SOCIEDAD

El selfie y la generación del 'yo,yo y yo'

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photo_camera Una joven se saca una autofoto.

A simple vista, sin reflexionar mucho, parecería que las selfies muestran el narcisismo cada vez mayor de las redes sociales. 

La historia de la selfie ya la conocemos todos. Fue la palabra del año en el 2013, la incorporaron los diccionarios más importantes, la actriz Ellen de Generes la popularizó en una foto colectiva (que sería usie en vez de selfie) la pasada ceremonia de los Oscars y, a partir de allí, cada uno de los teléfonos inteligentes lanzados al mercado presenta una nueva herramienta para que las autofotos sean más automáticas, panorámicas, inteligentes, lindas o, porque no, irreales.

A simple vista, sin reflexionar mucho, parecería que los selfies demuestran el narcisismo cada vez mayor de las redes sociales. Según el sitio websta.me, que analiza los términos más etiquetados en el mundo en Instagram, la palabra "me" (yo) sumó este mes 351 millones de etiquetas y la palabra selfie, 302 millones. Ambas forman parte del TOP 10 de palabras más empleadas por los Instagramers.

No sería grave si no existieran estudios como el de la organización sin fines de lucro Rawhide, que analiza la obsesión con los selfies y el narcisismo de los usuarios en las redes sociales e indica que durante el 2015 más personas murieron por hacer selfies que por ataques de tiburones, que en Instagram se publican 1.000 selfies cada 10 segundos, que el 74% de todas las imágenes compartidas en SnapChat son selfies, que por día se toman 93 millones de este tipo de fotos y que representaría 2.583.333 rollos de fotos. Datos que sin análisis son casi de color.

Pero calemos más hondo. Pensemos en la foto entera y no en la selfie.

Yendo al mundo de la psicología, la autofoto más que un acto de vanidad indica baja autoestima con necesidad de afirmación y construcción de identidad. La Universidad de Van Wageningen realizó el estudio titulado `La gracia y la soledad de fotografiar` para analizar la relación entre selfie y autoestima. Según su investigación, aquellas personas que realizaban más selfies, poseían una autoestima más baja, tenían menos sexo, mostraban un alto índice de inseguridad y miedo al abandono.

Otro estudio sobre el mismo tema lo realizaron expertos en redes e historiadores del arte de la City University de Nueva York, la Universidad de California en San Diego y expertos alemanes en visualización de datos, quienes recogieron selfies tomadas en cinco ciudades (Bangkok, Berlín, Moscú, Nueva York y Sao Paulo) y subidas a Instagram en diciembre de 2013 y un dato revelador indica que sólo el 4% eran selfies, mayoría de jóvenes y de mujeres con la edad más generalizada de 23 años. Pero también había un alto índice de adultos participando en dicha actividad.

¿Quién fue primero, los millennials, las marcas de móviles, las celebritis o el marketing? Hay una tendencia bautizada efecto Simmel, en honor a George Simmel, el sociologo alemán que el siglo pasado y antes que nadie realizó interesantes estudios sobre la circulación de ideas y modas de las elites y cómo las clases populares las adoptan una vez que la primera las abandona. Si bien Simmel murió en 1918, fue uno de los primeros en replantearse ¿qué es la sociedad? y su trabajo `Metrópolis y la vida mental` nos adelanta la respuesta a los fenómenos de 2016.

Volvamos al yo. En el 2013, la revista Time tituló una tapa con `La generación del yo, yo, yo`, en referencia a los millennials, comparando a esta generación con un artículo de Tom Wolfe de 1976 titulado `The `Me` Decade` sobre el nuevo egocentrismo e individualismo de la sociedad norteamericana y dice algo que ilustra nuestra época. El artículo dice que mientras que en la década de 1950 familias muestran una foto de la boda, una foto de la escuela y tal vez una foto militar en sus hogares, la familia americana de clase media promedio de hoy camina en medio de 85 cuadros de sí mismos y sus mascotas.

En `La salvación de lo bello`, el escritor Byung-Chul Han va mucho más allá de la explicación superficial: "El selfie es, exactamente, este rostro vacío e inexpresivo. La adicción al selfie remite al vacío interior del yo. Hoy, el yo es muy pobre en cuanto a formas de expresión estables con las que pudiera identificarse y que otorgaran una identidad firme", desmintiendo la explicación, apresurada, del narcisimo: "Lo que genera la adicción al selfie no es un autoenamoramiento o una vanidad narcisistas, sino un vacío interior. Aquí no hay ningún yo estable y narcisita que se ame a si mismo (*) es un narcisismo negativo, sin interioridad".

Es cierto que la autofoto no es nueva pero si resurge como una nueva forma de comunicación. No son los jovenes sus inventores, así como no son los millennials los creadores de Instagram ni los PNTs de las marcas. La selfie, moda o no, llegó para quedarse como un género de imágenes que retrata una época. El tiempo ayudará a escapar o no este momento el espacio privado es público y lo espontáneo no es tal, sino una construcción. La historia de la selfie, recién empieza.
 

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