Mariskal Romero, la voz libre del rock

Es la voz libre del rock en España desde la década de 1960. Sus programas de radio llevan acompañando a tres generaciones de oyentes 

Con él llegó el rock a la radio española. Vicente Mariskal Romero (Isla Cristina, 1948) lleva desde la década de 1960 defendiendo el valor cultural de una música que, sin sus programas de radio, como “Musicolandia”, no habría tenido un espacio de difusión en nuestro país. Francotirador de la radio independiente, productor discográfico, fundador de “La Heavy”, sigue cabalgando como los legendarios disc jockeys americanos, sobre las ondas en sus programas de radio y difundiendo a los nietos de aquella generación con la que empezó, el valor de esa cultura recia y potente que es el rock.

¿Cómo se le coló el gusanillo de la música? 

Mi padre tenía un bar en Isla Cristina, que se llamaba “El ancla”, donde iban los flamencos de Huelva. Allí surgió el germen de curiosidad por la música. Aquella música de raíces de los legendarios cantaores de fandangos de Huelva. “El cojo de Huelva”, por ejemplo, personajes míticos de la música popular del Sur. Ahí arranca mi pasión por la música y por la radio, porque en el bar también imitaba transmisiones radiofónicas.

¿Le gustaba ya la radio en ese momento?

Era buen oyente de radio, pero no había el mensaje que luego recibiría en Madrid escuchando Radio Torrejón, cuando vivía en la parte Este de Madrid. No había programas musicales. Estaban los míticos programas como el que hacía Bobby Deglané. Pero todavía estábamos en una España y sobre todo en el Sur, donde la cultura escaseaba en muchos aspectos. Curiosamente, mi madre, que era una gran aficionada al cine e iba al cine todas tardes, me abría los ojos, porque el cine era entonces el gran medio que te llevaba a todos los rincones del mundo.

¿Cuándo se fue a vivir a Madrid?

A principios de los sesenta. Mis padres deciden emigrar y nos instalamos en Madrid. Como buen hijo del proletariado comencé a buscarme la vida y tuve la suerte de que con catorce años comencé a trabajar de botones en una empresa del Opus. Allí me inculcaron el espíritu de obediencia, castidad y pobreza, pero también la formación humanística de la que siempre estaré agradecido y conviví con gente de un nivel intelectual importante que junto con mi curiosidad innata me sirvió para forjar mis planes de futuro.

También fue ese el momento el que tomó contacto con el rock 

Vivíamos en la parte de Arturo Soria, con lo que podía escuchar la radio de la base americana de Torrejón. Ellos tenían una emisora de FM que emitía muchos programas musicales, de Wolfman Jack, Emperor Rosco, todas aquellas leyendas. Y algunos frikis escuchábamos, además las emisoras piratas, como Radio Luxemburgo que emitía en Onda Media, sobre todo por las noches que era cuando había menos interferencias.

¿Cuál fue su primera emisora?

Mi primera colaboración fue con Radio Centro, una emisora sindical, de la cadena de emisoras sindicales (CES) y estábamos en la planta once de un edificio que era del diario Pueblo. Era 1967. Allí empezaron también dos ilustres gallegos. Elías Rodríguez y Pepe Domingo Castaño. Cuando llegué, Elías ya era una estrella y Castaño empezaba sus pasos como locutor, recién venido de Galicia.

Usted estrenó su rebeldía en el corazón mismo del Sindicato Vertical

Yo empecé con mis programas en los años 1968, 69, 70. Ahí el franquismo ya se tambaleaba, pero seguíamos peleando constantemente con ellos, buscando resquicios por los que colar por ejemplo la Nueva Trova Cubana, los Parra, Dylan, aquella explosión entre la música más estridente y la más reivindicativa, con nuestros primeros trovadores, como Raimon o el vasco Urko. Se abrían unos pequeños pasillos por los que podíamos meter nuestra patita para desembocar en aquel grito que era “Viva el rollo”.

¿Por qué tuvo impacto "Viva el rollo"?

Pues porque era una manera de decir ¡Viva la libertad! en una época en la que todavía se ajusticiaba a la gente con garrote vil. El franquismo se tambaleaba, pero a mí me echaron tres veces de la radio. Una, por comentar el editorial de un periódico, sobre la muerte de Salvador Allende. Otra, porque llevaba melenudos al programa y pensaban que fumábamos porros. Hay una anécdota que cuento en el libro “50 años de rock y radio” de que las señoras de la limpieza del diario Pueblo comenzaban a marearse y me echaban la culpa a mí. “Eso es el Romero y la gente que trae que fuman cosas raras arriba y se mete por el aire acondicionado y nos tiene mareados a todos”, hasta que descubrieron que era la tinta de la rotativa y el plomo de las linotipias.

¿Ahí ya existía “Musicolandia”?

Sí. Comencé con el Musicolandia en 1968. Fue el primer programa de música proactiva que hubo en este país. Un programa diario que todavía sigo haciendo en mi web en www.mariscalrock.com. A partir de los viajes que hago para un programa de Radio Nacional que se llama Ciudades del Mundo y que hago en las emisoras nacionales, como la BBC, Radio Luxemburgo, que era tan admirada por mí cuando era niño y la escuchaba por las noches. En ese viaje es donde pergeño ese modelo de programa más ecléctico donde ya hay show, donde ya voy más al concepto del disc jockey americano cabalgando sobre los discos.

Nada que ver con lo que se hacía en la radio española entonces 

Estaban Álvarez, Pepe Palau, Íñigo, Luqui que fue el fundador de la mítica “Disco Espres”, pero cuando viene a Madrid se metió de lleno en todo el vaivén de los “cuarenta criminales”. No había escuela. Yo imitaba a los grandes disc jockeys americanos y en 1976 hice un disco a imitación de lo que hacían que plasmaban en disco sus programas de radio. Fui el primero y hasta ahora el único, en tener dos discos derivados de sus programas de radio. El primero con “Black Feeling” y luego “Zumo de Radio”, ya con artistas que produje para el sello que fundé que se llamó Chapa.

Usted era un disc jockey

Así es. Cabalgando sobre las colas de entrada y de salida de los discos, que era una técnica que aquí no hacía nadie. Hablaban de los cantantes antes de poner el disco.

Sigue el pie del mástil en la era del podcast

Es un milagro. De la cinta abierta y los vinilos a esto. Es cierto, también es la época de la música en los putos pendrives. Pero si te das cuenta, con todo lo que ha cambiado, los vinilos siguen vivos y muchos que tiraron sus vinilos a la basura ahora se arrepienten porque por algunos les habrían pagado quinientos euros. Alucino por la cantidad de viajes que tuve que hacer a Londres para conseguir discos, viajaba cada 15 días, los encargabas a los sobrecargos de Iberia… ahora todo es tan inmediato. ¿Quién iba a pesar entonces toda esta revolución?

Le oí decir que la música es la banda sonora de nuestra vida

Y es cierto. Siempre hay una canción detrás de un momento feliz, de uno de frustración. Cuando tocas un vinilo estás tocando vida, juventud, es nuestro espejo, de la gente que nos hemos criado en esa cultura recia y potente que es el rock.   

¿Cómo fue la llegada de la FM?

Yo inauguro la FM de Radio Centro. También ahí empieza la FM de la Cope. No deja de resultar curioso que la vanguardia de la radio comienza en la radio franquista y en la radio de la Iglesia. La Iglesia en ese sentido siempre tuvo el olfato de tener siempre una puerta abierta a la vanguardia. De hecho, el éxito de Rock FM, con más de un millón de oyentes es otro acierto de la Cope, con una apuesta decidida por el rock, apuesta a la que siempre se habían negado los progres, de Prisa y otras cadenas.

Disc jockey y productor. ¿Era consecuencia lógica entrar en la producción?

Era casi lógico. Porque como hombre de radio también quería pinchar rock nacional. Y en el afán de tener rock español, con las multinacionales oponiéndose, la única compañía que se abrió a ese aspecto fue Zafiro, pero con la condición de que yo me hiciese responsable del sello, en este caso Chapa. Ellos no querían ver peludos en sus oficinas. Así que me daban los presupuestos para grabar a los grupos, pero tenía que hacer las cosas en una oficina diferente del edificio donde estaban ellos. Éramos un poco los apestados, pero lo cierto es que ellos olían que iban a hacer mucho dinero.

Radio, producción y ¿cuándo llega su faceta periodística?

Mis primeras colaboraciones comienzan en los setenta con la revista Disco Expres. Ya en 1973 hay entrevistas de portada, por ejemplo, a Rory Gallagher, a quien entrevisté estando en Luxemburgo grabando aquellos programas para Radio Nacional de los que hablé antes. También en “Vibraciones”, “Popular 1”… cada vez que había una revista nueva me llamaban para que colaborase con ellos y prácticamente colaboré con todas. Hasta que en 1982 veo claro que iba a haber una convulsión en el rock en el que el concepto de heavy empieza a romper de forma notable. Yo venía de Londres de producir Volumen Brutal de Barón Rojo y allí conocí la que fue la primera gran revista de heavy metal que se publica en Europa, “Kerrang”, que acababa de salir en 1981. La Heavy es hija de esa cultura anglo, pasada por la batidora del rock hispano argentino.

Hablando de argentina, allí marcó usted un hito con las entrevistas a los Rolling Stones

Yo me fui a Argentina porque me fichó Daniel Grinbank, para su emisora de radio Rock & Pop, que tenía más de un millón de oyentes. Y él, aparte de ser empresario radiofónico era promotor de conciertos, entre ellos los cinco conciertos que dieron los Rolling de su Voodoo Loungue en el River Plate. Y eso me dio opción a ser el único periodista que entrevistó, uno por uno a cada uno de los Stones, en entrevistas exclusivas de veinte minutos. Que no fue por mi cara bonita, sino porque el promotor, que era Grinbank, al ver que no se vendían las entradas del último concierto, les obligó a que nos diera una entrevista para promocionarlos.

Siempre ha sido un espíritu independiente, lo cual fue muy bueno para el público porque se mantuvo siempre al margen de las líneas más comerciales, pero ¿y para usted?

Yo siempre fui un francotirador y eso me trajo muchos problemas. No haberme callado siempre en defensa de la cultura y la calidad ha llevado consigo muchas marginaciones. La SER trato de llevarme muchas veces, pero mi condición era que yo llevase mi música, no la que se escuchaba en los despachos. La independencia tiene su lado positivo y también su lado duro y crudo. Pero, bueno, yo sigo aquí, después de tantos años, haciendo el diario “Musicolandia” en mi web, haciendo mis programas en Rock FM y la Heavy acaba de cumplir cuarenta años. Así que, vivo y bien, por el momento. 

¿Cuál cree que fue la gran época de la radio musical?

La que fue de 1977 a 1982. Ahí había unas puertas abiertas que se cierran cuando llegan los socialistas a los cuales le habíamos hecho las fiestas, íbamos a los mítines a reivindicar la libertad y cuando llegan se alían con la movida y se olvidaron de nosotros. Fusionan todas las cadenas públicas que no eran Radio Nacional en Radio Cadena Española, me ponen de jefa a María Teresa Campos y a mí me dijo: “O pasas por el aro y pones lo que se te diga y te metes en plantilla o te vas”. Yo me lo pensé 24 horas y me fui. Reconozco que hubo mucha gente a la que le vino bien porque gracias a eso se recicló y se metieron en Radio 3 en la nómina del Estado. Entre la nómina y la libertad, eligieron la nómina.

A usted no me lo imaginaría con la movida

Eran muy divertidos, yo produje a Kaka de Luxe. Pero nosotros veníamos de Hendrix, de los Cream, de virtuosos y no me veía poniéndome el pelo de verde y clavándome un alfiler en el culo para seguir en ese barco.

¿A qué atribuye el éxito del fenómeno de Rock FM?

A que se escapa de las fórmulas comerciales de la música basura actual. A que es la emisora con la que los hijos conocen la música que escuchaban sus padres, cuando los llevan al colegio en el coche o a las actividades. Es la gran plataforma que permite descubrir a los chavales de hoy día a los grandes del rock y a partir de ellos encontrarse con una cultura musical que no tiene nada que ver ni con el reguetón ni nada de esas cosas.
Internet le ha permitido ser dueño de su propio espacio, con mariskalrock.com

¿Hemos ido a mejor?

Creo que internet es el gran espacio de libertad que te permite hacer todo aquello que quieras, siempre que logres la repercusión necesaria. No me podía imagina, yo que siempre he sido un francotirador en empresas de otros, tener ahora mi propia plataforma, mi propia radio, mi propio canal multimedia que es mi web mariscalrock.com y todo ello manteniendo La Heavy en papel después de cuarenta años, lo que demuestra la gran fidelidad del público por este mundo. Creo que en muchos aspectos hemos ido a mejor, sobre todo en la libertad. Tanto que me da miedo que terminen acotándola. 

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