Golpes de calor: cómo evitarlos y mantenerse bien hidratados
ALTAS TEMPERATURAS
Beber agua y evitar comidas copiosas previenen desmayos y bajadas de tensión. Conoce este y otros consejos para evitar los golpes de calor
La llegada del verano y la aparición de algunos episodios de calor extremo hace que protegerse del sol y de las altas temperaturas sea importante para la salud del cuerpo.
En épocas en las que se pueden llegar a superar los 38 grados se incrementan los golpes de calor, una urgencia médica que puede provocar complicaciones para la salud, algunas leves como ligeras deshidratacion o desmayos, pero otras mucho más graves, como daños cerebrales, fallos multiorgánicos, o en algunos casos extremos incluso la muerte.
Reconocer los síntomas de los golpes de calor a tiempo pueden servir de aviso para poder atajarlos y prevenir reacciones físicas negativas. Entre estos síntomas destacan la fiebre alta, la confusión, o el dolor muscular. Ante la aparición de estas sensaciones en una situación de altas temperaturas, es clave actuar rápido.
El golpe de calor es una emergencia médica definida por la incapacidad del cuerpo para disipar el calor, lo que lleva a una temperatura corporal central superior a los 40 grados centígrados, y a la disfunción del sistema nervioso central. Esta situación puede darse por exposición pasiva al calor, o bien por esfuerzo, como por ejemplo en trabajos de alta carga física a altas temperaturas o ejercicio intenso.
Síntomas
La exposición al calor extremo activa mecanismos de termorregulación en el cuerpo: la vasodilatación periférica y la sudoración, ambos para bajar la temperatura. Sin embargo, si estos mecanismos fallan o no son suficientes, la temperatura corporal aumenta rápidamente, desencadenando daño celular, inflamación sistémica, y disfunción orgánica.
Las principales señales de alarma para recibir una atención médica de emergencia durante una ola de calor son:
- Alteración del estado mental (confusión, desorientación, delirio, agitación, convulsiones, pérdida de conciencia).
- Temperatura corporal central mayor a 40°C.
- Debilidad muscular severa, o incapacidad para moverse.
- Calambres musculares persistentes que no mejoran con reposo e hidratación.
- Náuseas, o vómitos intensos.
- Cefalea intensa, mareo, o síncope.
- Aumento de la frecuencia cardíaca o respiratoria, así como hipotensión u otros signos de insuficiencia orgánica (como disminución de la cantidad de orina diaria o dificultad respiratoria).
Prevención
El doctor Alberto Kramer Ramos, coordinador del Grupo de Trabajo Urgencias de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), aconseja las siguientes medidas preventivas para evitar un golpe de calor en verano:
- Limitar la exposición al calor en horas centrales.
- Mantener una hidratación adecuada es fundamental, aumentando la ingesta de agua y evitando bebidas alcohólicas o con cafeína. También es beneficioso comer mucha fruta rica en agua y evitar comidas pesadas.
- Usar ropa ligera y de colores claros.
- Buscar ambientes frescos mediante ventiladores, aire acondicionado o, centros de enfriamiento, teniendo en cuenta que los ventiladores pueden ser ineficaces a temperaturas superiores a 37,2°C y en condiciones secas.
- Es recomendable reducir la actividad física intensa durante las horas más calurosas, programando ejercicios o trabajos al aire libre en momentos más frescos del día y permitiendo descansos frecuentes en lugares frescos.
- Para los atletas y trabajadores al aire libre es aconsejable la aclimatación progresiva al calor (exposición diaria de 1 o 2 horas durante unos 10 días antes de la actividad intensa).
Mayores y enfermos
Es fundamental que los pacientes, mayores y dependientes estén informados sobre los signos de alarma (sudoración excesiva o ausencia de sudor, sed intensa, dolores musculares, confusión), y sobre cuándo procurarar atención médica.
Además, tanto los cuidadores como los familiares responsables de enfermos, mayores y dependientes deben revisar la medicación que pueda aumentar el riesgo de complicaciones, y considerar ajustes si es posible. En personas vulnerables, es recomendable realizar controles de bienestar frecuentes, además de asegurar el acceso a recursos de enfriamiento y de apoyo social, especialmente durante olas de calor o cortes de energía.
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