Un COB en permanente Navidad

El COB mantiene la costumbre de regalar victorias a sus aficionados. Ayer logró la primera de 2025, tercera seguida y décima en una temporada sobresaliente. Una vez más con igualdad e incertidumbre hasta el último segundo: 87-91 en tierras castellanas ante el Valladolid.

Cierto es que el Pisuerga no es la pista más temible de la liga. El Valladolid no gana allí desde la temporada pasada y sufre una crisis provocada por las lesiones, la irregularidad y los cambios continuos de jugadores. Una situación que le mantiene en puestos de descenso.

Por el momento actual de ambos equipos, el COB estaba obligado a ganar. Pero el equipo de Moncho López no estuvo al nivel de partidos como el del Betis o Estudiantes. Flojeó en defensa, se despistó en el rebote y, por momentos, dudó o se perdió en ataque. Ni el cinco titular acertó a confirmar antes del salto inicial, lo que obligó a Lisboa a entrar en partido más tarde.

El primer cuarto fue una campaña de promoción de la Liga. Juego rápido y lluvia de puntos, con un duelo de triplistas. El local Demers marcó tres. No estuvo mal, pero lejos del eléctrico Moody, que marcó cuatro y terminó con 19 puntos. ¿Los demás compañeros?, mirando. ¿El público?, aplaudiendo. ¿La mesa?, anotando.

Valladolid no se podía permitir el intercambio de canastas. Entre Kovacevic, tres triples, y un Wilson siempre por encima del aro, recuperaron la primera ventaja de 9 puntos ourensana -21-30- y se adelantaron por tres, 38-35. El COB perdía la supuesta superioridad bajo el aro, sufría frecuentes lagunas en defensa, huérfano de un Romaro Gill más tiempo en el banquillo que en la pista, por las rápidas faltas personales.

Las suspensiones de Rafa Lisboa, las continuaciones de bloqueo de Ogunsipe y las acciones en poste bajo de Sergio Rodríguez -una mezcla de dolor de muelas y oídos para el rival-, permitieron mantener el tipo hasta el final de la primera parte -50-48- pero el juego y las sensaciones no eran buenas.

El técnico ourensano Diego Gómez dirigió al equipo en los últimos 11 minutos, luego de la expulsión de Moncho López

No mejoró la cosa en el tercer cuarto. Gill salió a pista, saludó y cometió la cuarta falta. Ogunsipe, la tercera. Wilson y Mballa ganaban el pulso bajo el aro y surgieron dudas en ataque. El parcial local de 14-9 permitía al Valladolid dominar, mientras el COB se refugiaba en el combo portugués.

Sucedió en el minuto 29 un momento clave en el partido. Una acción de Wilson -sin mala intención- atentó a la virilidad, con riesgo de esterilidad, de Monteiro. El técnico Moncho López protestó la abstención arbitral y fue expulsado del encuentro. Dejó al mando a su ayudante, el ourensano Diego Gómez. Con 68-61 en el marcador y un COB más potaje que equipo. Como si Custer te otorga la alternativa en Little Big Horn.

Gómez apostó por Javi López en la dirección y alternó a Krikke y Ogunsipe de pivots -ya que Gill salió a pista para hacer la quinta y despedirse- intentando aprovechar a Sergio Rodríguez al poste y el tardío despertar de Mendikote, claves junto a los puntos de Moody.

Era complicada enderezar la situación. El juego se convirtió por momentos en el camarote de los hermanos Marx, con un arbitraje imprevisible y malos ataques ourensanos, hasta que Javi López marcó un triple, tras una jugada precedida de un error arbitral.

Estuvo brillante el técnico ourensano guardándose el último tiempo muerto. En él preparó la jugada, bien ejecutada por el equipo y rematada por Brito con canasta y adicional. 87-89, a falta de 27 segundos. También fue magnífica la última defensa, que impidió la opción de victoria o empate local.

Con dudas, sufrimiento y mal juego. Con grumete en lugar del capitán al mando. El COB sigue ganando y convierte la vuelta al Pazo, con la visita del potente Fuenlabrada, en un partido ilusionante.