La alcaldesa de A Bola pide calma a pesar de la presencia de Antonio Gali
CONDENADO POR ASESINATO
El condenado por asesinato se instaló en marzo en la localidad ourensana
La alcaldesa de A Bola, Teresa Barge, hace un llamamiento a la calma y a la prudencia entre los vecinos del municipio tras conocerse que uno de los nuevos residentes en la aldea de San Pedro es Antonio Gali, un septuagenario de origen valenciano que cumplió condena por tres asesinatos.
El hombre se instaló en marzo en una vivienda alquilada en San Pedro, un núcleo de tan solo nueve habitantes. Según explicó la regidora, los vecinos descubrieron su identidad después de haberle ayudado durante las primeras semanas, al observar que tenía dificultades motoras y necesitaba apoyo para subir la compra o realizar tareas cotidianas. “Los vecinos, al verlo con movilidad reducida, le subían la comida, y algunas personas iba de vez en cuando a ver si necesitaba algo. Eso es lo que hay que evitar”, señaló Barge.
La alcaldesa indicó que no se trata de aislar a Gali, quien ha cumplido 19 años de prisión, pero considera que, dadas las circunstancias, “ningún vecino debería entrar en su casa”.
Barge confirmó que el Concello dio aviso a la Guardia Civil tras conocer los antecedentes del hombre, con el fin de verificar que había cumplido su condena y establecer una presencia “disuasoria” en la zona. “En todo momento lo que queríamos evitar era que aquí ocurriera una tragedia”, afirmó.
Aunque insiste en que los vecinos “están tranquilos”, reconoce que el caso ha alterado la vida cotidiana de la ciudadanía. “Nuestros vecinos intentan vivir de manera tranquila, pero la noticia es tremenda y está alterando la calma”, lamentó.
La regidora pidió comprensión hacia la población local, que se ha visto repentinamente expuesta a una atención mediática inesperada. “Queremos continuar con nuestra vida y que A Bola no sea conocida solo por este asunto”, subrayó Barge, recordando que el municipio fue, en 2024, el que más creció porcentualmente en población gracias a su entorno natural y su calidad de vida.
Gali, natural de Valencia y con antecedentes por delitos sexuales, acabó en la cárcel de A Lama tras matar, en 2005, a una mujer de 58 años en Maside. Había contratado sus servicios sexuales y, durante el trayecto en coche, la asfixió antes de abandonar su cuerpo. El crimen ocurrió solo 16 días después de salir de prisión por otros delitos, y fue arrestado un año más tarde gracias al testimonio de otra víctima que logró escapar.
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