Fernando Bim, barbero de Brasil en Allariz

LA NUEVA OURENSANÍA

Cruzó los mares en avión, aunque su mente viaje en barco. Así se trasladó Fernando Bim Bonardi desde su Sao Paõlo natal a Vigo, donde recaló trece años hasta que se asentó en nuestra provincia. Vive en Allariz y comparte con nosotros sus peripecias, que suenan a travesía.

Miriam Blanco/ Marta Vázquez

Publicado: 15 jul 2025 - 04:45

LA NUEVA OURENSANIA | Fernando Bim | La Región

‘¡Atensão, atensão’, habla Carlos Fernando Bim Bonardi para la Ourensanía!, vamos a sacar el cuaderno de apuntes porque muchas cosas contó en cuarenta minutos, todas bien interesantes. “Me pasa con los clientes que tardo una hora con cada corte pero porque nos ponemos a hablar de esto y de lo otro”, comenta. En Doble B, su barbería sita en Allariz, sirven cerveza fría. “Tengo muchos clientes fieles”, reconoce con agradecimiento, seguro que ellos, birra en mano, ¡también aplauden con las orejas!. Desde aquí les aconsejamos que celebren inmóviles, pues la navaja no perdona, ¡no vayan a perder una!

Fernando Bim
Fernando Bim

Fuera ‘brincadeira’ aunque difícil con Fernando, hablar con él en una mañana gris alaricana, fue toda una alegría. ¿Ese tatuaje pone gluten?, le preguntamos, tiene uno en la mano, garabato un poco difuso. “¿Te imaginas, jajaj?, pone ‘grateful, grato en portugués, agradecido’”, anticipamos con este pitorreo alguno de sus atributos, y de sus flechazos ocupacionales.

Trabajó de operario, haciendo piezas de coche en Brasil, y posteriormente se trasladó a Vigo. Allí llegó en 2006, donde residió trece años hasta que en 2019 se mudó a la provincia de Ourense. Ya en Galicia pasó de una panadería a hacer los anillos de los tubos del ave, al Berbés, “na lonxa”, y también por hostelería. Montó su propio negocio, el restaurante japonés Hiroki Sushi Bar, en la ciudad olívica. “Empecé en la cocina caliente y acabé en la fría”, comenta. “Tuve en la calle San Miguel el Kyoto Ourense”, añade, también anduvo a vueltas con el salmón entre los fogones del mítico Fuentefría. No vamos a nombrar todos los lugares del buen papar por los que dejó su impronta porque nos quedamos sin líneas. “Al final cambié de sector para tener más calidad de vida”, aclara. “Estaba perdiendo la infancia de mis hijas”, añade, la mayor es viguesa, la segunda tiene plena ourensanía.

Un hilo conductor hay en su trayectoria, pues pasó de tajar cabezas de peces, “de rapes”, puntualiza, a cortar las guedellas de las personas. Conoció a su mujer estudiando biología en su país y esta carrera ya no nos encaja tanto, pero que levante la mano quien no haya dado algún tumbo en la vida.

Casados con Galicia

“La persona que hizo el vestido de novia a mi mujer tenía una hermana aquí”, relata sobre el periplo desde Itu, Brasil, municipio del estado de São Paolo. “Pero lo más raro es mis suegros son de Cádiz, y en todo este tiempo no pisamos Andalucía”, reconoce con retranca. Novia a la fuga de sus orígenes nos da por pensar. “Nos enamoramos de Galicia, y después de Allariz”, aclara.

Vive en una casa en A Torre de Santa Baia de Urrós, que mandaron reformar hace años. “Hicimos una piscina y la uso dos días al año”, comenta con sorna. “Vine a Allariz porque me encantaba hacer churrascos en la playa fluvial de Acearrica, y ya no hago ni uno”, se lamenta sobre perder las buenas costumbres. La compañera que graba su imagen le muestra su empatía haciendo un símil con el Camino de Santiago. “Es como caminar para ir a casa”, apunta. Pues eso, que entre gallegos residentes lo de peregrinar no cala, y lo mismo pasa con lo del rodizio a orillas del Arnoia. Se ríe Fernando de sí mismo pero con cabeza, revela que adquirieron recientemente un segundo inmueble en Sandiás. “Un día mi mujer salió a comprar una cerveza y volvió con la idea… la bebida salió cara”, opina Fernando. “Yo soy indeciso, pero ella es muy fuerte”, reconoce el marido méritos a su señora. Con la adquisición anhelan paliar las saudades, “quizá con su alquiler podamos ir pagando los viajes a Brasil de toda la familia”, comenta Fernando, que no sabe ya si es gallego o paulista. “Sacar a mis hijas de aquí, con la inseguridad que hay en mi país, sería un pecado”, opina. Entretanto se trasladan todos a Monção en Portugal cuando la morriña (y el hambre) aprieta, a comer pizza estilo brasilero. “Pizzaria Don Genaro”, informa, apuntemos todos donde se puede comer una buena masa con frutas tropicales.

“Yo con estas pintas fui monaguillo en Brasil”, concluímos interrogatorio, pero no dejan de salir revelaciones interesantes.

“Joaquín Sabina, sí señora”, elige Fernando Bim las canciones de atracos fente a las melodías de su compatriota Caetano.

“Si la vida me deja, yo le meto mano, y si no, aún me excita mi oficio…”, arranca la canción del ladrón de mar cojo, “…partiré de viaje…a vivir otras vidas, a colarme en el traje y la piel de todos los hombres que nunca seré…”, continúa la tonada.

Nada más que decir sobre Carlos Fernando Bim Bonardi. Habrá cortado más de mil cabezas entre hombres y pescados, pero ni cocinero ni barbero; atesora entre sus residentes Allariz, un pirata bueno, con pata de palo.

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