Tras más de seis meses sin saber nada del septuagenario José Luis Novoa, un sobrino suyo alertó ayer la Guardia Civil de su “desaparición”. Lo encontraron en su vivienda de San Cristovo (Monterrei) tras al menos seis meses fallecido, según estimaron en un primer momento. Su cadáver, como apuntan fuentes oficiales, ya estaba momificado. Se encontraba en la planta baja. Y para acceder a él fue necesaria la intervención de los Bomberos de Verín dado el mal estado del inmueble. Sus labores fueron de apuntalamiento para asegurar la estructura.
Luis vivía sólo y no tenía una relación cercana con familia y vecinos. Aunque su hermano -ya mayor- y su sobrino viven en la misma aldea, no lo echaron en falta debido a que era un hombre muy solitario. Testigo de Jehová y amante de caminar. Luis iba a Verín -a casi 15 kilómetros- andando y, en su juventud, a horas intempestivas. Cada tres o cuatro meses acudía al Concello de Monterrei a hacer la misma pregunta: saber si continuaba empadronado.
La víctima
El fallecido, que pasó muchos años en Barcelona, era un hombre peculiar y no hacía vida con sus vecinos y familiares. Hasta el punto de aislarse y vivir en completa soledad. Tanta que nadie lo echó en falta hasta que pasaron más de seis meses.
El cuerpo momificado de Luis Rodríguez apareció ayer por la tarde, momento en el que en San Cristovo -un núcleo con muy pocos habitantes- se hizo el silencio. Aunque la policía controlaba la zona, fueron muy pocos los vecinos que se acercaron o comentaron algo próximos a la vivienda del fallecido.
Ahora, el cadáver se encuentra en la Unidad Forense del Hospital de Verín donde se le realizará la autopsia. Mientras, la Guardia Civil investiga cuáles fueron las causas de su muerte.
