PROTAGONISTA OURENSANO

Llega ‘Priscilla', la reina drag del teatro de Madrid

photo_camera Los protagonistas de la obra 'Priscilla', durante un ensayo (Foto: Ortuño)

El espectacular montaje del musical que narra la historia de tres drag-queen americanas llega a Madrid 

Musical "feelgood", "jukebox" y "drag queen" son algunas de las etiquetas de "Priscilla, reina del desierto", la producción que aparcará su espectacular autobús y sus casi tres millones de presupuesto en el Teatro Nuevo Alcalá desde el 2 de octubre para quedarse, al menos, una temporada en Madrid.

Luego esperan estar "por España" otras dos temporadas, explicaron en rueda de prensa su director asociado, Dean Bryant, los productores ejecutivos, Marcos Cámara y Juan José Rivero, y sus protagonistas el ourensano Christian Escuredo, (natural de Soulecín, O Barco) Mariano Peña -el popular Mauricio de "Aida"-, Jaime Zatarain y David Muro.

Las experiencias de tres amigos que recorren el desierto a bordo de "Priscilla", un desvencijado autobús, representando un espectáculo "drag" se convirtió en su traslado del cine a la escena en la interpretación de los 25 "mejores estándar" de la música pop, un "jukebox" "lleno de creatividad y humor para todos los públicos". El universo "dragqueen", sus "plumas, pestañas, licras y coreografías", se apropia de los éxitos de divas como Donna Summer, Madonna, Tina Turner o Gloria Gaynor, interpretados en directo, con una orquesta de nueve maestros, dirigidos por Manu Guix, y el refuerzo de un coro que le da mayor peso a los temas.

El productor Juan José Rivero explicó que el éxito que tuvo en todo el mundo el musical -Australia, Estados Unidos, Reino Unido, Nueva Zelanda, Suecia, Italia, Canadá, Brasil y Argentina, antes de llegar a España- se explica, entre otras razones, por la "magnitud" de "su auténtica diva", es decir, el autobús, el "auténtico" que se ha usado en Londres los tres últimos años. Pesa diez toneladas, lo que obligó a reforzar con acero el escenario y a hacer obras un mes en el teatro para meterlo, y se mueve en las 22 escenas que componen el espectáculo, sin un solo cable, solo con baterías, gracias a 25 motores que controlan 50 ordenadores.

El autobús, controlado por completo por técnicos australianos, tiene "tecnología militar" para evitar "riesgo de hackers o interferencias en su delicado funcionamiento", según Rivero.

Además, para permitir los 220 cambios de vestuario, en los que cada intérprete invierte un máximo de 15 segundos, tuvieron que diseñar unos "antifaces", hechos a partir de moldes, que llevan incorporado el maquillaje de los ojos, incluidas las "pestañazas" y que se cambian igual que los trajes.

Si la película que dirigió Stephan Elliot en 1994 obtuvo un Óscar al mejor vestuario, en su versión escénica logró premios Tony y Olivier, y fue visto por más de tres millones de espectadores.

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