Testimonio del incendio de Valdeorras: “Chegou a policía para que fuxira, eu dixen vale e quedei”
Ayer, en la séptima jornada de actividad del incendio, algunos vecinos se veían obligados a defender sus casas mientras otros hacían recuento de daños y certificaban la virulencia del fuego
En A Veiga de Cascallá (Rubiá), zona cero de los daños materiales del incendio, los vecinos aún digerían lo sucedido en la noche del lunes y lidiaban con la atención mediática. En O Coballón, uno de los barrios del pueblo, estaba José Luis Rodríguez junto a las casas calcinadas de él y de sus padres. “Veu o lume polo cumio, e logo veu a Garda Civil e desaloxounos”, narra. Después vieron desde lejos cómo las llamas llegaban al pueblo, antes de acercarse. El fuego devoraba sus recuerdos y mucho tiempo de trabajo detrás de los inmuebles: “Isto é unha cousa que se vai facendo pouco a pouco”. A pesar de la tragedia, aún tiene fuerzas para bromear y esbozar una sonrisa: “Hai que tomalo así, se non… Peor xa non pode ser”.
Mejor suerte corrió la vivienda de Pablo Delgado, que se negó a marcharse de la parroquia. “Veu a policía dicindo que o lume estaba aí, e eu dixen vale e quedei”, relata. Delgado, jubilado, destacó la rapidez con la que las llamas se presentaron tras recorrer la distancia que separa Éntoma, en O Barco, de A Veiga de Cascallá: “En vinte minutos xa chegou o lume”, y comparó su velocidad con la de un coche.
El incendio “era enorme”, pero cogió la manguera y se puso a regar el entorno de la vivienda y la nave que tiene en el pueblo, mientras escuchaba cómo reventaban las bombonas de butano de las casas. “Non se vía nada, só se sentían as explosións e os tellados cando caían”, cuenta. Y achaca la virulencia del fuego a la maleza con la que se encontró: “O monte non está limpo, hai moitas prohibicións, entón o campo crece e é peligroso; é combustible”, asevera.
Ayer por la tarde aún luchaban contra el fuego en San Xusto (Carballeda) para evitar que sucediera lo mismo que en A Veiga de Cascallá. Una vecina, Amparo Pedrosa, se encontraba ansiosa por la cercanía de la lumbre a su propiedad: “Compreina hai dous anos, acábolle de poñer a cociña nova, todo novo. E está no medio de todo isto”.
Otra vecina, que no quiso dar su nombre, denunció que junto a su vivienda había una finca sin desbrozar: “Teño medo. Estou regando as casas, pero non tiña que haber estas malezas”, criticaba, añadiendo que se sentían “un pouco abandonados”. “Cando vas reclamar din que si pero nunca vén ninguén, queren quedar ben con todos os veciños”. Otro habitante daba su parecer sobre los desbroces de madera más tosca: “Vas a cortar madera y si te agarran te joden vivo”.
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