COB-Melilla: un Pazo con pequeños muy grandes

Con la base como protagonista, un árbitro ourensano y un técnico rival “adoptado” en As Burgas, la afición acabó sonriendo y con buen sabor de boca

La cantera, presentada ante los suyos durante el tiempo de descanso. JOSÉ PAZ
La cantera, presentada ante los suyos durante el tiempo de descanso. JOSÉ PAZ

Cobismo en vena. Eso es lo que se vivió en el Pazo. Allí estaban todas las patas de un club de categoría. Estaba su cantera al completo, una afición con ganas de darlo todo y un primer equipo que dio la talla. Combinación perfecta. Por eso las sonrisas ganaron por goleada a los ceños fruncidos. Por eso también la cena de ayer y el desayuno de hoy hasta sentaron mejor al respetable.

Porque aunque se repita, no es menos destacable. No lo dicen los cobistas. Ni siquiera los orensanos que no abracen la religión baloncestística. También lo destacan los que vienen de fuera. El Pazo es una de las mejores pistas y de las que más aprietan de la categoría. Cuando la grada supletoria sale a escena, es por algo.

Con los bombos a flor de piel de Os Boinas, con las banderas luciendo sus mejores telas desde Enchufad@s, y con el resto de los aficionados animando y entendiendo, el duelo fue sobre ruedas. Incluso ya rizando el rizo del basketaverage. Todo positivo, nada negativo. Al revés de lo que decía Van Gaal.

Por eso hasta el atasco para salir del pabellón se toma de otra manera. Decía el gran Andrés Montes que “la vida puede ser maravillosa”. No sabemos si la vida, pero el sábado lo fue. Y por extensión, el domingo. Toca cargar pilas para las batallas que vienen. Por delante queda mucho. Aunque si todo el cobismo camina de la mano, las opciones de final feliz aumentan exponencialmente.

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