Sueños de Olimpia

Batalla en la Jungla, la del salvaje Mobutu

Mobutu alza los brazos de Foreman y Ali durante la presentación pública del combate.
photo_camera Mobutu alza los brazos de Foreman y Ali durante la presentación pública del combate.

En 1974 el exconvicto y promotor pugilístico Don King buscaba desesperado un patrocinador que sufragase un combate -después épico- entre Muhammad Ali y George Foreman.

Por medio de Fred Wymar, asesor estadounidense en el Zaire, despertó el interés de su dictador, Mobutu Sese Seko, descontento por el bochornoso papel de su selección en el mundial de fútbol de Alemania.

El tirano ególatra, padre de 21 hijos de diferentes concubinas, despilfarró todo lo imaginable para hacerse con la después famosa "Batalla en la Jungla", que incluía el combate y un festival musical 'Zaire 74", con intérpretes de la talla de James Brown, Celia Cruz o B.B.King.

Don King vendió el entramado como una fiesta de libertad y negritud, con la inestimable ayuda del genial Ali, quien desplegó una portentosa campaña de marketing deportivo para convertirse en héroe y favorito del público.

La realidad era espantosa. Mientras Ali y King reivindicaban la independencia y bondad africana contra el hombre blanco, Mobutu contaba una fortuna personal sólo equiparable a la deuda pública del país. Había reprimido toda oposición, con apoyo de Estados Unidos o Francia. Apoyaba el 'apartheid' de Namibia y después el genocido 'tutsi' en Ruanda.

El mismo estadio '20 de mayo' donde se desarrolló el combate, era un centro de detención y tortura de opositores. En los días previos se encarceló a 1.000 acusados y se ejecutó a 100 al azar como advertencia.

1.000 millones de espectadores vieron la batalla por televisión. En Zaire, sólo quienes pagaron la entrada y el dictador en su residencia, pues temía ser asesinado si asistía. Ganaron Ali, King y Mobutu. Perdió todo el país.

Mundial 78, un aperitivo de las Islas Malvinas

En marzo de 1976, un golpe de Estado derrocó en Argentina a la viuda de Perón e instauró una dictadura militar, liderada por Jorge Rafael Videla .

Videla vió el Mundial de fútbol de 1978 una oportunidad para reafirmar internacionalmente al régimen y unir al país. Creó el 'Ente Autárquico Mundial 78', encargado de las obras, finanzas, organización y propaganda del evento.

El Ente aumentó las diferencias entre el Ejército y la Armada argentinos. En agosto de 1976 el general Omar Actis fue misteriosamente asesinado y el capitán de navío Carlos Lacoste -cuñado de Videla- ascendió a la dirección.

Lacoste multiplicó por diez el coste original -entre 550 y 700 millones de dólares- desplazó a la fuerza a unas 200.000 personas por las obras, orquestó una campaña internacional para limpiar la imagen del país y sobornó al presidente de la FIFA Joao Havelange, amigo de negocios, quién dió el beneplácito pese a las protestas.

El Mundial se celebró y fue un éxito, aunque a metros del Estadio Monumental se torturaba y asesinaba a presos. Sólo el capitán Jorge Carrascosa se negó a participar, si bien declaró que fue más por el putrefacto ambiente del fútbol argentino que por motivos políticos.

Argentina tuvo que superar en la semifinal, modificada en fechas a su gusto, a Perú. Se dice que Videla visitó el vestuario rival, que jugadores y delegados federativos recibieron 50 millones de dólares de regalo y el país 35.000 toneladas gratis de grano.

Argentina ganó 6-0 y pasó a la final, donde ganó por sus méritos a una Holanda sin Cruyff. Envalentonada por el éxito, la dictadura subestimó a Inglaterra y tomó años después las islas Malvinas, con desastroso desenlace.

El dictador Jorge Videla felicita a Américo Gallego y Daniel Passarella tras el triunfo.
El dictador Jorge Videla felicita a Américo Gallego y Daniel Passarella tras el triunfo.

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