anomalías en o carballiño

Mi nombre es Fran, soy una de las muchas personas que desde hace veinte años decide pasar sus vacaciones en O Carballiño.
En el transcurso de este tiempo he visto crecer la villa sin prisa pero sin pausa, motivo por el cual cada etapa la hace más interesante, pero este ultimo año observé una serie de anomalías, que sin entrar a criticar, pero sí a valorar, creo que no deberían pasar por alto. Tengo dos hijos, de ocho y un año respectivamente. Este último todavía viaja en carrito de niño, motivo por el cual las aceras son imprescindibles para poder pasear por el pueblo. En estos días conseguir ese objetivo es toda una osadía, pues contemplo atónito cómo muchas de las aceras están casi en su totalidad invadidas por matojos, malezas o cualesquiera denominación se les dé a esta serie de plantas. No voy a juzgar la política, ni a los ediles que la formen en su totalidad, pero sí me gustaría que a quien en este momento sostenga el bastón de mando de los ciudadanos de aquí y más concretamente a quien corresponda la limpieza y el buen estado de las aceras, no viera solo lapiceros y folios en su escritorio y se diera una paseo, como supongo es su obligación, por las aceras de la villa, empezando por la Avenida Compostela, por sugerir una, ya que es el primer obstáculo que yo y tantas personas tenemos que sortear a diario en una carretera con tanta peligrosidad, y acabando en su despacho, eso sí, con los deberes bien hechos. No es una crítica, insisto, pero el buen funcionamiento de una ciudad empieza por la pulcritud que haga que todo aquel que se asome a sus caminos pueda observar la grandeza del mismo sin barreras que lo impidan.

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