UN VASCO EN GALICIA
Tomiño, el hogar habitual del Premio Nacional de Artesanía
UN VASCO EN GALICIA
Aitor Martínez sigue digiriendo el Premio Nacional de Artesanía recibido el 17 de diciembre por su colección “Mundos”, tras pasar “tres días abrumado” por la cantidad de mensajes y felicitaciones. El galardón le proporciona un “balón de oxígeno tremendo”, aunque reconoce que no abre “las puertas del cielo”, pero sí le permite seguir avanzando y sentirse respaldado en su trayectoria, además de reforzar su visibilidad dentro del mundo artesanal.
El artesano recordó la advertencia de Raúl Mouro, ganador de la edición anterior: “Prepárate, te van a venir cosas muy buenas”. Entre las repercusiones, Martínez percibe un aumento de ventas, más propuestas y mayor tráfico en su página web, algo que le genera motivación para continuar innovando en sus piezas. Sus hijas fueron su principal emoción al recibir el premio: “Que estuviesen cuando recogí el premio fue muy emocionante”, recordó, añadiendo: “¿veis cómo vale la pena esto?”. Para él, la familia es un apoyo constante que le impulsa a seguir superándose y a valorar cada logro compartido.
Vasco de nacimiento y gallego de adopción, dejó su puesto en la universidad de Ourense para dedicarse a la madera en un taller en Tomiño, dedicación que le ha permitido explorar plenamente su creatividad y consolidar un estilo propio. Tras aprender con Adrián Pena y formarse en Francia con Yann Marot, aplicó sus enseñanzas con la premisa de “currar y poner en práctica todo lo aprendido”, pues “con mi edad no me lo podía plantear a largo plazo”. Su pasión por el torno le ha permitido que, al encenderlo, “desaparezca todo lo demás”, sumergiéndose por completo en el proceso creativo y dejando que la técnica y la imaginación fluyan de manera natural.
Martínez también tuvo que aprender a monetizar su oficio, un “otro trabajo” que requiere paciencia, estrategia y adaptación a un mercado competitivo. Su modelo de negocio se basa en Lilia Méndez, quien vende sus piezas en Ao Domini, ya que su trabajo “está un poco por encima del rango” de precios.
Denuncia que a los artesanos se les exige gestionar redes, grabar vídeos y vender: “A los artesanos se nos pide que gestionemos las redes, que seamos medio guapos, que nos grabemos vídeos bonitos… y, además, tenemos que vender”. Esto supone un esfuerzo adicional que a menudo desborda la labor creativa y limita el tiempo dedicado a la experimentación artística.
Asimismo, critica que los clientes pidan descuentos: “Yo no puedo ir a la universidad a decirle a la secretaria a ver si me hace precio con la matrícula de mis hijas”. Reconoce que hay piezas asequibles para regalos, pero las largas visitas sin compra afectan su productividad y economía, obligándole a equilibrar su tiempo entre la creación y la gestión comercial, mientras busca mantener la calidad y la autenticidad de su trabajo.
Para Martínez, la “dura batalla” de los artesanos tiene su origen en la educación: en lugar de centrarse solo en “aquello que se puede corregir con una plantilla”, se debería fomentar la “sensibilidad de las personas”. “Hablamos de igualdad, pero estamos construyendo personas cada vez más frías”, concluye. Su reflexión apunta a que el verdadero valor del trabajo artesanal no reside únicamente en el objeto, sino en el proceso, la dedicación y la capacidad de transmitir emociones a través de la madera, convirtiendo cada pieza en un testimonio del esfuerzo, la creatividad y la pasión del artesano.
La colección “Mundos”, por la que Aitor Martínez fue galardonado, buscó “el punto de encuentro” entre las diferencias que hacen distintas a las personas. Sus piezas se elaboran con “madera verde”, que se deforma al secarse, haciendo el proceso “muy emocionante e intenso”: “Es un gustazo porque siempre te sorprende”. Martínez rechaza las subvenciones: “Yo lo que necesito es que me compren piezas, que me faciliten el comercio”. Propone que las instituciones adquieran obras para decorar espacios públicos, permitiendo que todos puedan disfrutarlas: “Allí están representándonos también, porque somos una parte del pueblo y, de ese modo, tienes una representación del momento que se está viviendo”.
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