Opinión

Carta magna inclusiva

Ahora, el ocurrente Gobierno de Pedro Sánchez está preocupado, una vez más, por cuestiones de género pues, como se ha informado, ha encargado a la Real Academia Española de la Lengua, un estudio para “adecuar la Constitución a un lenguaje inclusivo”.

En palabras de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, “se trata de adecuar la Carta Magna “a un lenguaje correcto y verdadero a la realidad de una democracia que transita entre hombres y mujeres” y añade que “será necesario empezar por tener un texto que nos incluya a las mujeres” y subraya que la redacción de la actual Constitución “en masculino, se corresponde a una sociedad de hace 40 años”… Y recordó que en la pasada toma de posesión, “les costó trabajo prometer como ministros” y claro, por eso añadieron lo de “ministras”, tal como comentábamos en un artículo anterior.

Por su parte, el director de la RAE, Darío Villanueva -ex rector de la USC-, afirmó que emitirá un informe ”riguroso, serio y despolitizado desde el punto de vista lingüístico y gramatical” y conforme a la doctrina lingüística de esta institución “y sin apartarse de lo que ha sido la tradición gramatical, ortográfica y lexicográfica de hace más de 300 años que ha ido evolucionando y poniéndose al día”…

Pero todavía mucho más crítico ha sido el escritor y académico de la RAE -sillón T- Arturo Pérez Reverte, quien ha asegurado que abandonaría esta docta institución “dando un sonoro portazo” en el supuesto de que esta acceda a la propuesta del Gobierno para modificar la Constitución para adecuarla al lenguaje inclusivo. Así de claro y contundente, propio de su idiosincrasia, e incluso fue más enfático en una respuesta tuitera donde aseveró: “Tiene usted mi palabra”. Aquí no hay nada inclusivo; a contrario, más bien exclusivo, porque él se excluiría de esa decisión. Y para argumentar su postura “incluyó” un enlace sobre un artículo donde quedaba patente que “la actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas”.

La cosa es marear la perdiz y acordarse de la Constitución por cuestiones de menos relevancia, cuando en la misma hay otras perentoriedades que están aún pendiente de abordarse, como por ejemplo la sucesión en la Corona (artículo 57) o el papel de las diputaciones.

Te puede interesar