Olga Fernández Chavarría, descendiente de ourensanos: “La niña de las cartas irá a cumplir su palabra”

ORIGEN CUBANO

Olga Fernández Chavarría, descendiente de ourensanos en el exterior, tiene sus raíces paternas en Vilaseca (Trasmiras)

Olga Fernández en un parque de Miami, Estados Unidos.
Olga Fernández en un parque de Miami, Estados Unidos.

Olga Fernández, cubana residente en Estados Unidos de 81 años, tiene sus raíces paternas en Vilaseca (Trasmiras), y nos relata escenas y curiosidades del pasado familiar y su inminente desembarco en tierras gallegas.

Olga Fernández con sus padres Gloria y Ramón, en 1945.
Olga Fernández con sus padres Gloria y Ramón, en 1945.

Pregunta.Cuéntenos sobre sus orígenes ourensanos…

Respuesta.Mi abuelo paterno, Modesto Fernández, tenía veinticuatro años cuando terminó la guerra de Cuba en 1898. Por suerte regresó sano y salvo a casa, y con los grados de sargento. Tuvo un primer matrimonio en que quedó viudo y sin descendencia, en 1910. En 1911, se casó en segundas nupcias con Evarista García, mi abuela, y ese mismo año nació mi padre, Ramón Fernández García, en Vilaseca, de donde igualmente era oriunda la abuela Evarista. Tuvieron cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres.

P.¿Cómo se las arreglaron para sobrevivir?

R.Con la pensión de veterano, mi abuelo apenas alcanzaba para comer, razón por la cual, con mucho trabajo, compraron dos vacas que poco a poco llegaron a una veintena, pero se enfrentaron a una larga temporada de malas cosechas, y sobre todo, al azote de los ladrones de ganado, con lo cual todo decayó estrepitosamente. Mi abuelo había dejado unos parientes en Cuba, que habían montado una mueblería en La Habana, y con ellos envió a mi padre, y mi tío Magín. Esto, según lo que me contaba mi padre, fue en el año 1939. Para costear ambos pasajes vendieron más de la mitad del ganado familiar, y salieron desde el puerto de Vigo hacia Cuba, a mediados de agosto y llegaron en los primeros días de septiembre. Pero las cosas no salieron como ellos esperaban.

P.¿Qué sucedió entonces?

R.Los parientes que supuestamente estaban bien con su mueblería habanera, en realidad estaban al borde de la quiebra, y nunca llegaron a pagarles los primeros seis meses que trabajaron para ellos. En medio de esta situación, decepcionados y sin saber qué hacer, mi padre y mi tío encontraron trabajo en una compañía de ferrocarriles que se extendía a lo largo de toda la isla. Ahí fue cuando pudieron ahorrar un poco y mandar algo de dinero a España.

P. ¿Cómo llegó su padre al Oriente de Cuba?

R.Él y mi tío formaban parte de una cuadrilla de setenta hombres que se movía con los operarios de la Rail Road Company a lo largo de toda la isla. Precisamente en el tramo Manzanillo-Bayamo, sucedió algo que cambió la suerte de mi papá: una mañana llegaron a la finca La Libertad, para que les vendieran un galón de leche y un trozo de carne. Mi madre, que entonces era una joven de 20 años, que había asumido la dirección de la finca a razón de la muerte de mi abuelo, en ese momento se encontraba marcando unas reses con los peones de la finca, y a partir de ahí surgió todo, claramente, con una fuerte oposición familiar que al final no surtió efecto. Eso fue en 1941, y ya en 1944, cuando creyeron que se quedarían sin hijos, nací yo. La finca tuvo un despegue considerable, sobre todo en el área ganadera, donde mi padre tenía experiencia desde niño en la crianza de vacas.

P.¿Cómo recuerda a su padre?

R.No podían faltarle el caldo gallego ni los callos. Llevaba a Galicia en su corazón, al punto que mandó a levantar un cruceiro en el frente de la casa que teníamos en la finca. Yo creo que sufrió más que los comunistas derribaran el cruceiro durante la expropiación del 61, que la propia intervención de la finca. Una cosa especial que recuerdo es cómo, cada vez que le iba a escribir a mis abuelos y mis tías que se habían quedado en Ourense, me pedía que les escribiera unas notitas y que les mandara unos dibujos. Muchas veces les prometí que iría a conocerlos, pero por cosas de la vida eso no ocurrió nunca. Tan solo los conocí por cartas y a través de fotos; mis abuelos murieron a finales de los años 50, y mis dos tías, ambas solteras, murieron en 1972 y 1976, respectivamente. Mi padre regresó a España en el 77 para vender la casa familiar, y ya no volvió más. Murió de un infarto en el año 84, amargado de ver en lo que se había convertido el país tras la revolución-estafa de Fidel Castro.

P. Usted vive en Estados Unidos desde hace 20 años...

R.Aunque vivo en Miami con mi hija y mis nietos, me siento profundamente gallega. Ya tengo 81 años, y para el proximo verano iré a Ourense, a ver antes de morirme la aldea de Vilaseca, el lugar de origen de mi familia paterna. Tal vez encuentre las tumbas de mis abuelos y mis tías, tal vez pueda dejarles allí un ramo de flores. En estos días mi hija comprará su pasaje y el mío. Me emociono solo de pensarlo. De cualquier modo, la niña de las cartas irá a cumplir su palabra.

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