ESTE BACHE ME SUENA

Hace unos días escribí unas palabras, a modo de crítica, sobre el tema del cierre del túnel de O Folgoso en la autovía de las Rias Baixas, y gracias al derecho al pataleo que nos ofrece la prensa me sentí un poco reconfortado al ver publicadas mis letras. Pues bien, tengo que reconocer que me equivocaba al decir que el peligro del desvío del tráfico por la N-120 radicaba sólo en los animales sueltos y en las inclemencias meteorológicas.
Después de casi dos meses de experiencia por el vial alternativo he llegado a la conclusión de que el peligro reside en mayor medida en el propio asfalto. Sí y me explico. En los últimos días esos incómodos amigos de la suspensión de nuestros vehículos llamados baches están por todos lados, son de formas y profundidades dispares y por un día, gracias a ellos, he logrado sentir al volante lo que sentía el mejor Fernando Alonso ante sus rivales, esquivé uno por la derecha, dos por la izquierda y sorteé otro grande por el centro. Toda una hazaña de técnica en la conducción, de hecho algunos de ellos ya me suenan, sé cual es su ubicación y los regateo como si de la mejor bicicleta de Messi o Cristiano se tratara.

Lo que me cuesta creer es que con lo previsores y avispados que son los ejecutivos de Fomento no se hayan percatado de que si tenían pronosticado el cierre del túnel no hayan tenido a bien acondicionar con anterioridad la N-120 para soportar tal densidad de tráfico. Muy raro, la verdad. Gente tan preparada que ha conseguido elucubrar la opción del desvío por la Nacional y no haya reparado en eso, no se lo tomemos en cuenta, estarán muy atareados estudiando la mejor opción para ayudar a que este país esquive el próximo bache.

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