El COB perdió con las botas puestas

PRIMERA FEB

El COB, entre adversidades, cayó ante el líder invicto Básquet Coruña tras tres cuartos notables y un final en el que escaseó la gasolina y el acierto

El cobista Romaro Gill pelea el balón ante la defensa coruñesa.
El cobista Romaro Gill pelea el balón ante la defensa coruñesa. | Básquet Coruña

Sin premio, sin reproches. Así se puede resumir el partido del COB ante el Básquet Coruña en tierras herculinas. Con todas las adversidades físicas habidas y por haber, los ourensanos acabaron siendo 11 hombres sin piedad ante un líder invicto. Mandaron durante muchos minutos, en el tercer cuarto dieron síntomas de fatiga y, al final, se acabaron los puntos y la gasolina para ceder por 94-77.

Muchas incógnitas a despejar después del salto inicial. Pero pronto se vio que el COB era un paciente con mejor cara de la esperada. Un “al loro, que no estamos tan mal” que diría el blaugrana Laporta. Jürgens, la potencia con control intermitente, empezó a dejarse ver, y la defensa, tras un desajuste inicial, a morder. Puesta en escena de nivel y un 8-16 en el primer intercambio serio que alimentó el optimismo.

Los ourensanos volvieron a mostrar sus señas de identidad ante un rival que tiene mucho y muy bueno

Y ahí se movió el primer parcial. El COB era el de siempre, quizá sin tanta llama en el fuego, pero muy similar. Pero cuando llevas 10 victorias de 10 (ahora ya 11), es por algo. Así que los coruñeses empezaron a dañar a base de rebote ofensivo, con un Thiam protagonista. Aun así, los de Moncho López aguantaron bien y cerraron el cuarto mandando 19-23.

La intensidad defensiva entre los pros y el comenzar a dejarse tiros libres entre los contras, marcaron el inicio del segundo parcial. Smith, el último en salir a pista, se confirmó como el más “tocado” de todos. Iba a velocidad 0,5 de reproducción y ya no volvió a salir más pensando en el sábado. Un tira y afloja que siguió sonriendo al COB (23-31, m.13) a pesar de entrar muy pronto en bonus. Un criterio arbitral regulero cuanto poco.

Lo aprovechó el cuadro herculino para acercarse hasta que Isaac Vázquez sacó el fusil para mantener la tierra de por medio. Pero los fallos propios (Romaro Gill con un par de bandejas y un resbalón de Martín Fernández) hicieron que el Básquet Coruña llamase a la puerta con un “ya estoy aquí”. Ahí apareció el factor Seixas para, con cinco puntos, mandar el partido al descanso con un 48-48 y todo por decidir.

El parón le sentó al COB como cierta comida fuenlabreña de cuyo nombre no quiero acordarme. Y ahí el partido cambió de tendencia. Ya eran los herculinos los que llevaban la iniciativa. Los de Moncho López entraron en la reserva de gasolina, pero capearon el temporal a base de coraje e idea de juego grabada a fuego. Jürgens volvió a ver aro y McDonnell quiso destacar allí donde fue querido (58-53, m.23). Pero el Coruña es un rodillo. Tiene mucho y bueno. Si no es uno es otro, exigiendo a los rivales la perfección permanente. El caballo se fue yendo poco a poco (67-55), con Jorgensen demostrando su clase. Otra vez las faltas tampoco ayudaron, aunque un arranque de Kalscheur devolvió la esperanza. Y más que hubiera sido si clave un triple que hubiera bajado la desventaja a cinco.

Entraron los ourensanos al último cuarto con -8 dispuestos a quemar las naves. Pero había poco fuego ya. Y sin piernas ni pulmones, el ataque se resintió. Anotaron cuatro puntos en siete minutos. Cifra que te deja noqueado ante cualquier rival y directamente KO ante el líder. El partido estaba sentenciado (88-73, m.35).

Fue un final más soso de lo que el COB hubiera merecido. Perdió donde se podía esperar pero con las botas puestas. El sábado, en su Pazo ante Gipuzkoa, oportunidad para que vuelva la sonrisa. En Coruña dieron la talla, pero eso no le vale a un equipo que se ha propuesto ser ambicioso.

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