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María Martinón Torres: "Atapuerca ha cambiado la historia de la evolución humana en Europa”

Directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh)

María Martinón Torres es profesora del departamento de Antropología del University College de Londres desde 2015 y directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana desde 2017.

María Martinón Torres, ante cráneos de diversas fases de la evolución humana.
María Martinón Torres, ante cráneos de diversas fases de la evolución humana. | La Región

Es una de las coordinadoras principales del proyecto de Investigación de Atapuerca, donde recientemente se ha descubierto a “Pink”, la cara humana más antigua conocida de Europa occidental, de entre 1,1 y 1,4 millones de años de antigüedad.

Pregunta.Creo que cuando fuimos niños todos quisimos ser paleontólogos. ¿Cómo llegó a la paleoantropología?

Respuesta.Llegué un poco como dices (ríe), por un sueño que una tiene de niña. No sabía que acabaría excavando fósiles en un lugar tan extraordinario como Atapuerca, pero siempre tuve el interés en estudiar huesos y fósiles humanos. En un momento determinado tuve que plantearme cúal era el camino para hacer realidad ese sueño. Como tenía mucho interés en la parte anatómica y médica, y además pertenezco a una familia de muchos médicos y estaba enamorada de la disciplina, un buen consejo de mi padre me llevo a la medicina como lugar del que partir. “Conocemos primero cómo es el ser humano actual y después ya nos dedicamos a investigar cómo fue en el pasado”. Estudié medicina, pero con la idea de especializarme en paleoantropología. Un sueño que se hizo realidad.

P.¿Qué es lo que más la fascina de su trabajo?

R.Que me permite alimentar mi curiosidad. Cuando una se dedica a estudiar el pasado lo que nos mantiene alerta son las preguntas. Si alguien espera certezas no es precisamente el campo más conveniente. Tenemos más incógnitas que respuestas. Certezas, pocas (ríe). Pero cada una de las respuestas que llegan es fascinante, porque cubre un vacío, y te abre un mundo de nuevas preguntas. La posibilidad de dedicarme profesionalmente a saciar mi curiosidad es una suerte. Realmente vamos construyendo un puzle con las piezas que conseguimos encontrar, lo que resulta muy satisfactorio.

P.¿Hay algún hallazgo que le haya dejado una huella especial?

R.Cuando se encontró un diente humano en la Sima del Elefante, en el nivel TE9, dos niveles por encima de donde se ha encontrado el resto de “Pink”. Justo acababa de terminar mi tesis doctoral sobre dientes. Lo vi y lo reconocí como humano. Había muchos nervios, mucha emoción, porque me decía: “Bueno, a ver si me he equivocado y estamos celebrando como humano un resto que no lo es”. Pero sí, lo era y me alegré de poner en uso todo el conocimiento acumulado durante los seis años de la tesis, poder volcarlos en un momento histórico. Días después apareció la mandíbula en la que encajaba ese diente. También recuerdo cuando encontramos en Dmanisi, Georgia, la mandíbula de un individuo que había perdido los dientes mientras estaba vivo. Eso tenía muchas implicaciones, porque estábamos viendo que hacía casi dos millones de años hubo un individuo que había sobrevivido sin dientes. Lo que es una manera indirecta de poder inferir que había recibido cuidado por parte de su grupo... Es la única vez en mi vida que me alegré de que un fósil no tuviera dientes (ríe), por todas las implicaciones que tenía sobre el comportamiento y la compasión.

P.¿Por qué es tan importante combatir la soledad?

R.Es nuestra seña de identidad. Si preguntas cómo debemos definir a nuestra especie hay gente que diría que somos la especie inteligente. Otros dirían la especie tecnológica, la especie hábil, la especie cultural… Yo diría que somos la especie prosocial, una especie cuya estrategia para sobrevivir, para salir adelante, para sobrellevar su día a día se basa en la confianza y en la colaboración con otros miembros del grupo. Nuestro día a día está hilvanado de gestos de confianza hacia el prójimo. Lo que nos define como especie y lo que nos ha llevado tan lejos con nuestra organización y sofisticación es precisamente la confianza en el prójimo. Es lo que nos hace una especie tan exitosa. Es más importante tener esa colaboración, estar bien relacionado, estar dentro de un grupo, que mi fortaleza individual, que mi salud, que mi vigor personal. Es mucho más importante tener una buena conexión o un buen grupo que me arrope y que me proteja.

P.No podría estar más de acuerdo.

R.¡Sí (ríe), pero esto ya no se dice! Todo el mundo habla de lo malos que somos. Es la moda. Es fácil caer en el derrotismo, en lo negativo. Pero porque es más fácil que lo negativo se convierta en noticia que lo bueno que damos por hecho en el día a día.

P.¿Cuánto ha cambiado su disciplina y cuánto nuestra visión de la historia humana?

R.La disciplina ha cambiado mucho. Ahora contamos con técnicas muy sofisticadas. Siempre digo que utilizamos técnicas del futuro para estudiar el pasado. Aquí, en el Cenieh, tenemos laboratorios punteros que nos permiten maximizar la información que podemos extraer de materiales inertes, de pacientes que no hablan (ríe). Somos capaces de utilizar técnicas isotópicas muy avanzadas, técnicas moleculares. Antes aplicábamos genética a los fósiles y ahora sumamos un campo nuevo: el de la proteómica. Analizamos proteínas, que aguantan mucho más en el tiempo, por lo que podemos recuperar material biológico más antiguo. Y el estudio de los fósiles ahora es menos invasivo, es rutinario: utilizamos técnicas de imagen como la microtomografía, técnicas basadas en rayos X; vemos el interior de un fósil sin atentar contra su integridad. 

R.En cuanto a la historia, llevo en Atapuerca casi 30 años (ríe). He visto cambiar en vivo y en directo la historia y el relato de los humanos en Europa. Eso sí que ha sido fascinante. Hemos estado añadiendo episodios y páginas que antes no existían sobre la evolución humana. Es como si nos arrimáramos a una ventana que antes era un ventanuco muy pequeño y cada vez nos ofrece una visión más panorámica del paisaje. Antes de Atapuerca creíamos que no había humanos en Europa hasta hace 500.000 años. Atapuerca empieza a proporcionar los restos más antiguos con 900.000 mil años, con el hallazgo de la Gran Dolina. Y seguimos batiendo consecutivamente el Récord Guinness de humanos más antiguos de Europa hasta en tres ocasiones. 

P.¿Qué horizontes abre el hallazgo de “Pink”?

R.Nos plantea una hoja en blanco por escribir. No contábamos con la presencia de humanos hace 1,4 millones de años. Ahora nos tocan todas las preguntas que los humanos se hacen cuando se encuentran a otros humanos. Como diríamos en Galicia: “¿Y tú de quién vienes siendo?” (ríe). Tal cual. No me vale con ponerte un nombre, necesito ubicarte, contextualizarte con tus parientes, saber de dónde vienes. Tenemos una población que hasta ahora no habíamos documentado en Europa. Sabíamos que había Sapiens, Neandertales, Pre-neandertales y Homo Antecessor. Pero ahora añadimos un nuevo protagonista. Nos planteamos las preguntas que todos nos hacemos cuando llega alguien nuevo a la familia, ya no te digo si es un cuñado (ríe). Lo miramos de arriba a abajo y preguntamos: “¿De quién vienes siendo?” Saber de dónde viene, si llegó a conocer a Homo Antecessor, si llegó a interactuar con él, si se extinguieron, por qué se extinguieron…Un capítulo entero, no para reescribir, sino para escribir desde cero.

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