Vaya patada en... "Los Lagos de Covadonga". El miedo es libre y la estrechez de miras más. Después de los ejemplos positivos de Ourense y Ferrol, el Principado de Asturias ha decidido tomar el camino del medio y seguir con su política de NO rotundo a los deportes con foráneos, pero sí al turismo con gente llegada de cualquier punto de la geografía nacional e internacional.
Momentos de reivindicación y de tertulia de bar, de recuperar el hashtag #defiendelosrallyes (quizá era mejor otro que no recordase la creación del mismo) y de ver impotentes como el automovilismo y el deporte en general en la comunidad vecina se ha convertido en un "gasto" y no en una fuente de ingresos para una autonomía que vive el motor con la misma pasión que Galicia o Cantabria, donde sí hay pruebas (algunas).
Ingresos en forma de hoteles, gasto en hostelería y promoción turística, este año más si cabe con la visita de un piloto campeón del Mundo como Nasser Al-Attiyah, que ya había atraído la atención de medios que pasan de largo del motor habitualmente.
Ahora, a apenas diez días de la celebración del evento, con la inversión de los organizadores hecha (y no son 10.000 ni 20.000 euros precisamente) llega la maniobra (otra vez), quizá política o quizá producto del miedo. Miedo a un brote que puede surgir sí, pero también en cualquier otra parte. Para ser sinceros, creo que hay más peligro en las reuniones familiares producto de las NO fiesta en los pueblos, que de 2.000 personas repartidas por algún tramo de la variada y preciosa geografía asturiana.
NO vendan como medidas de seguridad y prevención situaciones que NO son capaces de controlar. ¿Acaso lo harían con otra modalidad deportiva que mueve más dinero? Los protocolos puestos en marcha en el Rally de Ourense y Ferrol, con todas las limitaciones e incordios que supusieron para los aficionados se destaparon como válidos, a la vista está. ¿Por qué no se aplican en Asturias? ¿No es una de las regiones con menor incidencia en esta segunda ola? ¿Qué miedo tienen?
Una vez más son castillos en el aire y como la opinión de un servidor apenas cuenta, lo mismo que la de los demás que lo han hecho a través de las redes sociales (predicar en el desierto le llaman), también creo que caer en el insulto y la descalificación poco favor le hace al deporte. ¿Es una decisión injusta? Sí, pero cuando uno pierde las formas se pierde la razón sea cual sea la temática.
Por eso, es momento de reflexionar, buscar una solución para 2020 si es que la hay y pensar en que el deporte es una inversión igual de positiva que una playa, un paseo por la montaña o un plan de turismo integral. La diferencia, los ojos con los que se mira.
Sentidiño y una línea de trabajo, por favor. Si unos pueden, los otros también que no les quepa duda.
