Rosa Alonso, argentina: “Ahora vivo en Quilmes, y cada vez que puedo, me anoto para venir”

“Ahora vivo en Quilmes, y cada vez que puedo, me anoto para venir”

“Yo nací en Tui, Pontevedra, un poco después de la Guerra Civil. Teníamos una situación muy dura. Mi padre se arriesgó y se fue solo a Argentina. Al año y medio hizo un gran esfuerzo y juntó dinero para reclamar a mi madre, a mis dos hermanos pequeños, y a mí. En Buneos Aires nos reunimos, y pudimos hacer una vida, pero ninguno de nuestros padres pudo volver a Galicia. Yo, a los 51 años, gracias a “Reencuentros con Galicia”, pude venir a conocer mi pueblo, la casa de mis abuelos y tíos, y fue una alegría inmensa verlos, que miré al cielo pensando que mis padres desearían haber presenciado ese momento tan especial. Ahora vivo en Quilmes, Argentina, y cada vez que puedo, me anoto para venir, pues necesito respirar el aire de esta Galicia que alguna vez respiramos todos los de casa”.

“Mis padres trabajaron para que nunca pasáramos hambre”

"Yo nací el 5 de agosto del 39, en una aldeíta de Loureda, que se llama Cuebre, y con 6 años cuidaba vacas para unos vecinos por un plato de comida, porque no había. Todo era hambre, miseria, no teníamos ningún valor. No teníamos tierra, ni casa propia, pero mis padres trabajaron para nunca pasáramos hambre. Pero la pasamos mal. Después cogimos una tierra a la mitad, y seguí trabajando en el campo. Y con siete años, ya ordeñaba vacas, vea usted, ¡con siete años! Me acuerdo que con nueve años hice el primer caldo gallego y me quedó rico. ¡Qué orgullo yo tenía! Todo el mundo me decía que me había quedado muy rico el caldo gallego. Luego me tocó irme a Cuba, a los 19 años, porque entonces era la mayor. Todo el mundo iba a América para levantar la casa, el país, y el valor de la vida".

“Yo en este programa me paso todo el tiempo con los pelos de punta”

"El primer contacto que tuve con este programa fue en 2023, y ciertamente digo que me enamoré. Pude descubrir un ámbito totalmente nuevo, con personas portadoras de vivencias muy complicadas, y que nos une lo mismo, las raíces gallegas. Pese a ser los mayores del mismo rango de edad, son muy diferentes. Yo en este programa me paso todo el tiempo con los pelos de punta. Te hablan de cosas tan sensibles, por ejemplo, de que recuerdan los trabajos y el hambre que pasaron estando aquí, la ropita que les tejió su madre para el viaje en barco, las dificultades con que se encontraron al llegar a América, y uno escucha todas esas cosas, y tus propias quejas te parecen totalmente banales de cara a lo que tuvieron que enfrentar en su momento estas personas. Me queda una enorme lección de vida".