede duplicar el de un día laborable, llegando incluso a 50 viajes, con precios que oscilan entre 6 y 9 euros por persona.

El viaje suele completarse en poco más de una hora, lo que convierte esta modalidad en la opción más rápida y económica para moverse entre las dos ciudades.

Sonia López, usuaria habitual entre ambas, admite: “La verdad es que no es un transporte que me agrade demasiado; prefiero estar cómoda en transporte público, pero es la única opción lógica”.

Otro usuario, que prefiere no facilitar su nombre, explica que aunque los otros medios de transporte convencionales mejoraran, seguiría compartiendo su coche porque le da “autonomía” e incluso le ha permitido hacer amistades a lo largo de los años. “Al final, somos las mismas personas todas las semanas; ya es como un viaje entre amigos”, afirma.

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