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DESAHUCIOS
En la casa en la que vive Natalia Otero y su hija de 12 años hace frío. De los radiadores solo quedan los enganches de las paredes desde que los vendió, junto con la caldera, para conseguir dinero.
"Se aprovecharon de mí"
Pero la casa en la que vive no le pertenece, es del Banco Sabadell, quien se la reclama desde 2012. En 2011, Natalia Otero firmó una hipoteca con el Banco Gallego (posteriormente comprado por Sabadell) de 900 euros mensuales durante 43 años, aunque cobraba 426 euros al mes. Otero solo recuerda de aquel día un revuelo de papeles que alguien le pedía que firmase. "Yo estaba bajo tratamiento psicológico en aquel momento, no estaba en plenas facultades y se aprovecharon de mí", explica mientras muestra informes médicos que corroboran sus palabras. "Después de firmar tienes 15 días para echarte atrás, yo lo hice, pero me dijeron que no podía, que mi deuda ya había sido vendida", apunta.
Entonces comenzó la lucha. Siete abogados, múltiples denuncias archivadas y varias sentencias ganadas contra las financieras. "Me llegaron a llamar por teléfono diciendo que iban a mandarme a unos rumanos a casa, imagínate lo que es eso, sin saber quién te está hablando del otro lado", comenta. La orden de desahucio se congeló en 2016, después de que Otero intentase suicidarse. "Pero eso no quiere decir que mañana no la reactiven, lleguen y me obliguen a largarme", dice, con el contrato hipotecario en la mano. "¿Y qué hago si me dicen que me vaya en 15 días? ¿A dónde me voy con la niña?", añade.
"Me llegaron a llamar por teléfono diciendo que iban a mandarme a unos rumanos a casa"
Por el momento, su hija y ella sobreviven gracias a su pensión de invalidez total de 545 euros y a la ayuda económica de sus padres. "Le he pedido una mensualidad de 300 euros al banco para pagar la hipoteca, pero me dicen que no es suficiente", razona. Además, pide una indemnización moral al banco, "por lo que me están haciendo". Lo que más le duele es, en sus palabras, que esto le pase a su hija -a la que el banco colocó como aval-. "Es una niña de notables y sobresalientes, y se merece lo mejor, pero no puedo dárselo", explica. Otero dice que se siente como una "toupa" que busca un hueco y a la que solo le pisan las salidas. "No pido dinero, pido justicia".
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