La raíz del dolor estaba en el muelle

La Región se cita con Mónica Alonso para conocer el testimonio en primera persona de una mujer afectada por el método Essure. Aunque la implantación se realizó hace ahora diez años, las secuelas la siguen acompañando: la sensibilidad química que sufre como consecuencia del polémico dispositivo de esterilización permanente la condiciona día tras día, también para esta conversación. “Mellor na terraza, non podo entrar nun bar sen saber que produtos se empregaron no interior”, explica.

La situación que le provocaría un dolor “totalmente invalidante” tuvo su punto de partida un día de mayo de 2015 en una consulta de planificación familiar. “Tocábame cambiar o DIU: estaba cómoda e ía seguir”, recuerda. Cuando se procedió a la renovación, el que había portado hasta entonces “estaba completamente descolocado. Nese momento, a especialista fálame do Essure, ponmo todo moi bonito: fácil implantación, sen cirurxía e molestias só uns días”, recuerda. El miedo a una posible inefectividad del dispositivo intrauterino que había empleado, sumado a las bondades de este nuevo método, la animó a tomar la decisión. El Essure es un sistema de esterilización permamente en forma de muelle que se coloca en las trompas de Falopio y el propio cuerpo, al detectar un agente externo, genera una fibrosis que impide el paso del esperma a los óvulos; una alternativa a la ligadura que no necesitaba cirugía.

“As regras chegaron a durarme ata 10 días. Cheguei a poñer pañal para durmir polo tamaño dos coágulos”

Del día de la implantación “só recordo a dor que sentín. Intentaron metelo varias veces, pero non eran capaces porque teño o útero desviado polas cesáreas. Fixéronme moitísimo dano. Ata a enfermeira que estaba na sala, ao verme, díxome: Quéixate, quéixate!”. Antes de salir de la consulta, se desmayó.

"Sabor metálico"

El dolor no remitió pronto, sino que se prolongó durante meses. “Empecei a ter unhas dores menstruais moi intensas, coma nunca, pero dígome a min mesma que é normal”, relata. Comenzó a pensar entonces que algo no funciona. Las visitas a la consulta de su médico de cabecera eran cada vez más frecuentes, pero nunca señaló el Essure como la raíz del problema. “Chegaron a medicarme por lumbago”.

Los intensos dolores, “o sabor metálico continuamente na boca, como se chuparas un clip”, el cansancio crónico o la nebulosa mental -”non recordo moito daquela época”- que fueron en aumento desde mayo de 2015, dejaban cada vez menos dudas a Mónica. En agosto de 2016 hace una nueva visita al área de ginecología donde recibe una noticia impactante. “A xinecóloga foi seca, taxante: ‘Se queres quitar o Essure hai que extirpar as trompas’. É a primeira vez que me mencionan isto”.

Reglas intensas de 10 días

La perspectiva de una operación tan delicada, con dos niños pequeños a su cargo, la hace tomar la decisión de continuar. Pero las menstruaciones son cada vez más largas -”tiña regras de 9 e 10 días”- e intensas: “Cheguei a durmir con pañal polo tamaño dos coágulos de sangue”. En 2019, y por mucho que ella insistía en relacionar el Essure con su sufrimiento -”todo empezou coa implantación”-, le hacen un diagnóstico de endometriosis e incluso llegan a conectarle una bomba de hormonas, que solo funcionó un mes.

“O Essure mide 40 por 8 milímetros; os de Mónica romperan: un medía 16 e o outro, 23, e perforaran a trompa. Aí estaba a orixe da dor”

Comenzó a investigar, encontró la Asociación de Afectadas por Essure de Galicia y se puso en contacto. “nese momento, poñemos en marcha o protocolo para a retirada do Essure, que impulsamos nós”. “A nosa foi unha das primeiras comunidades autónomas en dispoñer dun protocolo de atención para a retirada do dispositivo Essure”, explican desde el Sergas, un reglamento “publicado oficialmente e de acceso público coñecido en todas as áreas sanitarias polos servizos de xinecoloxía do Servizo Galego de Saúde”.

El primer paso es una valoración médica que recoja la sintomatología, además de una prueba de alergología. “Nunca me preguntaran se era alérxica ao níquel ou o titanio”, materiales de los que está compuesto el implante. También se realiza una radiografía para ver el estado del dispositivo, “porque atravesa as paredes do útero: hai casos con microrrestos no cerebro ou nun omóplato”, comparte Sabela Landín, presidenta de la asociación. La prueba confirmó los temores de Sabela, que ya había acompañado a decenas de compañeras en el proceso. “Para min foi a demostración de que non estaba tola, cheguei a dudar de min mesma”, confiesa Mónica.

“O Essure mide 40 por 8 milímetros; os de Mónica romperan: un anaco medía 16 e o outro, 23”, y le perforó una trompa. “Aí estaba a orixe da dor”, recuerda Sabela. La retirada se efectúa en 2021 y su cuerpo regresa progresivamente al estado anterior a la colocación del dispositivo. “As menstruacións volven ser as de antes, desaparece a dor, o cansancio vai a menos”, y aunque el recuerdo de esos días está borroso, no olvida el sufrimiento.

Piden tratamiento integral

No fue hasta 2017 cuando la Agencia Española de Medicamento ordena su retirada. Desde entonces, en la asociación han atendido a más de 700 mujeres afectadas. Desde el Sergas sitúan la cifra de extracciones en 89 entre 2020 y 2025, “das que 17 pertencen a pacientes da área sanitaria de Ourense”. “Temos un informe do Sergas no que recoñecen 923 casos”, apunta Landín en referencia a un cómputo total. Las afectadas piden al Sergas una atención integral para las dolencias y secuelas provocadas, unos cuidados que ahora solo encuentran en la sanidad privada, y que supone un desembolso “de 3.000 euros por tratamentos durante tres meses. Queremos un programa de atención, que nos dean calidade de vida. E queremos unha investigación, isto non se pode repetir, é unha vergoña”. Desde la Consellería de Sanidade responden que buscan “fórmulas por mellorar a calidade da atención e a satisfacción dos usuarios”.