El pan es intergeneracional
Medio centenar de mayores y niños de A Mezquita encendieron el horno popular después de dos años para llevar a cabo la elaboración de pan y empanadas en una jornada intergeneracional llena de anécdotas y cantos tradicionales.
A Mezquita volvió a oler a pan. Al igual que la mayor parte de las localidades del rural, cuenta con un horno vecinal que no se enciende desde antes de la pandemia. Antaño, cada semana los habitantes del lugar se reunían en lo que fue un punto de encuentro social, para aprovisionarse de este alimento esencial.
Después de dos años, han sido los niños y las mujeres de A Mezquita los encargados de llevar a cabo nuevamente este preciado trabajo. La iniciativa ha partido de la entidad Os Tres Reinos, una asociación sin ánimo de lucro que tiene como objetivo la dinamización del entorno.
Durante esta semana un operario de la entidad local, acompañado por varias voluntarias, salía al bosque en busca de leña para calentar esta estructura elaborada, según la tradición centenaria, a base de ladrillos. Varios grupos de mujeres fueron las encargadas de adecentar y prepara este lugar, testigo durante años de amores y desamores, de risas y llantos que marcaron la historia de una localidad que cuenta con una amplia tradición panadera. Y es que, según los estudios realizados el pasado año en el antiguo castro del “Castelo de Santigoso”, a Mezquita posee el centeno más antiguo de la Península Ibérica.
Más de medio centenar de niños y mujeres se juntaban en la Plaza de la Iglesia para comenzar con el proceso. Tras la elaboración de la masa - en la aldea de A Esculqueira-, que requirió de varias horas de reposo para garantizar así un producto de calidad, cada uno de los participantes elaboró una pequeña pieza de pan que posteriormente se horneó lentamente. Durante la tarde, también se llevó a cabo la elaboración de empanadas que, junto a los panes, sirvieron como merienda para los asistentes.
Las señoras que forman parte del programa “Por Elas” de la entidad Os Tres Reinos fueron las encargadas de guiar a los más pequeños para calentar el horno, elaborar la masa, preparar los bollos y controlar su cocción, pero también llenaron la jornada de anécdotas, muchos recuerdos, buena compañía y alguna que otra canción popular.
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