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Obituario | Tito Pérez, un exalcalde que nos parecía perpetuo

RAFAEL PÉREZ MARTÍNEZ

Rafael Pérez Martínez, exalcalde de Muíños, falleció este martes tras sufrir una caída fatal en su domicilio

Rafael Pérez Martínez.
Rafael Pérez Martínez.

Que alguien se caiga de un tejado, por inesperado, por raro, impacta más aun, y así se acogió con estupor la trágica noticia del fallecimiento de Rafael Pérez, Tito, exalcalde de Muiños, que se subió al de uralita de su alpendre y desde una altura que ínfima parece confirmó lo peor. Porque esas impensadas caídas, por ello no presentidas, esas que incluso te conmueven cuando bajas de un peldaño que no esperabas o de una altura que no calculabas, pueden resultar fatales.

El cursus honorum de Tito comenzaría cuando fue el primer socialista elegido para sentarse en la Diputación, y luego en las elecciones municipales sería concejal de su partido para llegar a la alcaldía donde ejerció desde el año 1983 a 1995, las dos últimas elecciones con mayoría absoluta, acompañado como teniente alcalde de Luciano Álvarez y también del activo muiñense Lino Perdiz, compaginando el cargo municipal, sin dedicación exclusiva, con la dirección de la sucursal de Caixa Ourense. Al finalizar el que sería su último mandato y no habiendo logrado los suficientes votos, por solo 11 papeletas, decidió cambiar de aires e irse, temporalmente, como uno de los representantes de la entidad de crédito ourensana en Ginebra (Suiza), desde donde retornó después de varios años.

Retirado de la vida profesional ya no quiso presentarse a la alcaldía donde aún podía ser un activo de su partido y del sindicato UGT donde siempre dispuesto para echar una mano o figurar en alguna lista, aunque fuese el último.

Tito era tan cumplidor con el precepto dominical de la misa como impenitente paseante por los senderos del embalse de As Conchas; no se perdía esa caminata anual de casi 20 km. que desde Entrimo, allá por septiembre, se organizaba hasta el santuario de A Peneda donde le vimos en muchas de sus ediciones. Hombre apacible, poco amigo de exteriorizarse, familiar, que de la discreción hacia lema, se nos va en un frío día del helado invierno, cuando las maderas crujir hace el viento, como diría el poeta, aunque el invierno oficial a las puertas, de tan impensado modo que por ello más tristeza produce en su entorno familiar, y entre sus amigos y los que compañeros fueron.

Reciban esposa e hijas el pesar de todos los que profesionalmente le conocimos y también el mío extensible a su hermano Cándido, colega codo con codo en la desaparecida Institución de crédito. Imaginamos a Tito, a tenor de sus creencias, siguiendo nuestros pasos por esos vericuetos de montaña hacia el santuario portugués de Nosa Senhora da Peneda, cual celestial peregrino que nunca dejó de caminar por los márgenes de esa sierra del Xurés que tanto amaba.

Un hombre discreto que memoria deja de su paso en el máximo ejercicio de la autoridad municipal que él desempeñó con eficiencia y sin ruido.

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