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CIENCIA
Un estudio del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), publicado en Nature Astronomy, analizó cómo los cambios en la inclinación del eje de Marte (oblicuidad) influyeron en la pérdida de agua del planeta. Marte, hoy árido, albergó en el pasado “grandes volúmenes de agua en forma de ríos, lagos e incluso océanos”. El trabajo reveló que en épocas de alta oblicuidad la atmósfera se volvió más cálida y húmeda, lo que permitió que el vapor de agua alcanzase capas altas donde se descomponía por la radiación solar. El hidrógeno, al ser muy ligero, podía escapar al espacio.
Gabriella Gilli, colíder del estudio, explicó que “el modelo climático tridimensional que hemos utilizado sugiere que, durante periodos de alta oblicuidad, la tasa de escape pudo ser hasta cerca de veinte veces superior a la actual”. Francisco González-Galindo añadió que “si reuniéramos toda el agua presente en Marte hace entre tres y cuatro mil millones de años, obtendríamos un océano global de más de cien metros de profundidad”. Parte de esta agua se habría perdido por escape atmosférico. El estudio calcula que durante estos periodos Marte pudo perder una cantidad equivalente a un océano de 80 metros de profundidad.
La herramienta clave del trabajo fue un modelo climático global de Marte mejorado por el IAA-CSIC, que permitió simular con precisión el escape de hidrógeno observado por misiones como Maven (NASA) y Mars Express (ESA). Estas simulaciones mostraron cómo la variabilidad orbital afectó el clima marciano. Además, los investigadores subrayan que los cambios de oblicuidad influyeron directamente en la habitabilidad del planeta. Comprender este proceso ayuda a estimar cuánta agua perdió Marte realmente. También permite comparar mejor su evolución con la de otros planetas, incluida la Tierra.
Según Gilli, “aunque comparado con la Tierra pueda parecer modesto, en Marte representa una fracción importante de su antigua agua”. Además, González-Galindo destacó que “nuestros resultados indican que el escape de hidrógeno desempeñó un papel más importante en el proceso de desecación de Marte de lo que se creía hasta ahora”. El trabajo también tiene implicaciones astrobiológicas, al ayudar a identificar cuándo Marte pudo haber sido habitable. Gilli subrayó que “saber cuándo y cómo se dieron las condiciones adecuadas es fundamental para valorar si pudo albergar vida”.
El estudio también resalta la fragilidad de los equilibrios climáticos planetarios. En la Tierra, la Luna actúa como estabilizador del eje de rotación, algo que Marte no tiene. Esa diferencia pudo ser clave en los destinos tan distintos de ambos planetas.
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