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UNA NUEVA VIDA
En la mañana del 22 de enero, el pequeño Concello de Manzaneda despertó con una bonita noticia: la llegada de Aisha Touré Daffe. Con sus 3,380 kilos de vida nueva, esta pequeña trae consigo no solo alegría a sus padres, Mamadou y Maimouna, sino también una oleada de emoción entre sus vecinos. En un lugar donde cada nacimiento es un acontecimiento, Aisha es recibida con los brazos abiertos, como un rayo de esperanza en un rural despoblado.
Mamadou Touré, su orgulloso padre, aún no puede creer lo rápido que ocurrió todo. “Hoy era día de feria en Manzaneda y teníamos pensado comer en el bar de Vladimir, pero mi mujer se encontró mal y ya nos vinimos en un taxi para el hospital” explicaba la misma mañana del nacimiento de Aisha. Antes del mediodía, su hija ya estaba en el mundo, fuerte y sana. A su lado, Maimouna Daffe, de 28 años, sonríe serena, aunque pendiente de cada palabra de Mamadou, que la ayuda a sortear las dificultades del idioma, ya que apenas lleva un año afincada en Manzaneda.
Sin embargo, la historia de Mamadou Touré no ha sido un camino fácil. Su odisea comenzó en 2008, cuando dejó Senegal en busca de un futuro más próspero. La travesía lo llevó a Gran Canaria en una patera. Apenas tocó tierra, la pesadilla comenzó: las autoridades lo vincularon con una supuesta mafia de tráfico de personas y acabó en la prisión de Topas, en Salamanca. Allí conoció a José Fernández Blanco, alias “Paspayo”, un narcotraficante ourensano con quien entabló una peligrosa amistad. Fue esa relación la que lo llevó a Celanova y, posteriormente, de vuelta a la cárcel por un delito de tráfico de drogas.
Pero la vida de Mamadou es mucho más que su pasado. En prisión, supo que su vida cambiaría para siempre: su hija biológica estaba en camino. Aunque siempre quiso hacerse cargo de ella, las circunstancias lo alejaron de ese sueño. La orden de expulsión que pesaba sobre él desde 2019 amenazaba con arrebatarle la felicidad recién conquistada. Su abogada logró frenar, por el momento, su deportación con una solicitud de asilo por razones humanitarias. Mientras tanto, en Manzaneda, su comunidad se moviliza en su defensa. Tras salir de prisión, con una orden de expulsión pendiente, el senegalés decidió empezar de cero en Manzaneda. Con esfuerzo y tesón, se ganó el cariño de sus vecinos trabajando en las bodegas y ahora formando una nueva familia con Maimouna, oriunda de Senegal.
Entre las sábanas blancas del hospital, ajena al torbellino que rodea su llegada, Aisha duerme tranquila. Su nacimiento ha unido aún más a un pueblo que se enorgullece de su diversidad y de su capacidad de acoger a quienes, como Mamadou y Maimouna, buscan un hogar. “Solo podemos decir que estamos muy felices por este recibimiento de la gente de Manzaneda. No paro de recibir mensajes preguntándome cuándo llegaremos para conocer a Aishiña”, dice Mamadou con emoción.
El alcalde, Amable Fernández, celebraba la noticia: “Esta é a primeira nena nacida este ano e esas sempre son boas novas. Nós estamos encantados con Mamadou e coa súa parella”. Y es que en Manzaneda, cada nueva vida es una promesa, y Aisha ha llegado para iluminar el camino de esta familia. Su historia, marcada por la lucha y la esperanza, acaba de comenzar.
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