Vilanova dos Infantes reclama justicia tras seis años del crimen del cura

La iglesia parroquial de Vilanova dos Infantes albergó este miércoles una misa en recuerdo del párroco Adolfo Enríquez, asesinado hace ahora seis años en un crimen sin resolver tras el cual desapareció la Virxe do Cristal, una talla del siglo XVII cuya confección sigue siendo, a día de hoy, un misterio. El caso está en punto muerto tras el archivo de la causa en 2018 al entender, desde las instancias judiciales, que no existían indicios suficientes para dirigir una acusación formal contra las dos personas (tío y sobrino de nacionalidad croata) a las que señaló la investigación desarrollada por la Guardia Civil. "Non hai xustiza", zanjaba Julio Rodríguez, uno de los pocos vecinos que a primera hora de la tarde de ayer deambulaba por el solitario burgo medieval. El silencio, amortiguado por el agua del pilón de la Praza do Recreo, nada tenía que ver con la situación de tensión y revuelo mediático ocurrido aquel fatídico miércoles de 2015 alrededor de la casa rectoral donde sucedieron los hechos. Desde entonces, preguntar por Adolfo en Vilanova es hurgar en una herida que sigue sangrando. "Pienso que se debería dar con los culpables, porque yo creo que las huellas no las borró nadie", decía ayer Antonio Gómez, amigo de la víctima y actual párroco de Vilanova, quien tiene sus propias hipótesis sobre la autoría. Seis años después y con los culpables aún en la calle, Gómez asegura que "no me siento defendido por el Estado", dijo. El recuerdo del hombre bueno y siempre dispuesto a ayudar a los demás, está muy vivo en Celanova. Un cariño que agradecía la familia, quien confía en que, la labor de los agentes de la Guardia Civil, pueda dar algún día sus frutos. Fuentes de la benemérita señalaban que, en su momento y con la participación de la Unidad Central Operativa (UCO), se entregó en el juzgado el resultado de su investigación "pero se sigue trabajando" para que el caso no se olvide. José M. Enríquez: “Tenemos que dar con una pista que nos permita reabrir el caso" Ante el silencio que impera en el crimen de Vilanova, el sobrino y portavoz, José Manuel Enríquez hace un llamamiento para que, cualquier persona que crea que vio algo o que tiene una versión distinta, acuda a la Guardia Civil. ¿Cómo está la familia? En una situación de tensa espera, como ya estuvimos y como estaremos. Pasaron seis años, pero no pasa el tiempo. Ourense tiene que dejar de ser una provincia de tercera. Pagamos impuestos, cumplimos las leyes y estamos siendo castigados con un trato de tercera. Yo lo que digo es que los gobernantes tienen que gobernar y meter a las alimañas en su sitio, los investigadores investigar y dejar de estar perdidos, la justicia tiene que hacer Justicia y el Obispado, involucrarse. ¿En qué situación se encuentra el caso? Quiero pensar que seguirán trabajando, no hay nada que me haga pensar lo contrario porque los agentes del puesto de Celanova y de la unidad judicial de la Guardia Civil de Ourense se dejaron la piel para encauzar este puzzle. Es verdad que hay un silencio sepulcral, nadie dice nada y yo sigo pidiendo a la UCO. El Obispado, ni está ni se le espera. Creo que se deberían haber involucrado más. A la familia no nos competía denunciar la desaparición de la virgen y no hay una pieza separada con la desaparición. Llama la atención que las instituciones no se preocupen por la recuperación de la talla. ¿Cree que verá resuelto el crimen? (Silencio) No tiro la toalla, pero soy realista y cada día que pasa se cierran puertas y ellos ganan tiempo. Si hay alguna persona que cree que tiene algo que aportar, algo que decir, que hable con la Guardia Civil. Todo es importante y todo suma. De lo que se trata es de encontrar algo que nos dé una posibilidad para meter la llave y reabrir el caso. La familia, ¿tiene claro lo que pasó? Yo sigo prefiriendo a un culpable en la calle que a un inocente en la cárcel, pero estos elementos no eran monjas. ¿Qué paso? Puede que la vaca ya no tuviera más leche, pudo levantarse y decir 'no' y... ya sabemos cómo acabó. Es una conjetura y choca con el 'modus operandi', llama la atención ese nivel de crueldad.