Opinión

Los cerdos no pueden tener perros

Las calles de las principales villas de Galicia y del resto del Estado son una auténtica guarrada. Desde hace tiempo, el personal está emprendiendo una curiosa iniciativa cuando en la acera aparece la mierda de un can. "Los cerdos no pueden tener perro", reza una nota que se clava en el centro del zurullo. Es una descalificación en toda la boca, aunque muchos propietarios de perros no se dan por aludidos y dejan los excrementos de su mascota como si esa mierda no fuese con ellos.

Los canes, nobles como pocos, no tienen culpa de que sus dueños sean unos auténticos marranos, como indica el aviso. Hace unos días, una anciana lloraba desconsolada en el abrevadero porque se le había muerto el perro, su principal compañía. Los hijos no le hacían ni puñetero caso a la buena señora y en cambio el chihuahua no salía de sus faldas, haciendo que sintiese que a alguien sí le importaba. Resulta curioso. Nunca hubo tanta soledad como en esta era de la comunicación y las redes sociales.

Tener un perro es un ejercicio de responsabilidad, como la de alumbrar un hijo. No vale que los papás le compren al cativo una mascota para evitar los berrinches y cuando éste se cansa se deja tirado en cualquier cuneta, como también acostumbra a ocurrir cuando llegan las vacaciones y toca pagar una residencia canina.

En las perreras hay canes de raza y pedigrí a 'esgalla' que buscan la suerte de una adopción para no ser sacrificados. En sus ojos se puede leer la nobleza. En los de los desalmados que los abandonan y maltratan, la vileza a la que es capaz de llegar el ser humano. El más animal de los animales. No hay perros violentos, sino duelos estúpidos.

"Él no lo haría", decía un eslogan publicitario que intentaba erradicar el abandono canino y este tipo de comportamientos deleznables. Él tampoco dejaría su mierda en el medio de la acera si tuviese manos para recogerla.

La próxima vez que vean a alguien dejando atrás la deposición del perro no se callen. Es necesario afearle el comportamiento y recordarle que "los cerdos no pueden tener perros". Si giramos la cabeza, estaremos siendo un poco cómplices de la mierda que pise el siguiente... La suerte es desagradable. La señora Pili siempre baja con una bolsa en la mano.

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