Una década sin don Adolfo, párroco asesinado de Vilanova dos Infantes
CRIMEN SIN RESOLVER
Se cumplen diez años de la muerte del párroco de Vilanova dos Infantes, el cual fue asesinado el 10 de marzo de 2015 en un pajar de la casa rectoral. El crimen sigue todavía sin resolverse y el pueblo continúa luchando para que se haga justicia
Los que conocían a don Adolfo destacan de él sobre todo su gran generosidad. Fue párroco de Vilanova dos Infantes (Celanova) durante más de 45 años, hasta que lo asesinaron en la casa rectoral el 10 de marzo de 2015. Falleció con 77 años, sin apenas dinero ni bienes personales, ya que daba todo lo que tenía a los más necesitados. “Era una buena persona, un hombre amable, cordial y todo bondad, de hecho, por ser tan buena persona pasó lo que desafortunadamente pasó”, señala José Manuel Enríquez, sobrino de don Adolfo y portavoz de la familia.
El día antes del crimen, el pueblo lloró la pérdida de Benito de las Cuevas, quien estaba al frente de la Banda de Música de Vilanova dos Infantes. Don Adolfo era uno de sus mejores amigos, por lo que el párroco acudió al velatorio. Esa noche fue la última que lo vieron con vida. Así fue el homenaje.
Durante las horas siguientes, los vecinos del pueblo no sabían nada de él, pero no le dieron mayor importancia porque creían que había acompañado a la comitiva que fue a Valladolid al entierro de Benito. Sin embargo, cuando estos volvieron ya saltaron todas las alarmas porque don Adolfo seguía sin aparecer. Por ello, el pueblo se volcó en la búsqueda de su párroco, al que su hermano y una vecina encontraron muerto y con evidentes signos de violencia en el pajar de la rectoral.
Una década después aún no se sabe quién acabó con su vida. Durante estos años, la Guardia Civil detuvo a dos ciudadanos de nacionalidad croata, tío y sobrino, que habían acudido a pedir ayuda a don Adolfo, sin embargo, fueron puestos en libertad por falta de pruebas. El caso actualmente se encuentra en punto muerto tras el sobreseimiento provisional de la causa en junio de 2018.
Pese a ello, los vecinos siguen reclamando justicia y así lo han hecho saber con multitud de carteles que llenan las calles de Vilanova dos Infantes. “El gran milagro de tío Adolfo aún está por venir, que esos criminales acaben pagando lo que han hecho porque no hay que olvidar en esta historia que desafortunadamente hay unos criminales en la calle que han matado y pueden volver a matar”, señala Enríquez.
La familia todavía tiene esperanzas en que el caso se resuelva. Han pasado diez años ya, pero según señala Enríquez, aún queda por jugar la segunda parte y los partidos hay que lucharlos hasta el último segundo, hasta que el árbitro pita el final. “La administración de Justicia, la Guardia Civil y los políticos tienen que ponerse las pilas en estos diez años que quedan y realizar el papel que tienen que realizar”, apunta en este sentido.
Al respecto, pide que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil participe en la investigación del crimen del párroco. “Con esto no quiero decir que se quite a la Guardia Civil de Ourense del caso, simplemente que se le dé el apoyo que requiere este caso debido a sus connotaciones especiales y eso pasa por la participación de la UCO”, indica Enríquez.
Pérdida de identidad
Ese fatídico 10 de marzo de 2015, Vilanova dos Infantes no solo perdió a su párroco, también su identidad. Los ladrones se llevaron de la casa rectoral la Virxe do Cristal, que es la segunda imagen de la virgen más pequeña del mundo. Esta reliquia del siglo XVII, que estaba custodiada por don Adolfo y a la cual se le atribuyen milagros, es un símbolo que ha mantenido unido en torno a ella a todo el pueblo a lo largo de casi cuatro siglos y actualmente está en paradero desconocido.
En la iglesia de Vilanova se celebró ayer una misa en recuerdo a don Adolfo, a la que acudieron, como cada año, decenas de vecinos que siguen recordando a un párroco que unió a todo el pueblo, que una vez más se volcó llenando su tumba de flores.
David Núñez: “Queremos que siga la investigación, estamos a mitad del partido”
“Seguimos con el sentimiento de justicia, estamos ante un caso no resuelto y el pueblo quiere que la investigación siga y la persona o personas que le hicieron eso a don Adolfo paguen por lo que hicieron”, asegura David Núñez, quien fue monaguillo de don Adolfo.
Su emoción al hablar de él delata el enorme cariño que le tenía y el gran recuerdo que tiene del párroco. “Era todo bondad, no tenía un no para nadie, se preocupaba de las necesidades que había en el pueblo”. Así define David Núñez a don Adolfo, quien vivió en Vilanova dos Infantes durante 46 años.
Él solo tenía 14 años cuando don Adolfo fue asesinado, pero la pesadilla que vivió esos días permanecerá para siempre en su memoria. “Fue muy duro para todos porque lo que ocurrió aquí fue más propio de una película que de una realidad, tú te esperas que él se jubile llegado a una edad, pero no te imaginas que le van a quitar la vida de esa forma”, explica.
Además, resalta que aquel fatídico día el pueblo también perdió su identidad. “La Virxe do Cristal va dentro del ADN de todos los vilanovenses, tiene una gran tradición, una gran historia y de repente perder esas dos cosas tan importantes… La virgen sabemos que puede volver, pero a don Adolfo nadie le va a devolver la vida, por desgracia”, señala.
David es una de las personas que más se ha involucrado en mantener vivo el legado del párroco, de hecho, preside la Asociación Xuvenil Adolfo Enriquez. Tiene esperanza en que el crimen pueda resolverse y, por ello, pide a las autoridades que continúen investigando. “Estamos a mitad del partido”, asegura.
Sonia Santalices: “Era muy noble, ayudó siempre a todo el mundo”
Sonia Santalices, junto al hermano de don Adolfo, fue la persona que encontró el cuerpo sin vida del párroco en el pajar. “Esa imagen no se me borrará de la cabeza nunca”, asegura. Es vecina de Vilanova dos Infantes y por ello compartió muchos momentos con don Adolfo. “Era una persona muy noble, que ayudó siempre a todo el mundo con sus necesidades, incluso hizo declaraciones de la renta para la gente mayor y para nosotros, los jóvenes, era como un padre, nos llevaba la merienda o se disfrazaba con nosotros”, asegura.
Incluso recuerda con nostalgia lo bien que lo pasaron los vecinos cuando el párroco organizó un belén viviente. Por todo ello, asegura que era una de las insignias que tenía el pueblo. “Pedimos que se haga justicia y que continúe el proceso para averiguar quién cometió el asesinato”, reclama Santalices.
Según cuenta, la pérdida de don Adolfo destruyó a los vecinos moralmente. “Aquellos días fueron muy duros porque también había fallecido mi suegro, que eran muy amigos, y entre las dos muertes pues…”, confiesa.
La ausencia de don Adolfo, explica, se nota especialmente en la unión en el pueblo. También lamenta la desaparición de la Virxe do Cristal. “Había una devoción profunda de todo el mundo hacia ella”, señala.
Marimar Rodríguez: “El supoñía ese punto de referencia, sempre para ben”
“Don Adolfo chegou aquí cando eu tiña sete anos, cambiou todo, era un home que atraia a xente nova, integrouse no pobo totalmente e axudou a todos os que necesitaban algo”, indica Marimar Rodríguez, vecina de don Adolfo.
Según cuenta, el párroco siempre tenía la puerta abierta de su casa a todo el mundo, dispuesto ayudar. Su muerte, explica, supuso que el pueblo perdiese un poco la unión. “Seguímola tendo, pero el era ese punto de referencia, sempre para ben”, añade.
Marimar Rodríguez cree que algún día el caso se solucionará y aparecerá también la imagen de la Virxe do Cristal. “Non é o valor que ten, é o valor sentimental, que levámolo dende que nacemos, eu sigo querendo a Virxe e crendo nela, é unha representación do noso pobo”, explica.
De hecho, se le nota en la voz al hablar la pena que supuso para el pueblo la desaparición de la Virxe do Cristal hace diez años y que se mantiene todavía hoy. La define como el símbolo de unión de los vecinos. “Todos nós temos esa devoción e admiración total por ela, sempre esta con nós”, indica.
Por ello ambas pérdidas supusieron una tristeza inmensa que “todavía a temos”. “El non se merecía a morte que levou”, añade.
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