Opinión

El "Prenda" y sus colegas

Advertencia: este artículo utiliza a veces un lenguaje no apto para menores. Si están ustedes acompañados de uno, tápenle los ojos como hacían nuestros padres con nosotros en el cine, cuando éramos pequeños y en la pantalla había una escena de terror. Gracias.

Según se ha descubierto ahora, el "Prenda" y sus colegas no solo abusaron de la chica de los Sanfermines, sino que ya lo habían hecho con otra en Córdoba. Y también lo grabaron y se lo contaron a sus amigos entre risas (risas de hiena, como es lógico). O sea que pronto descubriremos que lo hicieron más veces aún o que si no, fue porque no pudieron. Ellos son así.
Tal como explican los expertos, policías, psicólogos, psiquiatras, etc., los violadores y abusadores son siempre reincidentes. No se conoce el caso, tal vez porque no existe, de un tipo que cometiera una vez en su vida una violación y no lo volviera a hacer o no lo volviera a intentar nunca. Hay gente que roba, mata o traiciona una vez y nunca más lo vuelve a hacer, es un hecho (los soldados matan a diestro y siniestro en la guerra, y nunca lo vuelven a hacer cuando regresan a casa). Pero violar no, eso también es un hecho, violar es repetitivo.

Como vivimos en una sociedad en la que hace mucho hemos renunciado inteligentemente a la Ley del Talión, ojo por ojo, y a otras parecidas, hay cosas que la justicia no puede ni debe hacer. Y todos o la mayoría, estamos de acuerdo en eso. Pero esas cosas que no se pueden hacer se pueden pensar. A fin de cuentas entre pensar y hacer hay un trecho muy largo. Un trecho que el "Prenda" y sus colegas ni siquiera necesitaron recorrer, porque cuando salieron de Sevilla hacia Pamplona ya lo llevaban todo planeado... lo habían hecho otras veces.

El suceso de Córdoba ocurrió en un coche. Drogaron a una chica, abusaron de ella mientras estaba inconsciente, la golpearon, lo grabaron con un móvil y lo difundieron entre sus "amigos" en un chat que se llama "La Manada". O sea, lo que yo decía: esos tipos no son hombres, son hienas con un smartphone en la mano. Se ve que la mano, el smartphone y la cabeza, no les dan para nada más.

Ojalá esos indeseables se pudran en la cárcel un buen montón de años, eso sería justicia. Pero en realidad lo que habría que hacer, ya que el pensamiento es libre y no hace daño a nadie, sería atufarlos a todos de burundanga hasta las cejas, para que cuando despertaran se encontraran con que sus conciudadanos les habíamos cortado los huevos y la polla. Después habría que darles, por ejemplo, un par de meses de reflexión (bajo llave por supuesto), antes de por fin cortarles la cabeza. Eso sí que estaría bien.

Fin y vale. Ya pueden retirar la mano de los ojos del niño. Ciao.

Te puede interesar