Opinión

Que alguien corte la soga

Contaba Camilo José Cela en su delicioso libro 'San Camilo, 1936' que los muertos no saben que lo están. Ni dando por válido este pensamiento se puede comprender que alguien sucumba a la tentación de no seguir en la pelea por muchas trampas que haya en el camino. Es cierto que los medios de comunicación no acostumbran a publicar suicidios, a no ser que sea inevitable por la relevancia de la persona, para evitar el "efecto imitación", como ayer reprochó Miguel Ánxo García, presidente del Movemento Galego de Saúde Mental, pero estamos ante una situación descorazonadora.

García detalló que el año pasado en Galicia se suicidaron sobre unas 390 personas, más de una por día, y advirtió de un incremento de dos puntos respecto a 2013, año del que hay datos oficiales. Ante un problema de esta magnitud no se puede mirar para otro lado ni cruzar los brazos. Este experto atribuye el incremento, que no tiene trazas de cambiar, a la "desprotección contra los efectos de la crisis y al recorte de recursos de atención a la enfermedad mental".

La vida en muchas ocasiones aprieta como una soga, pero es tarea de las administraciones y de todos hacer lo imposible para que el que padece calamidades no ceda ante tentaciones irreparables.  
"Los suicidios son un indicativo de la salud general de una sociedad", denuncia García. Cuando más de una persona al día decide quitarse la vida quiere decir que nuestra sociedad está muy enferma. No es un problema para hacer política, sino para tomar conciencia e implementar programas de prevención como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ayer fue el vecino, hoy puede ser un familiar y mañana nos puede pasar a cualquiera. Si eso sucede, que alguien nos corte la soga.

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