Julines celebra sus 100 años, una historia de deporte y amigos

VIDA CENTENARIA

Julines, como la conocen sus amigos, se ha convertido en centenaria. Con este motivo hace repaso de una vida de trabajo, familia y amigos con los que ha compartido la historia de Ourense del último siglo.

Publicado: 20 jul 2025 - 00:40 Actualizado: 21 jul 2025 - 20:11

Julines repasa sus fotos de la época de la Sección Femenina
Julines repasa sus fotos de la época de la Sección Femenina

En 1934, con dos años todavía en el horizonte hasta el comienzo de una guerra entre hermanos, la Falange fundó la Sección Femenina, una rama de mujeres del partido de la que se puso al frente Pilar Primo de Rivera. Con tan sólo siete miembros en sus inicios, a comienzos de la Guerra Civil en 1936 contaba ya con 2.500 militantes. A partir de ahí y durante 40 años, se articularía como un servicio social para ayudar a los más necesitados de la época.

Una de esas mujeres era la ourensana Julia Gómez Vázquez, a quien sus amigos llaman Julines. “En aquella época no tenía trabajo, hice un curso de administración y entonces me cogieron para El Pardo”, recuerda. Allí estuvo unos cuatro años, pero regresó a Ourense para estar con sus padres cuando sus hermanos partieron para el Seminario y la Escuela del Caudillo, respectivamente, “Yo ya dominaba bastante el deporte”, recuerda, pero en El Pardo hizo un curso de dos años que le abrió las puertas de la parte deportiva de la Sección Femenina en Ourense gracias a que “aquí estaba de delegada Elisa, que era de Riós”.

Baloncesto y amigos

En un tiempo en el que el deporte no estaba bien visto para las mujeres, Julines se dedicó a enseñar baloncesto. Dirigía el equipo Medina, que cada vez que jugaba “se llenaba el pabellón para verle las piernas a las chicas”. Pero no sólo por eso, sino también por la calidad de su juego, que mejoraron “cuando vinieron los catalanes a hacer la milicia”. Recuerda la ourensana que por aquellos tiempo, “Barcelona estaba muy adelantada y empezaron a jugar los chicos, así que fui a hablar con ellos para que nos enseñasen a nosotras también”. Gracias a la madre Lucía de Carmelitas, “que era vasca y también muy adelantada”, empezaron a entrenar “a las tres de la tarde, cuando las monjas dormían”.

Con esa trayectoria deportiva, Julines es memoria viva de la historia de Ourense y recuerda con cariño aquella Sección Femenina a la que ella perteneció “hasta que se hizo demasiado rígida”. Para ella, este partido “lo hizo bien”, tanto en la promoción del deporte como en la atención a los pobres y, de una forma especial, a los niños. “Íbamos a los hospitales a llevarles las canastillas, que tenían que hacer las estudiantes, con dos camisitas, pañales de tela, dos pañitos… Era todo muy distinto”.

Esa misión, liderada por Pilar Primo de Rivera, a quien Julines conoció y define como “una persona extraordinaria”, se preocupó también por cuidar las tradiciones. La culinaria con clases de recetas, que ella llegó a impartir en Ourense, y la más folclórica. La primera la llevaron también por diferentes villas y pueblos de la provincia, “se juntaban varias personas que no sabían cocinar y hacíamos los platos con cosas del pueblo, como zanahorias, remolachas y cosas que se cultivaban”.

A nivel de cultura popular, recuerda, por ejemplo, la recuperación de la danza de Xuvencos, en Boborás, que un vecino les ayudó a transcribir con la colaboración del maestro Vide y Antonio Jaunsarás. Por ese cariño con el que la recuerda, “no podría decir nada malo de la Sección Femenina” porque allí dentro, “cada una tenía su ideal”.

Con una lúcida memoria que recuerda nombres y apellidos, Julia Gómez ha visto cambiar la ciudad de la mano de las familias más conocidas de la sociedad ourensana. Su patria, el barrio del Puente, donde vive desde que allí fijaron la residencia la familia. Desde Santiago llegó su padre, “protésico dental de primera”, cuando aquello todavía era el Ayuntamiento de Canedo. Antes habían vivido en O Couto por la amistad con Jesús Soria, pero decidieron cruzar el río Miño para asentarse en “la parte rica de la ciudad, porque aquí la industria valía mucho, venía la gente a comprar aquí la carne, que era más tierna”. Allí llegaron también “los Tabareses, los Moretones…, que eran comerciantes, igual también porque aquí era donde estaba el tren”.

Desde ese mismo barrio vio irse el franquismo y llegar la democracia. El cambio lo vivió bien porque “nosotras en la Sección Femenina no teníamos sueldo, cobrábamos una gratificación, aunque sí estábamos afiliadas a la Seguridad Social y cotizábamos, entonces Pilar Primo de Rivera hizo que hubiera unas oposiciones para hacernos fijas, yo saqué la de administrativa”. El gesto todavía lo agradece hoy, y lo considera “justo porque estuvimos trabajando mucho tiempo sin nada e hicieron que tuviéramos algo fijo”, de modo que ella y sus compañeras se convirtieron en funcionarias.

No se ha casado, “siempre estuve pendiente de mi hermano Moncho”, aunque pretendientes no le faltaron. “Me lo pidió un teniente de Caballería que estaba en Barcelona, pero le escribí una carta para decirle que no”. De eso no se arrepiente. Su vida “siempre ha sido agradable, la verdad” y, por eso, “no tengo ningún miedo a morirme”. Sólo le hubiese gustado “haber estudiado un poco más, posiblemente hubiese estudiado Derecho, pero no pude”.

Con todos esos recuerdos todavía presentes, Julines acaba de convertirse en centenaria. Atrás han quedado las verbenas en el Posío o las visitas al cine Xesteira, pero sigue conservando intactas sus amistades, porque “tener buenos amigos para mí es lo mejor”.

Cien años que se celebran con pulpo y grandes amigos llenos de recuerdos

En un siglo Ourense ha cambiado mucho y Julia Gómez ha sido testigo de esos cambios. Recientemente ha alcanzado las tres cifras en su calendario vital y lo ha celebrado con los suyos. Familiares y amigos a quienes ha invitado a compartir una misa y a comer el pulpo “aunque yo no lo como”. Nunca lo ha hecho, ni cuando la feria de Ourense se celebra en Os Remedios. “Era ya pequeña y cuando me llevaba mi madre, sólo el olor ya me mareaba”.

Desde esa posición que otorga el paso del tiempo, su consejo para envejecer bien es rodearse de “buenos amigos”, como lo fueron para ella Angelita Soria o “las Coleman, Rita y yo, siempre las cuatro”. Pero también hay que “cuidarse un poco, porque si empiezas a hacer cosas que no debes…”. La clave, para ella, está en “que la cabeza funcione bien”.

En su vida sigue “dando importancia a las cosas que la tiene, pero lo que no tiene importancia se tira y se acabó”. Esa importancia, para ella, la tienen todos esos recuerdos que repasa con precisión sin cansarse y que atestiguan con cariño la memoria viva de los tiempos.

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