Crisis asmáticas en verano: cómo viajar sin riesgos para tu salud respiratoria
PREVISIÓN
El aire acondicionado puede empeorar el asma y otras enfermedades respiratorias. Descubre cómo prevenir crisis asmáticas durante tus viajes de verano.
Vivir con asma no significa renunciar a disfrutar del verano. La clave está en conocer bien la enfermedad, anticiparse a los factores de riesgo y actuar rápidamente ante cualquier señal de alerta. Un buen control médico, hábitos saludables y cierta planificación son suficientes para evitar la mayoría de las crisis. No se trata de encerrarse, sino de adaptar el estilo de vida a las circunstancias.
Durante estos meses estivales, varios factores pueden incidir negativamente en la salud respiratoria de las personas asmáticas. El aire caliente y seco puede irritar las vías respiratorias, provocando inflamación y broncoconstricción, lo que dificulta la respiración. Las personas asmáticas suelen ser más sensibles a los cambios térmicos, y la exposición prolongada al calor puede provocar una mayor frecuencia de crisis.
Además, en verano y especialmente en zonas urbanas, se eleva el nivel de ozono troposférico y otros contaminantes debido al aumento de la radiación solar. Estos agentes irritan las vías respiratorias y aumentan la inflamación bronquial, lo que puede agravar los síntomas del asma o incluso desencadenar una crisis.
Tampoco hay que olvidar que en julio y agosto muchas plantas y árboles liberan polen, y se aumenta la exposición a esporas de moho, especialmente en ambientes húmedos o mal ventilados. Estos alérgenos son una de las causas más comunes de crisis asmáticas en personas sensibles.
Prevención
La prevención es clave para mantener el asma bajo control durante los meses de verano. Es fundamental acudir al neumólogo o médico de cabecera para revisar el plan de acción para el asma antes de que comiencen los meses más calurosos. El médico podrá ajustar la medicación, evaluar la función pulmonar y actualizar las recomendaciones personalizadas.
El inhalador de rescate (generalmente salbutamol o algún otro broncodilatador de acción rápida) debe estar siempre accesible. Los especialistas recomiendan llevarlo consigo, especialmente durante viajes o actividades al aire libre.
Otro hábito recomendable es consultar los niveles de polen y contaminación. Muchos servicios meteorológicos ofrecen información diaria sobre los niveles de alérgenos y la calidad del aire. En días con niveles altos, es preferible que las personas con asma permanezcan en espacios interiores, y mantener las ventanas cerradas durante los picos de polinización, especialmente en las primeras horas del día y al atardecer. También es más que aconsejable evitar cortar el césped o estar cerca de jardines recién podados.
Un aspecto importante es el mantenimiento y revisión de los sistemas de aire acondicionado del hogar y de los espacios de trabajo. Realizar un mantenimiento periódico, además de limpiar filtros y conductos para evitar la acumulación de polvo y moho, es imprescindible para evitar ataques de asma o situaciones de riesgo respiratorio a medio plazo. También es clave la configuración de las temperaturas, evitando amplias diferencias térmicas con el exterior o seleccionar temperaturas muy bajas. La diferencia entre el interior y el exterior no debe superar los 6-8 °C.
En espacios significativamente secos es recomendable usar humidificadores, pero asegurándose de limpiarlos con frecuencia para evitar la proliferación de hongos.
Hidratación y ejercicio
Beber suficiente agua ayuda a mantener las mucosas respiratorias húmedas, lo cual puede facilitar la respiración y reducir el riesgo de irritación bronquial.
A la hora de practicar ejercicio, las horas más aconsejables son aquellas más tempranas por la mañana, o bien al atardecer, cuando las temperaturas son más suaves y hay menos concentración de ozono, para prevenir crisis inducidas por el esfuerzo.
Planificar los viajes
La planificación de los viajes en época estival para personas que sufran de asma no requiere de circunstancias especiales a tener en cuanta, aunque sí es recomendable conocer el clima y los niveles de alérgenos del destino, asegurarse de llevar suficiente medicación y copias de las recetas y evitar alojamientos con humedad, moho visible o mala ventilación. Todo esto sin olvidar que el reconocimiento precoz de síntomas de descompensación y el uso adecuado del plan de acción personalizado resultan esenciales para prevenir ingresos y complicaciones.
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