Sembrando conciencia y cosechando futuro

Gonzalo Sánchez, de Ecovigilantes de Franciscanas, hace memoria de un gran curso de protección medioambiental.

Ecovigilantes
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En el corazón de nuestra comunidad educativa, el grupo Ecovigilantes de Franciscanas ha emergido este curso 2024/2025 como un faro de esperanza y acción en la crucial tarea de la protección ambiental, en una labor eterna que va camino de los 28 años. Terminamos un curso académico más conformado por estudiantes de primaria y de secundaria comprometidos, guiados por la visión de sus educadores, sobre todo Lalo Sánchez y Cristina Bravo; este colectivo no solo ha levantado la voz en defensa de nuestro planeta, la Casa Común, sino que ha tejido una red de iniciativas tangibles que están dejando una huella imborrable en la conciencia de toda la comunidad escolar y más allá: nuestra ciudad, Ourense, puede dar fe de ello.

Desde el inicio del curso, los Ecovigilantes han demostrado una energía contagiosa y una comprensión profunda de los desafíos ambientales que enfrentamos. Su trabajo no se ha limitado a la mera teoría o a la discusión en el aula; han trascendido estos límites para convertirse en agentes activos de cambio. A través de una planificación meticulosa y una ejecución entusiasta, han abordado diversas áreas clave de la sostenibilidad con un enfoque práctico y participativo. Cada miércoles hemos sido testigos de sus múltiples andanzas: limpieza de los cauces de ríos, el Miño y el Loña; retirada de basura de todo tipo en nuestros montes, Montealegre; Campaña El Mar empieza aquí, retirando colillas de innumerables Parques y calles de nuestra ciudad; actividades sin fin en el Aula de la Naturaleza de Oira: Astronomía, Apicultura, Aquología, Huerto Escolar, Hábitos de Vida Saludable, Educación Vial... O las jornadas de ornitología con la decoración y colocación de cajas nido.

Una de las iniciativas más destacadas ha sido la implementación y el seguimiento de un sistema integral de gestión de residuos en el centro educativo, las llamadas Islas de Reciclaje, de Sogama, y la separación de residuos, la práctica de la Economía Circular, el compostaje en la Semana de la Fruta y cada semana en el Comedor escolar. Lo que comenzó como una campaña de concienciación sobre la importancia del reciclaje y la separación adecuada de residuos, se ha consolidado en la instalación de puntos de recogida diferenciados y en la monitorización constante de su uso. Los Ecovigilantes no solo han informado a sus compañeros/as sobre cómo desechar correctamente cada tipo de residuo, sino que han realizado auditorías periódicas para evaluar la efectividad del sistema y proponer mejoras. Esta labor, aparentemente sencilla, ha tenido un impacto significativo en la reducción de la huella ecológica del colegio y ha inculcado hábitos responsables en el día a día de estudiantes y profesores.

Paralelamente, el grupo ha impulsado proyectos de renaturalización de espacios dentro y alrededor del centro. La creación de un pequeño huerto escolar ecológico ha servido como aula viva donde los estudiantes han podido experimentar de primera mano los ciclos de la naturaleza, aprender sobre la agricultura sostenible y la importancia de la biodiversidad. Además, la plantación de árboles autóctonos en zonas verdes cercanas no solo ha contribuido a la mejora del paisaje local, sino que ha reforzado la conexión de los jóvenes con su entorno natural y ha destacado el papel vital de los ecosistemas en la salud del planeta.

La sensibilización y la educación ambiental han sido pilares fundamentales del trabajo de los Ecovigilantes. Han organizado charlas informativas, talleres prácticos y proyecciones de documentales sobre temas como el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. Estas actividades no se han limitado al ámbito escolar, sino que se han extendido a las familias y a la comunidad local a través de jornadas de puertas abiertas y la difusión de materiales informativos. La capacidad de los Ecovigilantes para comunicar de manera clara y persuasiva la urgencia de la acción ambiental ha sido clave para generar un compromiso colectivo. Y sus campañas de solidaridad ambiental con la recogida de toneladas de tapones solidarios que este curso se han entregado puntualmente al CEIP Sexalbo; y la retirada de más de cinco toneladas de pilas usadas dentro de la Liga Pilabot.

Además, el grupo ha sabido aprovechar las herramientas digitales para amplificar su mensaje y movilizar a sus compañeros. La creación de perfiles en redes sociales y la elaboración de contenido multimedia han permitido llegar a un público más amplio y fomentar la participación en sus iniciativas. Campañas online sobre el consumo responsable, la reducción del uso de plásticos y la importancia del ahorro energético han generado un debate constructivo y han inspirado acciones concretas a nivel individual y colectivo.

No podemos dejar de mencionar su activa participación en iniciativas a nivel local y regional. Los Ecovigilantes han colaborado con otras organizaciones ambientales y han participado en jornadas de limpieza de espacios naturales, demostrando su compromiso con la protección del entorno más allá de las paredes del colegio. Esta apertura al exterior no solo enriquece su aprendizaje, sino que también fortalece el tejido social y ambiental de nuestra comunidad. Desde 2017 participamos en todas las campañas de 1m2 por la Basuraleza que organiza SeoBirdLife y Ecoembes.

El trabajo de los Ecovigilantes de Franciscanas durante este curso 2024/2025 es un ejemplo inspirador de cómo la juventud, con el apoyo adecuado, puede convertirse en un motor de cambio positivo. Su dedicación, su creatividad y su compromiso son un testimonio de la creciente conciencia ambiental entre las nuevas generaciones. Han demostrado que la protección del planeta no es una tarea exclusiva de expertos o gobiernos, sino una responsabilidad compartida que comienza en nuestro entorno más cercano. Todo esto les ha valido entre otros reconocimientos, la Medalla ProEcclesia de la Diócesis de Ourense.

Mirando hacia el futuro, es fundamental seguir apoyando y fortaleciendo iniciativas como la de los Ecovigilantes. Su labor no solo contribuye a un presente más sostenible, sino que siembra las semillas de un futuro donde la conciencia ambiental sea una parte integral de nuestra cultura y nuestros valores. El ejemplo de Franciscanas nos invita a reflexionar sobre el papel que cada institución educativa y cada individuo puede desempeñar en la construcción de un mundo más respetuoso con el medio ambiente. Los Ecovigilantes nos han mostrado el camino: un camino de acción, compromiso y esperanza. Son los pequeños gestos los que mueven el mundo, y está en nuestra mano hacerlo.

Queridísimos/as lectores/as, hasta el próximo curso. Felices Vacaciones.

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