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PROYECTO DE J.A. SOBRINO
Gracias al proyecto de Estrategia conjunta para la Protección y Restauración de los ecosistemas afectados por incendios forestales (EPyRIS), liderada por el catedrático de física en la Universidad de Valencia, José Antonio Sobrino, originario de Ourense, es posible contemplar en gran detalle la devastación que deja tras de sí la catastrófica oleada de incendios que está teniendo lugar en la provincia, mostrando unos datos escabrosos, hasta un 50% superiores a la versión oficial.
Sobrino dirige la Unidad de Cambio Global, que forma parte del Laboratorio de Procesado de Imágenes (IPL) de la universidad, del cual también está al mando y cuenta con la contribución del doctor Rafael Llorens.
A través de esta unidad han conseguido llevar a cabo durante tres años el proyecto EPyRIS, ya finalizado, destinado a desarrollar procedimientos e instrumentos para minimizar los riesgos de arrastres, pérdidas de suelo y daños derivados tras la ocurrencia de grandes incendios.
Su misión es mejorar la planificación y gestión de las actuaciones pre- y post-incendio; crear herramientas interoperables y de explotación de datos públicos para la implementación de los resultados; y mejorar las capacidades de los socios del proyecto para atender las necesidades en estas materias.
El procedimiento lo aplicaron también en otras campañas como la Contribución del IPL a la explotación científica de las misiones térmicas de alta resolución espacial, que se encuentran desarrollando en estos momentos.
Gracias al proyecto desarrollaron una metodología desarrollada y validada por la UCG para calcular el área quemada y la severidad del incendio a través de píxeles marcados por satélite. Para ello, emplean imágenes Sentinel-2 (Level-2A) con una resolución de 20 metros, corregidas atmosféricamente (herramienta sen2cor) y usando la banda SLC (Figura 1), seleccionando así todos los píxeles clasificados como “Dark Area Pixels”, “Vegetation”, “Not vegetated” o “Unclassified”.
“Durante el proyecto, tras obtener los datos, íbamos a comprobar la zona afectada, de ahí sacamos que el porcentaje de error de nuestras cifras de superficie quemada es de solo un 5%”, destaca Sobrino.
La severidad se divide en baja, moderada y alta. Se puede valorar a través del daño en los árboles, si es menor a un 50% baja, entre 50% y 80% moderada y a partir de ahí alta. Así a todo, el catedrático indica que “donde verdaderamente se percibe la afectación es en el suelo, en las zonas muy afectadas el suelo puede ser hasta pura ceniza y ahí no hay nada que hacer, solo recuperar con el tiempo”.
En definitiva, según su criterio, los puntos con severidad baja pueden recuperarse sin problema, con moderada pueden salir adelante con rehabilitación, mientras que con alta están devastados.
Con datos del sábado a las 13:20 horas, la provincia registraba una superficie quemada de 63.957 hectáreas, mientras que Medio Rural indicaba 42.257 en ese momento. Por lo que los datos por satélite constataron una superficie superior por un 50% a la versión oficial, un contraste ciertamente elevado.
En cuanto a las cifras de la severidad, en su mayoría la superficie afectada estuvo en el rango de moderado, con un 45%., mientras el bajo estuvo en un 26%. En cuanto al área más afectada, supone un 29% del total, con 18.613 hectáreas calcinadas, con los datos del sábado. Estas zonas son totalmente irrecuperables a corto plazo, y necesitarán de un largo proceso de recuperación de su ecosistema.
“El problema de los sitios de muy alta severidad es que si ahora vienen pronto las lluvias todo el suelo se arrastra y las cenizas se van a los ríos y se contaminan”, señaló Sobrino.
El viento ha sido uno de los factores principales para que la severidad no haya sido mayor. La razón, según el físico, es que consigue que las llamas no se mantengan móviles dañando perseverantemente durante una mayor cantidad de tiempo un mismo punto, aunque extiende el daño a una superficie más amplia.
Este factor, sumado a la ola de calor y a la humedad baja relativa son los factores principales, además de los incendiarios, para esta histórica oleada de incendios, que ya suma casi 70.000 hectáreas, según datos oficiales.
“Las situaciones generadas por el cambio climático ponen la alfombra para que luego un pirómano haga su trabajo, si nadie le pega fuego no arde”, manifestó Sobrino.
El proyecto también consta de una herramienta que muestra públicamente las zonas con fuego a través de la detección de anomalías de calor en los diferentes píxeles del satélite a partir de los datos del sensor SEVIRI a bordo del satélite MSG.
Este instrumento proporciona imágenes cada quince minutos, es decir, hasta 96 tomas completas por día, lo que permite seguimiento casi continuo y completo de los incendios de extensión aproximada a su resolución, que en Galicia es de unos 3 km × 4–5 km.n
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