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Arrabal: "Me gustaría que me dieran el Premio Cervantes"

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photo_camera Fernando Arrabal, en una imagen de archivo. (EFE)

El dramaturgo y símbolo de la vanguardia se suma a la celebración del 400 aniversario de la publicación de la segunda parte del Quijote con la creación de "Pingüinas"

El dramaturgo y símbolo de la vanguardia Fernando Arrabal se suma a la celebración del 400 aniversario de la publicación de la segunda parte del Quijote con la creación de "Pingüinas", una obra de teatro sobre las mujeres que rodearon a Cervantes, "todas inteligentes, lectoras y solteras", dice.

"Cervantes era tan extraordinario que de lo que he querido hablar en la obra es de su verdad, su gran libertad, su violencia y la confusión de su vida; es tan humano que es maravilloso", explica a Efe el dramaturgo, que está estos días en España para presentar el estreno mundial de "Pingüinas", que tendrá lugar el próximo día 29 en la sala que lleva su nombre (otro estreno) en las naves de Matadero Madrid.

"Claro que me gustaría que me dieran el Premio Cervantes, llevo más de 60 años dándole vueltas y, en contra de lo que la gente pudieran pensar, porque todo el mundo cree que soy un provocador, yo no quiero arrabalizar a Cervantes; al contrario, toda mi vida he luchado por cervantizarme", subraya el escritor afincado en París, nacido en Melilla y criado en Ciudad Rodrigo (Salamanca).

"Pero lo que más me gusta aún es que se lo hayan dado a Juan Goytisolo, porque me parece magnífico. Yo soy Trascendente Sátrapa, los premios que da el Instituto de la Patafísica, que es más importante que el Cervantes, y solo lo tenemos 54 creadores en el mundo, pero ojalá se lo dieran también a él, aunque yo no puedo hacer nada, porque solo lo entrego, como hice con Louise Bourgeois", argumenta minutos antes de dar una rueda de prensa de presentación de "Pingüinas" que al final ha resultado todo un "happening", con un Arrabal teatral y dicharachero.

"Pingüinas" es una obra encargada por el director artístico del Teatro Español, Juan Carlos Pérez de la Fuente, a Fernando Arrabal. El director de escena ya ha dirigido cuatro montajes de este escritor- el único ya vivo que conoció a Tristan Tzara-, como "Cementerio de automóviles" o "Carta a la madre".

Así, diez mujeres, diez motos tuneadas, gallinas, naves que vuelan y un hombre (Cervantes) que también vuela, se subirán a escena en este texto que Arrabal dice que terminó en diciembre, y que Pérez de la Fuente dirige en un "diálogo entre el siglo XVII y el XXI".

"Este es el mejor texto de Arrabal, ya te puedes morir tranquilo", le ha espetado el director al dramaturgo durante la presentación, en la que también ha hecho una defensa del teatro público, donde tiene que existir "el riesgo", en su opinión. "Es un texto en el que Cervantes llega al siglo XXI cargado de confusión en busca de la verdad, como hizo toda su vida", ha recalcado.

Arrabal, que escribió en los años 90 una biografía sobre Cervantes bajo el título "Un esclavo llamado Cervantes" -"en España no tuvo mucho éxito, pero sí en el extranjero, donde me dieron hasta un premio", recuerda- se ha nutrido de todo Cervantes. "Hay cinco biografías de Cervantes, pero sobre todo hay una que es maravillosa y fascista, la de Luis Astrana Marín, con ocho volúmenes maravillosos".

"Él es fascista y racista, por ejemplo, cuando habla del cardenal Mendoza, y de los amores de la sobrina de Cervantes con el que llama el gitano -dice-, pero está totalmente documentada. La llama vida ejemplar y heroica, pero la vida de Cervantes no tuvo nada de ejemplar ni de heroica; en la mía afirmo que era homosexual y que no perdió el brazo".

"Muchos eruditos cervantistas no son reticentes a mis opiniones, y creen que era homosexual; otros creen que era de origen judío, incluso hay un español llamado Alberto Medina que piensa que es de origen morisco; algunos piensan que tuvo novios; otros, no. Hay muchas tesis pero, bueno, yo no sé si era homosexual, pero sí que admiraba mucho a las mujeres, y tiene a su alrededor un grupo de mujeres excepcionales".

Y entre esas mujeres Arrabal destaca a María, su sobrina, sus hermanas, "que son geniales y no están casadas y siempre metidas en pleitos, como él. Cervantes siempre hablaba de su madre, Leonor, nunca de su padre, Rodrigo, del que dice que era un quemador de libros".

Cervantes también ha estado presente en la historia de amor de Arrabal y su mujer, Luce Moreau, quien también ha dedicado su vida al estudio del Quijote. "Cuando teníamos 20 años nos dimos un beso, sin guarrerías, bajo la mirada de la estatua de Cervantes en la plaza que hay frente al Congreso de los diputados que ahora mira al Hotel Palace", ha añadido con ternura este hombre que dice que vive "para morir de amor".

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