Deshacerse de los recuerdos para permitirles una segunda vida

SEGUNDA MANO

Un piso del centro de Ourense acogió el primer “home market” de la ciudad, una forma de vender objetos que ya no se utilizan para que otras personas puedan disfrutar también de ellos.

Galería | Un "home market" para dar una segunda vida a sus pertenencias
Galería | Un "home market" para dar una segunda vida a sus pertenencias | Lucía Otero

Todos los objetos guardan recuerdos, más o menos importantes, que conforman nuestra memoria. Es por ello que deshacerse de ellos siempre es una tarea complicada. Sin embargo, muchas veces quedan almacenados en una caja o, en el mejor de los casos, en una estantería cogiendo polvo. Para evitar que eso ocurra, los “home market” tratan de darle una segunda vida a aquellas cosas que tenemos por casa, exponiéndolas y agendando visitas al propio domicilio para que la gente pueda comprar aquello que le resulte interesante.

“Me daba reparo desprenderme de los recuerdos de toda una vida, pero me alegra ver que la gente llega con respeto”

Un piso del centro de Ourense acogió estos días el primer evento de este tipo en la ciudad, aunque este tipo de iniciativas ya son comunes en lugares como Madrid o Barcelona. “No se trata de un mercadillo, hay detrás un proceso de selección que se lleva a cabo con todo el respeto que merece”, explica Lydia González, la organizadora del primer “home market ourensano. Ella se dedica a la restauración de muebles y llevaba tiempo interesada en este tipo de ventas. Así, en octubre conoció a Ana, que quería alquilar un piso que tenía en propiedad, pero primero debía vaciarlo. Lydia le propuso la idea para no acabar guardando todo en un trastero, pero le costó convencerla. “Me daba reparo deshacerme de los recuerdos de toda una vida”, justifica, “ahora estoy muy contenta porque estoy viendo que la gente viene con mucho cariño y respeto”.

Las vajillas formaban parte de las cosas del piso que se vendían, aunque también había muebles o libros.
Las vajillas formaban parte de las cosas del piso que se vendían, aunque también había muebles o libros. | Lucía Otero

Durante dos días, decenas de ourensanos se acercaron hasta el domicilio, después de haberse puesto en contacto con ellas. Nada más entrar, muchos se emocionaban al ver el cariño con el que las cosas estaban colocadas y el buen estado que presentaban. Había vajillas, sábanas y muebles de madera maciza, pero también libros, cinturones, utensilios de cocina… “Pensábamos que la cristalería y las vajillas sería lo que más llamase la atención, pero, contra todo pronóstico han volado las sábanas”, indica Lydia, que también atendió a muchos compradores en su cuenta de redes sociales, Maow Desing. “Subí fotos de algunas de las cosas que había y no he parado de recibir mensajes”, celebra.

En cuanto al precio, Lydia lo tenía claro, había que ser razonables. “Obviamente, no se puede vender ni al precio de mercado de hoy, ni al que lo compraron en su día”, apunta, “al final a nosotros lo que nos interesa es que se vayan con alguien que lo valore, porque la otra opción es meterlo en una caja”. La experiencia ha sido positiva y ya piensan repetirlo. “Es bonito que los objetos que significaron algo para nosotros puedan ser especiales para otras personas”, concluye Lydia.

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