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Obituario
Prestigioso jurista, empresario, emprendedor y filántropo, Roberto Rivas Martínez era un vital y apasionado defensor de su tierra. Cuantos más años cumplía, más tiempo estaba en Galicia, más se rodeaba de jóvenes y miraba de frente a ese deseo último que sabía claramente que le faltaba por apuntar en su trayectoria. Ese no podía faltar, era “el proyecto” que quería que le trascendiera.
Beto había nacido, hacía 82 años, en Santiago, pero su vínculo emocional era con “la casa familiar” de Siador. Como tantas veces nos explicaba, significaba para él ubicarse y reconocerse, hacer memoria del “quién fue quién” y recorrer las vidas de los abuelos, bisas y tataras de los que realmente nos conformamos. A través de sus historias daba a conocer su Terra do Trasdeza. Con una memoria sorprendente, hacía comentarios al vuelo en cualquier rincón, miraba hacia el horizonte desde la torre de Sestelo y, con pasión, explicaba los “porqués” a los que no teníamos tantos mimbres para reconstruir la historia.
Pero, de rememorar aquellos tiempos, rápidamente se ponía en el hoy en día y hasta daba un salto para hablar de un futuro ilusionante que, aunque sabía que no vería, se sentía interpelado igualmente con él.
En paralelo a una trabajada carrera en Madrid como abogado y empresario, Roberto iba enfocando “su proyecto”, año a año. Muchas horas hablando de cómo dar sentido y convertir lo que se tiene y lo que se es en fuerza de transformación que redundase en el BIEN COMÚN. Su filantropía y actitud comprometida con Galicia permitió que todo encajara. La fundación contó con su implicación personal diaria para dar forma a todas sus acciones y objetivos. Mejorar el entorno de Silleda y Galicia, en general, apostar por el desarrollo rural, frenar la despoblación y fomentar la innovación social a través de activar oportunidades reales de cambio.
Ese es el legado de Beto a través de la fundación que lleva el nombre de su padre, nacido en Ourense y que fuera alcalde de la ciudad hace ahora justo un siglo. En ella puso sus últimos esfuerzos e ilusiones, y para mí y para todo el equipo de la fundación ha sido gratificante acompañarle en esta etapa y contar con su respaldo y verle disfrutar con cada nuevo proyecto.
La Fundación Roberto Rivas le ocupó la recta final de su vida, una apuesta por los jóvenes y por las personas con iniciativa, con fuerza y con compromiso por la tierra, como la tuvo él, por el futuro y por una Galicia mejor. Toca seguir.
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