Nervios e ilusión. Así se levantaron ayer los lazanos. Y es que en toda casa en la que hay un peliqueiro estaban deseosos por la llegada del Domingo de Estrea. Con elegancia y con cada mínimo detalle cuidado, los peliqueiros salieron de sus casas vestidos impecables. Y al poner la máscara, dieron comienzo a su día grande.
A media mañana ya se podían escuchar por las calles de Laza el resonar de los chocos, con elegancia y mimo. Decenas de ellos se fueron congregando para presumir entre la gente. Mientras, en las calles del municipio, Cimadevila y Souteliño se escuchaba la música de las charangas Vaite Xa y Europa, que animaron a los entroideiros para comenzar la jornada.
A la salida de misa, los feligreses fueron recibidos por los grupos de peliqueiros, que hicieron sonar sus chocos a las puertas del templo religioso. La emoción no solo la llevaban por dentro cada uno de los peliqueiros, también los vecinos de Laza, a quienes se le pusieron los pelos de punto al contemplar a los reyes del Entroido.
Tras la salida de misa llegó el famoso reparto de la bica de los peliqueiros, un momento que no se pudo vivir el pasado año debido a la situación sanitaria derivada del coronavirus. Este año, por fin, volvió la bica a Laza, de mano en mano los entroideiros la degustaron. Fueron las galegas las que la llevaron a los entroideiros. Eso sí, iban bien custodiadas: por los peliqueiros.
La cita dominical continuó por la tarde, con el desfile de las carrozas típicas de Laza y con las charangas Vaite Xa y el grupo tradicional Os Varacuncas amenizando el ambiente. La música continuó con la charanga Los Támega a las 20,00 horas y con verbena al entrar la madrugada con la actuación del Grupo JB Son.
Un año más, Laza lo volvió a hacer: contemplar atónitos a los peliqueiros. “Da igual os anos que pasen e as veces que vivamos este momento, sempre é máxico e especial”, aseguran. Y si, porque así lo hacen posible ellos, con su porte, su elegancia y su raza.